jueves, 21-11-2024
Este debate, organizado por la revista Temas, además de analizar el pensamiento del Che, se proyecta hacia la realidad que le tocó vivir, y también cómo esto puede verse hoy en los 90. Se trata de hacerlo no solamente a partir de las ideas del Che, sino también de todo lo que significan estas dos realidades entre las cuales median tres décadas de tanta importancia para el desarrollo de la Revolución cubana…”
“No se defiende aquí una visión acrítica de la práctica y la teoría del Che, sino más bien todo lo contrario: hay que entender su figura en un contexto histórico específico, en unas condiciones nacionales e internacionales determinadas, a las que respondió desde una voluntad revolucionaria y una perspectiva estratégica de inspiración marxista, buscando, con una radicalidad que el paso del tiempo no hace sino acrecentar, una coherencia profunda entre pensamiento y acción, entre teoría y vida. Hoy es conocido que el Che que sale de Guatemala tiene un proyecto político definido. Durante la etapa guerrillera, y luego del triunfo de la Revolución cubana, este proyecto se corresponde con la izquierda del Movimiento 26 de Julio, tanto en sus aspectos internos como en sus definiciones internacionales…”
El Tratado de economía marxista de Ernest Mandel, dirigente de la Cuarta Internacional, así como algunos artículos suyos, fueron muy apreciados por Ernesto Che Guevara en 1963, algo que le animaría a invitarlo a Cuba unos meses más tarde. Mandel critica los planteamientos de Stalin con relación con la" ley del valor" y rechaza las relaciones mercantiles entre empresas estatales ; apoya los estímulos morales y la importancia de la democracia socialista. Excepto en este último punto, que no fue abordado por Guevara, sus posiciones coinciden. En su primera visita a La habana en 1964, ambos se reunieron en varias ocasiones y tras su partida continuó manteniendo estrechas relaciones con Cuba. Durante su segundo viaje, en 1967, el encuentro no fue posible, lo que no impidió la publicación de varios artículos suyos en apoyo a la Revolución cubana y la OLAS. Ya en los años 90, prosigue su relación con Cuba denunciando los intentos de Moscú de apropiarse del legado del Che, expresando hasta el final de su vida su solidaridad con el pueblo cubano frente al bloqueo de los Estados Unidos y apoyando el reclamo de Fidel Castro al impago de las deudas ilegítimas.
(Reseña de La vida en rojo. Una biografía del Che Guevara, de Jorge Castañeda, 1997).
“Con La vida en rojo, Castañeda nos ha dejado un libro importante y polémico. Seguramente, será en adelante un referente imprescindible en el debate sobre la vida y el pensamiento del Che. Sin embargo, se trata de una biografía más tendenciosa que lo aparente. Los propósitos del autor de ser ecuánime y objetivo dan al traste con su escasa simpatía por el personaje, tal como lo interpreta: cada cualidad reconocida es opacada por un defecto simétrico; cada acto heroico estuvo al servicio de una meta equivocada; cada una de sus ideas fue rebasada por la marcha de los acontecimientos, etc. Las interpretaciones de Castañeda conducen inexorablemente a la conclusión final de su libro: «el Che es hoy un icono cultural»…”
(Reseña de Ernesto Guevara, también conocido como el Che, de Paco Ignacio Taibo II, 1997)
“La aparición de múltiples biografías del Che, después de más de treinta años de su desaparición física, es expresión de la trascendencia de su vida y pensamiento. Los nuevos intentos de rastrear sus huellas, de desentrañar sus misterios, de aproximarse al conocimiento de sus motivaciones y sus ideas reflejan el impacto que su personalidad provoca…”
(Reseña de Che Guevara. Una vida revolucionaria, de Jon Lee Anderson, 1997).
“Jon Lee Anderson, autor de Che Guevara. Una vida revolucionaria, desarrolló, en la década de los 80, una investigación sobre los movimientos guerrilleros y comprobó que, en países muy distantes entre sí, se compartía la misma admiración por el Che. Decidió entonces investigar sobre su vida, para lo que visitó varios países latinoamericanos y europeos. Radicó en Cuba de 1992 al 95, donde logró acceso a escritos inéditos del Che. En 1995, el general retirado boliviano Vargas Salinas, le hace la confesión del posible lugar de enterramiento del Che y sus compañeros guerrilleros, lo que lo lleva a los primeros planos publicitarios y a participar directamente en la búsqueda de los restos…”
Muy poco antes de ser asesinado, la última frase que Ernesto Guevara pudo leer fue «Ya sé leer». Estaba escrita en la pizarra de la humilde escuela de La Higuera, en lo profundo de Bolivia. Guevara no pasó por alto la falta de la tilde y así se lo hizo saber a Julia Cortés, la profesora del poblado. En el episodio hay una suerte de realización literaria: el Che, que tanta importancia le otorgó a la lectura como elemento potencial de formación revolucionaria, finalizaba su existencia leyendo y corrigiendo la frase, como si él mismo la escribiera. Lectura y escritura fueron dos componentes vinculados profundamente a su existencia, indispensables en su configuración en cuanto sujeto revolucionario. No obstante, ambos aspectos han quedado relegados ante la figura del «aventurero» y del «guerrillero» despojándolo, intencionalmente o no, de la radicalidad, la crítica y la forma literaria con las que forjó su visión del socialismo...
“El 40 aniversario de la edición de «El socialismo y el hombre en Cuba» ha sido una ocasión propicia para repasar algunos problemas planteados por el Che, desde la perspectiva de su significación y actualidad. Escrita en 1965, esta carta-ensayo cuestiona y analiza diversas facetas de la transición socialista, desde la experiencia de una práctica revolucionaria y un pensamiento político maduros. En esta pequeña encuesta me he propuesto contribuir, en alguna medida, al conocimiento de un material bastante ignorado, especialmente por las jóvenes generaciones, de las que formo parte…”
“Uno de los aspectos esenciales en el pensamiento y la obra de Ernesto Che Guevara es su integralidad y su coherencia a lo largo de toda su trayectoria. Por ello nos propusimos profundizar en la etapa de su formación durante sus años de adolescencia y juventud, como fuente importante para evaluar la dimensión del proceso real de su vida, y los elementos que conformaron después su quehacer revolucionario…”
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