sábado, 23-11-2024
A lo largo del siglo pasado, el movimiento sionista construyó el proyecto colonial de asentamiento más sofisticado de nuestra época: el Estado de Israel. El nacimiento violento de Israel en 1948 y la subsiguiente colonización de toda la tierra de Palestina después de la guerra de 1967 son reflejos de los éxitos del sionismo en el cumplimiento de sus ambiciones en Palestina. No obstante, si bien este proyecto colonial continúa sin cesar, está enmarañado, ha sido incapaz de alcanzar el punto máximo de exclusividad judía en la tierra. El colonialismo de colonos sionista, como sugieren sus precedentes históricos, se basa fundamentalmente en la lógica operativa de «eliminar al nativo» y no marginarlo o convertirlo en una minoría insignificante. Sin embargo, la vibrante presencia palestina en la tierra, la resistencia cotidiana al orden colonial y la firme adhesión palestina a sus derechos son obstáculos estructurales para la realización final del «sueño sionista». A pesar del implacable poder y dominación colonial de Israel, la firmeza palestina significa que este proyecto seguirá obstaculizado e incompleto, una cuestión que puede conducir a su futura desaparición.
Se analiza la relación entre extensionismo rural, cooperativismo agrícola y agricultura familiar y se examina los nuevos elementos que hoy permean esa relación. A diferencia del pasado, la relación entre extensionismo rural y cooperativismo tiene como horizonte la posibilidad de ampliación de los espacios de participación democrática, al permitir el reconocimiento de la importancia de la agricultura familiar, aunque pesen sobre el futuro de esas prácticas sociales las incertidumbres de la actual coyuntura política.
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