jueves, 21-11-2024
Después de lograr tan difícilmente su independencia nacional en el siglo XIX, los intelectuales hispanoamericanos sentían la necesidad de definir lo que debían ser las nuevas naciones, incluyendo la categoría de género, que se insertó en todo quehacer cultural y político. Este trabajo examina algunas obras de escritores de República Dominicana (RD) en esa centuria, para descubrir cómo se presenta de manera particular la visión que de «la mujer» se construía en esa identidad nacional —formulada en la lírica, la narrativa, el teatro, en discursos y ensayos. Los textos incluyen muchas de las dimensiones entonces, y tradicionalmente, relacionadas con lo femenino: la amada, virgen y bella; la madre, abnegada y centro de la familia (lo prescrito y emblemático), la naturaleza barbárica (lo oscuro y temido), la maestra y la poeta (lo permitido). Estos textos trataron de instaurar un dominio homogéneo —una sociedad sin clases, racialmente unida y estable a través del tiempo— a partir de expresiones que articulan elementos heterogéneos en las particularidades de sus enunciados y así se muestran contradictorios (y de ahí las «bellas mentiras»). Queda claro que el intento de los textos fue una continuación de las normas de la colonia, o sea, europeas. Solo en sus intersticios discursivos —expresados con frecuencia en términos negativos— se vislumbra una visión más compleja, más concorde con la realidad social dominicana, en la que ellas participaban plenamente en los campos de la educación y la cultura.
El artículo analiza las diferencias culturales entre la elite criolla culta que inició la Guerra de Independencia cubana de 1868 y las masas humildes que conformaron la mayor parte del ejército insurrecto. Esta elite convivió en los campamentos mambises con peones, esclavos, negros y mulatos de poca instrucción. Aunque mantuvieron sus diferencias culturales iniciales, la prolongada convivencia y los rigores de la guerra provocaron un acercamiento e integración entre ambos grupos. La música y las fiestas populares fueron un elemento unificador de las distintas culturas presentes en la insurgencia cubana.
En este acercamiento se muestra los orígenes y maduración de las tesis de José Martí sobre la historia de las dos Américas, su aplicación a la revelación de las causas de sus diferencias y la explicación del lugar que la historia reservaba a cada una; así como, el lugar que ocupan en el debate historiográfico de entonces y en la formación del concepto de segunda independencia de Nuestra América.
En 2013 Contra el Yanqui cumplió cien años. Julio César Gandarilla (Manzanillo/1888-La Habana/1924), que aparece en la historia combatiendo contra las fuerzas coaligadas de los anexionistas, protectoristas y plattistas, resulta el más elevado exponente del pensamiento antimperialista que produjo Cuba durante las dos primeras décadas del siglo pasado, nutrido raigalmente en las fuentes de las ideas martianas, socialistas y del antimperialismo latinoamericano.
Se analiza el libro Revolución, hegemonía y poder. Cuba 1895-1898 de Antonio Álvarez Pitaluga. En él se resaltan los aportes de una obra renovadora, sobre todo en el plano teórico, de la historiografía dedicada al examen de las Guerras de Independencia cubanas. Asimismo, se señalan los puntos débiles de algunas de las tesis presentadas por el autor.
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