El artículo analiza las diferencias culturales entre la elite criolla culta que inició la Guerra de Independencia cubana de 1868 y las masas humildes que conformaron la mayor parte del ejército insurrecto. Esta elite convivió en los campamentos mambises con peones, esclavos, negros y mulatos de poca instrucción. Aunque mantuvieron sus diferencias culturales iniciales, la prolongada convivencia y los rigores de la guerra provocaron un acercamiento e integración entre ambos grupos. La música y las fiestas populares fueron un elemento unificador de las distintas culturas presentes en la insurgencia cubana.