jueves, 21-11-2024
Desde la etapa inmediatamente posterior al origenismo, y derivada de él, existe una original forma de expresión que se manifiesta en una intertextualidad y enlace entre poesía y artes, donde destaca la plástica, anclada en esa urdimbre entretejida por la luz que acoge una peculiarísima mirada poética, pero que se complejiza aún más para fijar otros lazos comunicativos con la música y la cinematografía, mancomunidad de intereses fuertemente conjugados para expresar a partir de este cosmos visual una semántica poética como dinámica de los nuevos tiempos. De este modo, la expresión posorigenista de una primera órbita fijada en Fina García Marruz, Cleva Solís y Fayad Jamis, señala cauces por donde transita la lírica cubana, en su rumor de constante diálogo con la naturaleza.
Se ha hablado muchas veces, y con sobradas razones, del papel que en la gestación del grupo Orígenes tuvo el asfixiante clima político, moral y cultural de la república frustrada. Se ha mencionado específicamente el impacto de la fracasada revolución antimachadista, y también, aunque con menos frecuencia, el auge de la penetración cultural norteamericana en la Isla y la consiguiente erosión en los hábitos, costumbres, valores, y en los principios mismos de la nación, y la «resistencia» que opuso Orígenes a estos procesos. Este trabajo subraya dos componentes en la percepción origenista de la condición neocolonial de Cuba: la superficialidad, propia de la teatralización de la independencia en un país que ha seguido siendo colonia, y la carencia de finalidad, como expresión de la subordinación y frustración nacionales y del culto a lo exterior. Llama la atención, además, sobre las formas peculiares de rechazo que acompañan a esta percepción, centradas en el esencialismo y la teleología insular.
“La aventura de Orígenes, nombre de la revista que Octavio Paz considerara en su tiempo como una de las mejores del idioma, es también la de un movimiento literario y artístico que abarcó otras publicaciones. Pero el nombre Orígenes es asociado, sobre todo, al grupo de poetas que conformaron la importante antología Diez poetas cubanos (1937-1947), realizada por uno de ellos, Cintio Vitier, en 1948. Aunque aquel nombre implica un poderoso movimiento cultural, la crítica parece coincidir en el carácter de grupo, más que de generación…”
“En Cuba no podemos hablar, dentro de la tradición de pensamiento, de filósofos «puros», sino de hombres volcados a la acción civil o patriótica, pedagógica, científica, política, cuyos pensamientos condujeron a formar una conciencia común y a cimentar las bases de un pensamiento que calzaría tanto la acción individual como la colectiva.
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