martes, 01-07-2025
“El poder patriarcal ha tenido una estructura y una manifestación social y simbólica muy compleja, la que si bien está atravesada por el cordón umbilical de la oposición de lo masculino/femenino, al mismo tiempo funciona a partir de otras coordenadas de notable incidencia en lo que se refiere a la adjudicación de los lugares de dominio y de subalternidad. Coordenadas entre las que me interesa destacar, por la profunda relación que guardan con la dinámica de familia, las relativas al grupo cronológico, al aspecto étnico-cultural y a la identidad de género de los sujetos que integran aquella…”
Profundo conocedor de su pueblo, ideólogo consagrado e imprescindible por su aporte a la conformación de la identidad nacional de Cuba, José Martí no solo soñó una República cordial «con todos y para el bien de todos»: el Apóstol, a partir de su misión de unidad y en su urgente labor en pos del advenimiento definitivo de un estado-nación cubano independiente, contribuyó a la forja de un notable arquetipo, al cual se avizoró como protagonista permanente de nuestro proceso identitario. Tales rasgos suelen ser perfectamente visibles a lo largo de su obra en el periódico Patria, cumbre intelectual del Martí periodista, político y revolucionario. El presente texto discurre por esos cauces de la ideología martiana en el contexto de su labor periodística, siempre subordinada al proceso de construcción de la nación cubana.
¿Qué hace a Cuba tan interesante respecto al debate sobre la matrifocalidad? Aquí muestro cómo, con el tiempo, la matrifocalidad aumentó también en Cuba, sobre todo después de la Revolución, a pesar de que el Estado socialista conservó y estimuló el modelo de familia nuclear. La nivelación de las jerarquías de clase y raciales producidas por la Revolución, junto con una mayor independencia económica de la mujer, ha acarreado una mayor aceptación de las uniones consensuales y de los hogares matrifocales consanguíneos respecto al período pre-revolucionario. Examino la evolución histórica de los hogares matrifocales, u hogares con mujeres como jefas de familia, en Cuba y la comparo con el Caribe anglófono, donde la proporción de estos ha sido siempre mucho mayor que en el Caribe hispánico.
¿La presencia de mujeres en un Parlamento asegura una gestión antipatriarcal? ¿Qué factores son centrales en la catalización de leyes que permitan un avance en la lucha feminista? ¿Cuáles la frustran? Si bien la participación política de las mujeres es, en sí misma, una dimensión de la «justicia de género», las cuotas no son suficientes para garantizar medidas legislativas encaminadas a reconocer sus derechos y en contra de la violencia. Su ineficacia se hace notar en contextos políticos donde predomina una ideología de género patriarcal. Esta investigación tiene como material de base un conjunto de entrevistas a diputadas al Parlamento boliviano durante el año 2008, e intenta un acercamiento al sustrato ideológico de las distintas posiciones en torno al Proyecto de Ley de acoso y violencia política, que sería sancionado en 2012.
(Mención en Premio Temas 2013. Modalidad ciencias sociales) Este ensayo reflexiona sobre mujeres académicas o empresarias porque no son despreciables los elementos que comparten. Como factor común está su condición de empoderadas. La academia y la empresa son espacios de poder, ya que son estructuras básicas para el desarrollo socioeconómico: la primera como fuente de saberes, y la segunda como productora y movilizadora de capitales. Históricamente, han sido organizadas por los hombres, participantes legítimos del espacio público, lo cual ha condicionado un modo de funcionamiento y unas exigencias típicas, desde la lógica patriarcal.
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