“El poder patriarcal ha tenido una estructura y una manifestación social y simbólica muy compleja, la que si bien está atravesada por el cordón umbilical de la oposición de lo masculino/femenino, al mismo tiempo funciona a partir de otras coordenadas de notable incidencia en lo que se refiere a la adjudicación de los lugares de dominio y de subalternidad. Coordenadas entre las que me interesa destacar, por la profunda relación que guardan con la dinámica de familia, las relativas al grupo cronológico, al aspecto étnico-cultural y a la identidad de género de los sujetos que integran aquella…”