sábado, 05-10-2024
“«Trabajadores de Antillana de Acero solicitamos intervención». Como forastero, me sorprendió ver, en La Habana, a principios de los años 60, lemas como este colgados en diferentes centros de trabajo. No atiné a comprender en qué consistía esa «intervención» ni por qué los trabajadores la solicitaban, en lugar de otra cosa. Pude saber que la pedían al gobierno revolucionario, en el cual confiaban. Confundí la intervención con la expropiación: se me aclaró que era la administración temporal de una empresa privada, por el gobierno, de acuerdo con una ley que existía antes del triunfo de la Revolución. Cuando, unos meses más tarde, de hecho llegó la expropiación, y me dijeron que en el pasado quienes mandaban en el país eran los ricos y los Estados Unidos, se me hizo todavía más difícil entender la aprobación de una medida tan peculiar como la intervención. Develar ese misterio me costó estudiar la compleja trayectoria del Estado cubano y su relación con las luchas populares del país…”
(El presente texto se corresponde sustancialmente con la ponencia presentada por el autor a la Conferencia A cien años del 98; España, Cuba, Puerto Rico y Filipinas, celebrada en la Universidad de Salamanca, en octubre de 1999)
“Aun cuando decidiésemos postergar la polémica sobre el momento más apropiado para fijar el término de nuestro lapso secular, no sería difícil admitir que en Cuba este se adelanta a la convención cronológica: el siglo cubano comienza exactamente en 1898. Mucho de lo ocurrido en la Isla durante el siglo que despedimos parece haber tenido su inicio en aquel año. Tanto las consecuencias directas de la guerra, como los problemas presentes en la posterior trayectoria económica del país, tienen una diáfana expresión en los avatares del azúcar, protagonista ineludible del acontecer económico en la mayor de las Antillas. El comportamiento de la producción azucarera y el papel que esta ha desempeñado a lo largo de cien años de transformaciones estructurales, cambiantes condiciones comerciales, variaciones en la dotación de factores productivos y otras incidencias, constituye el objeto de las páginas que siguen…”
Los debates contemporáneos sobre las temporalidades múltiples que marcan la vida de las sociedades y los individuos sugieren una perspectiva novedosa para entender la vida en los centrales azucareros cubanos en la actualidad. El texto, basado en quince años de investigaciones, propone la existencia de una tipología de centrales resultante de los cambios posteriores a la reestructuración de 2002, y reflexiona sobre las perspectivas de desarrollo sociocultural basadas en la agroindustria.
Se propone buenas prácticas de autocuidado entre familias atravesadas por las migraciones, pertinentes para todas y todos en general. Las reflexiones conclusivas transitan por los aprendizajes identifcados en los vínculos con familias migrantes y el autocuidado responsable más allá de las fronteras, el cual se comprende como las prácticas concretas del cuidado de cada persona desde la ResponsHabilidad, término utilizado en los Talleres Experienciales de la Sección InterCreAcción.
Cuba es un país envejecido. El último censo realizado en septiembre del año 2012, arrojó que 18,3% de la población tenía sesenta años o más y, al cierre de 2017, la cifra fue de 20,1%. El significativo declive de la fecundidad, el aumento de la expectativa de vida y el persistente saldo migratorio negativo, son tres eventos sociodemográficos que han conducido al envejecimiento acelerado de su población y han tenido un impacto en las estructuras, dinámicas y funcionamiento de las familias. Entender la relación de las personas mayores y sus familiares en Cuba así como los actuales arreglos de convivencia, es comprender un conjunto complejo de factores que se imbrican entre formas diferentes de envejecer, dinámicas plurales de familia y las particularidades del contexto social cubano.
Se ofrecen datos del contexto demográfico y de salud de las personas mayores de Cuba. Durante la pandemia de COVID-19 se han desarrollado servicios de ayuda domiciliaria, con baja representación antes de ella, como apoyo en los cuidados a las personas mayores vulnerables en la comunidad. El teletrabajo se convirtió en la opción recomendada para personas mayores cuya profesión les permita realizarlo. Debemos aprender lecciones y sacar provecho del mal momento: expansión de servicios domiciliarios, tanto sociales como sanitarios, teletrabajo, voluntariado, capacitación al personal de salud sobre manejo de problemas de salud en los pacientes mayores, son algunos de los aspectos que deben quedarse en la “nueva normalidad” definida por la COVID-19.
Se intenta abrir un camino de reflexiones para invertir la visión de la relación entre los cuidados y las personas mayores. Se parte de un trabajo de investigación cualitativa desarrollada en Cuba desde 2010, y en Francia, más recientemente. Obviando el ámbito privado de los cuidados familiares, donde las personas mayores desempeñan un papel importante en dichos países, se centra en las organizaciones para ellas, en particular dos en las que participo o he participado: la asociación Old'up de París y un círculo de abuelos de La Habana.
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