viernes, 14-03-2025
Para entender lo que ocurre con la izquierda mexicana en el sexenio presidencial de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) resulta esclarecedor contrastar el momento actual con dos circunstancias: una, a mediados de los años 30, a la sombra de un gobierno que impulsó profundas reformas sociales mientras institucionalizaba y disciplinaba los movimientos obrero y campesino; segundo, en la coyuntura de 1988-89 cuando, al calor de las protestas por el fraude electoral en contra de la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas, las principales organizaciones socialistas mexicanas se disolvieron en el seno del Partido de Revolución Democrática (PRD). Se trata de evidenciar, por analogía, un trazo grueso y fundamental que demuestre un acontecimiento recurrente en la historia mexicana.
Se trata de una aproximación a la doble dimensión participativa de los migrantes dentro del proceso de toma de decisiones, mediante el sufragio, tanto en el país receptor como en su país de origen. Trata de exponer, de manera sucinta, que son nuevas formas de expresión política que asumen los migrantes en la contemporaneidad.
Este artículo se basa en investigaciones académicas existentes, noticias de prensa e investigaciones de campo de primera mano realizadas en La Habana durante tres años. Sostiene que la respuesta a la pandemia en Cuba, coordinada, sin ánimo de lucro y basada en la salud pública, que incorpora la vacunación de alta absorción utilizando vacunas de alta eficacia, constituye un estudio de caso poco reconocido de un sistema que ha proporcionado a las poblaciones resultados sanitarios excepcionalmente positivos al enfrentarse al virus.
El presente trabajo se centra en la influencia cultural del internacionalismo cubano en la perspectiva Norte-Sur; en él, utilizo el ejemplo de los movimientos antiautoritarios de Berlín occidental ante la Revolución cubana, y formulo algunas cuestiones preliminares que considero particularmente relevantes para el tema y para comprender la relación de los jóvenes de Berlín con Cuba.
“En 1968, las relaciones entre la Revolución cubana y la Unión Soviética apenas tenían diez años. Se habían iniciado en la segunda mitad de 1958 cuando las fuerzas rebeldes, en busca de armamentos, hicieron los primeros contactos con Europa oriental. En ese breve lapso, dichos vínculos pasaron por diferentes momentos: uno inicial, de sorpresa soviética, que duró hasta finales de 1960, cuando Jruschov se percató de la trascendencia histórica de lo acontecido y decidió jugarse el todo por el todo en apoyo a la joven revolución. Además, Cuba parecía la confirmación de su hipótesis de que, en las nuevas condiciones, los trabajadores de los países capitalistas podían hacer por sí solos sus revoluciones sin ayuda externa. Por si fuera poco, los barbudos de Fidel rememoraban, para los revolucionarios soviéticos, sus propios momentos de gloria…”
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