sábado, 19-04-2025
El blog de la revista Temas
El papel de Cuba en las elecciones presidenciales estadounidenses
Debe estar autenticado para compartir
Pocos países han ocupado un lugar tan destacado en las elecciones estadounidenses a lo largo de los años como Cuba. Desde la primera campaña presidencial tras la Revolución Cubana en 1959 hasta las elecciones de 2020, los candidatos han mencionado a Cuba para criticar a su oponente por ser blando con el comunismo y débil en política exterior, o para atraer a los votantes cubanoamericanos en el disputado estado de Florida. De hecho, en la mitad de las elecciones presidenciales celebradas desde 1960, los presidentes en el cargo han permitido que la presión electoral influyera en su política hacia Cuba, ya sea endureciendo las sanciones o retirándose del diálogo.
Esta percepción de presión electoral ha distorsionado gravemente la política exterior estadounidense hacia Cuba. Desde 1959, esa política ha irritado a nuestros aliados, ha acercado a Cuba a los competidores geopolíticos de los Estados Unidos, ha empeorado los derechos humanos en Cuba y ha permitido al régimen cubano movilizar el apoyo nacionalista. Y ello a pesar de que los cubanoamericanos solo han decidido en una elección desde 1960. De hecho, como demuestra este estudio, la influencia electoral de los cubanoamericanos ha sido mucho más limitada de lo que generalmente se supone.
La breve apertura de los Estados Unidos a Cuba durante la presidencia de Barack Obama resultó ser una anomalía. El presidente Trump revirtió rápidamente gran parte de las políticas de su predecesor para ganarse el favor de los votantes cubanoamericanos de Miami basándose en las promesas que hizo durante su campaña de 2016. El presidente Biden, a pesar de su retórica durante las elecciones de 2020, ha mantenido la mayoría de las sanciones de Trump.
Washington debería cambiar de rumbo y aplicar una política hacia Cuba que sirva a los intereses nacionales de los Estados Unidos en general, y no a los intereses localistas de la población cubanoamericana de Miami. Los dos países comparten intereses comunes en una serie de cuestiones que pueden servir de base para un compromiso productivo.
Los Estados Unidos debería levantar el embargo económico, o al menos reducir su alcance para permitir una mayor participación comercial, cultural y entre personas. Durante más de 60 años, el embargo no ha logrado derrocar al régimen cubano ni fomentar un cambio positivo. Relajarlo mejoraría la vida del pueblo cubano y ofrecería nuevas oportunidades de inversión a las empresas estadounidenses. Los profundos lazos culturales y los intereses compartidos entre los Estados Unidos y Cuba implican que la normalización de las relaciones debería ser el objetivo político último. Hacer realidad esa ambición no será fácil políticamente; pero, a medida que Florida se vuelve más sólidamente republicana y menos un estado disputado, los costos electorales de hacerlo disminuyen rápidamente. Los Estados Unidos necesita una política exterior para Cuba, no una política impulsada por cálculos electorales a corto plazo.
Traducción al español: Temas. Original en inglés: Cuba´s Role in U.S. Presidential Elections (Quincy Institute for Responsible Statecraft, 22 de mayo de 2024).
Temas agradece a nuestro colaborador, el profesor William Leogrande, y al Quincy Institute for Responsible Statecraft, que auspició su realización y lo publicó en su versión original, por su autorización para traducir al español y publicar este notable ensayo de investigación. Su minuciosa documentación, basada en todo tipo de fuentes primarias y secundarias, su detallada perspectiva histórica, su análisis ecuánime de cada problema, su demostración de las tesis sustentadas, contribuyen decisivamente a esclarecer visiones y opiniones comúnmente aceptadas y compartidas en los medios, sobre la base de la investigación.
Brent Scowcroft
Consejero de Seguridad Nacional del Presidente George H. W. Bush
Durante su campaña en 2020, Joe Biden prometió retomar, «en buena medida», la política de Barack Obama de normalizar las relaciones con Cuba; pero los demócratas perdieron ampliamente en Florida, en parte porque los votantes cubanoamericanos dieron un brusco giro a la derecha. Ese revés hizo que la Casa Blanca de Biden se mostrara reacia a revertir las draconianas sanciones económicas que Donald Trump impuso a la Isla, a pesar del daño paralizante causado a Cuba por la pandemia del COVID-19. A medida que avanza la campaña de 2024, el Departamento de Estado sigue designando a Cuba como Estado patrocinador del terrorismo; bloqueando su acceso a las instituciones financieras internacionales; las empresas extranjeras y nacionales siguen enfrentándose a la amenaza de demandas federales estadounidenses si se atreven a hacer negocios con Cuba, y una serie de restricciones limitan a los residentes estadounidenses que quieran visitar Cuba. Biden ha continuado con las políticas encaminadas a estrangular el acceso de Cuba al petróleo, bloquear los contratos cubanos para prestar servicios médicos a terceros países y castigar a los europeos que visitan Cuba negándoles la exención de visado para entrar en los Estados Unidos.
Como política exterior, los resultados han sido, cuando menos, contraproducentes. Esta constelación de medidas ha catalizado la mayor crisis migratoria desde 1959, con la llegada de más de 450.000 cubanos a los Estados Unidos en los últimos dos años; ha irritado a los aliados latinoamericanos y europeos; ha acercado a Cuba, por desesperación, a Rusia y China, rivales gloales de los Estados Unidos, y, aunque ha exacerbado la crisis humanitaria post-pandémica en Cuba, no ha hecho nada para mejorar los derechos humanos o las perspectivas de una apertura democrática. Tales son las consecuencias de que un problema internacional se trate como un fútbol político interno.
Pocos países han ocupado un lugar tan destacado en las elecciones estadounidenses a lo largo de los años como Cuba. Desde la primera campaña presidencial tras el triunfo de la Revolución en 1959 hasta la contienda de 2020, los candidatos han suscitado el tema para criticar a su oponente por ser blando con Cuba y la política exterior en general, o para atraer a los votantes cubanoamericanos en el disputado estado de Florida. Como ha señalado Susan Eckstein, existe un «ciclo de política electoral étnica» en la política estadounidense hacia Cuba.[1] En años electorales, es mucho más probable que la política se vea impulsada por preocupaciones de esta índole, lo que se traduce en sanciones más duras o en el fin de los esfuerzos por mejorar las relaciones. Ha habido dieciséis elecciones presidenciales en los Estados Unidos entre 1960 y 2020. En seis ocasiones, los presidentes en ejercicio han endurecido las sanciones durante un año electoral para reforzar las perspectivas electorales de su partido:
Solo en una ocasión un presidente estadounidense ha relajado las sanciones durante un año electoral; en 2016, Barack Obama suavizó elementos del embargo como parte de su política más amplia de normalización de relaciones, porque había abandonado la de diplomacia coercitiva en su totalidad.[2]
Las campañas electorales tampoco son un entorno saludable para la diplomacia. En cuatro ocasiones, las inminentes elecciones estadounidenses han descarrilado los esfuerzos por mejorar las relaciones entre Washington y La Habana:
En resumen, en la mitad de las elecciones presidenciales celebradas desde 1960, los presidentes en el cargo han permitido que la presión electoral ejercida sobre ellos influyera en su política hacia Cuba, ya sea endureciendo las sanciones o retirándose del diálogo. A pesar de esta relativa consistencia en los resultados políticos, la política en torno a Cuba no ha sido estática. En los 65 años transcurridos desde la Revolución cubana, se han producido cuatro grandes cambios en la dinámica del papel de Cuba en la política interna estadounidense.
En las campañas de los años sesenta a los ochenta predominaron los temas de la Guerra Fría. Cuba se consideraba como un representante de la Unión Soviética, y una política dura hacia Cuba se veía como el sello distintivo de una política exterior fuerte en general.
El colapso de la Unión Soviética y el final de la Guerra Fría coincidieron con la aparición de los cubanoamericanos como un importante bloque de votantes, lo que modificó la forma en que los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos abordaban la cuestión. Mientras que en las elecciones anteriores el foco sobre la seguridad nacional se dirigía al electorado en general, a partir de la década de 1990, los candidatos apelaron a los votantes cubanoamericanos con el tema de democracia y derechos humanos.
Antes de 1992, los demócratas consideraban Florida un estado sólidamente republicano, raramente competitivo en las elecciones presidenciales, y prestaban escasa atención al creciente bloque de votantes cubanoamericanos. Sin embargo, la campaña de Bill Clinton en 1992 pretendía competir en Florida atrayendo a los cubanoamericanos con una política hacia Cuba más dura que la de George H. W. Bush. Aunque no ganó en Florida en 1992, sí lo hizo en 1996 estableciéndolo como un estado en disputa. Además, ganó suficientes votos cubanoamericanos como para que los candidatos demócratas a la presidencia siguieran el manual de Clinton de «mano dura con Cuba» durante los tres ciclos electorales siguientes.
Barack Obama rompió con esta tradición aceptada en 2008 apelando a los miembros moderados de la comunidad cubanoamericana con una política de compromiso. Para sorpresa de muchos operativos demócratas, tuvo incluso más éxito que Clinton, al ganar la mitad del voto cubanoamericano en Florida en 2012, lo que preparó el escenario para su dramática decisión de normalizar las relaciones con La Habana en 2014. Su decisión de poner fin a 60 años de hostilidad fue aplaudida en todo el mundo e inesperadamente popular en su país, incluso entre muchos cubanoamericanos.
Entonces Donald Trump, en un esfuerzo por movilizar a la base conservadora cubanoamericana del Partido Republicano de Florida, dio marcha atrás al reloj deshaciendo la mayor parte de lo que Obama había hecho. Un giro a la derecha en la opinión cubanoamericana en respuesta al liderazgo de Trump y una nueva ola de inmigrantes descontentos reconfiguraron la política en la comunidad, lo que acobardó a los líderes moderados que habían apoyado la apertura de Obama.
Biden ha respondido con un extraño enfoque híbrido, suavizando algunas de las sanciones de Trump, pero manteniendo la mayoría, un compromiso imposible entre la política de coexistencia de Obama y la política de cambio de régimen de Trump. La consigna de la administración ha sido ser «dura con el régimen» al tiempo que «apoya al pueblo cubano»[3] —como si fuera posible empujar al gobierno a la bancarrota sin empobrecer a la población.
Desde el triunfo de la Revolución en 1959 hasta la década de 1980, Cuba fue tanto un punto focal como un símbolo de la rivalidad de la Guerra Fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. Dado que ninguna administración fue capaz de hacer retroceder la Revolución o de doblegar el comportamiento cubano a su voluntad, Cuba fue un tema conveniente para que los aspirantes a la presidencia lo invocaran como ejemplo de la debilidad de la política exterior de la administración en el poder.
En 1960, John F. Kennedy acusó a la administración Eisenhower-Nixon de haber perdido Cuba a manos del comunismo (devolviendo el golpe a los republicanos, que en la década de 1950 acusaron a los demócratas de haber perdido China). Desde agosto de 1960 hasta el día de las elecciones, Cuba fue uno de los temas principales de los discursos de Kennedy, ofrecidos como ejemplo de una larga lista de fracasos políticos de Eisenhower y Nixon. «Si no puedes enfrentarte a Castro, ¿cómo se puede esperar que te enfrentes a Khrushchev?», se burló Kennedy del vicepresidente Richard Nixon durante la campaña electoral.[4] Kennedy incluso hizo de Cuba el tema principal de su discurso de apertura en el cuarto debate presidencial.
Preocupado porque la retórica antiamericana de Castro y su giro hacia Moscú le hicieran parecer blando, Nixon se convirtió en uno de los defensores más abiertos del gobierno a favor de las sanciones económicas y la invasión paramilitar que se convirtió en el fiasco de Bahía de Cochinos en 1961. Nixon quería lanzarla antes de las elecciones de noviembre. «Habría sido pan comido» ganar las elecciones si la administración Eisenhower hubiera sido capaz de derrocar a Fidel Castro en los últimos días de la campaña presidencial, explicó un alto asesor de campaña de Nixon.[5]
Una vez en el poder, Kennedy estableció la arquitectura básica de la política de cambio de régimen, desplegando fuerzas paramilitares, lanzando una amplia gama de operaciones encubiertas e imponiendo un embargo económico global que sigue vigente hoy en día. Washington ya no recurre a ataques paramilitares en la Isla (aunque algunos exiliados cubanos hacen incursiones ocasionales en su territorio); pero el resto del marco político de Kennedy ha demostrado una notable resistencia a pesar de no haber logrado su objetivo declarado.
Cuando la campaña de Goldwater se puso en marcha, en otoño de 1963, criticó a Kennedy por prometer a Moscú que los Estados Unidos no atacaría Cuba, parte del acuerdo que puso fin a la crisis de los misiles de 1962. Goldwater propuso establecer un gobierno en el exilio en la base Naval de Guantánamo y construir un nuevo ejército con exiliados para otra invasión.[6] Kennedy, por el contrario, esperaba explotar la irritación de Fidel Castro por la retirada de los misiles soviéticos ofreciendo un acercamiento si Cuba echaba a los soviéticos.
Tras el asesinato de Kennedy, el presidente Lyndon B. Johnson rompió las conversaciones que el primero había iniciado. No quería parecer blando con nada, «especialmente con Cuba», dijo a su personal el consejero de Seguridad Nacional McGeorge Bundy.[7] En lugar de ello, Johnson presionó con éxito a una renuente OEA para que impusiera sanciones obligatorias contra Cuba rompiendo todas las relaciones diplomáticas y comerciales.
Vietnam dominó las campañas presidenciales de 1968 y 1972, pero en 1975, Ronald Reagan montó un desafío primario al Presidente Gerald Ford atacando toda la arquitectura de la distensión, especialmente la política de Ford hacia Cuba y el Canal de Panamá. Reagan acusó a Ford y al Secretario de Estado Henry Kissinger de «trabajar durante meses, durante casi un año, para amigarse con Castro, para relajar las tensiones y tener relaciones con la Cuba de Castro».[8] No se equivocaba.
Después de haber dado un golpe diplomático con su apertura a China, Kissinger trató de extender la normalización a Cuba, y las negociaciones con ese fin estaban en marcha.[9]
Reagan declaró que no hablaría con el gobierno cubano hasta que Castro echara a los soviéticos, accediera a que los Estados Unidos conservara la base naval de Guantánamo, restaurara los derechos democráticos y dejara de «exportar su revolución a otros países».[10] Ford contraatacó rompiendo las negociaciones con Kissinger. «Permítanme decir categórica y enfáticamente», declaró durante una parada de campaña en Florida, «Estados Unidos no tendrá nada que ver con la Cuba de Castro, y punto».[11]
Más tarde, cuando le preguntaron sobre qué había hecho descarrilar el intento de acercamiento de Kissinger, un funcionario cubano respondió: «Sus elecciones».[12]
Cuando Jimmy Carter asumió el cargo, reabrió el diálogo de normalización con La Habana, pero pronto se vio descarrilado por la implicación militar de Cuba en África. Advertido por el consejero de Seguridad Nacional, Zbigniew Brzezinski, de que las aventuras africanas de La Habana hacían parecer débil al presidente, Carter retrocedió a la tradicional política de hostilidad a medida que se acercaban las elecciones de 1980.
En 1980, Reagan renovó su ataque a la distensión y volvió a poner a Cuba como prueba de la debilidad hacia la Unión Soviética. «Es hora de dejar de fingir que la distensión con la Unión Soviética sigue viva mientras arma a los cubanos hasta los dientes y los envía a asegurar las cabezas de playa soviéticas en el Tercer Mundo», dijo Reagan en su discurso electoral. «Por qué no podríamos bloquear Cuba y luego decir a los soviéticos: “Cuando vuestras tropas salgan de Afganistán, retiraremos el bloqueo alrededor de Cuba”». Carter había sido un insensato, dijo Reagan, al ofrecer a Cuba «una mano de amistad» para normalizar las relaciones.[13]
La crisis migratoria del Mariel en el verano de 1980 desplazó el debate del supuesto papel de Cuba como representante soviético a su amenaza para la seguridad fronteriza. La incapacidad de Carter para controlar la frontera sur —tras la invasión soviética de Afganistán y la toma de rehenes estadounidenses en Irán— reforzó la percepción pública de que el presidente era incapaz de defender los intereses estadounidenses. «Carter no pudo sacar a los rusos de Cuba», bromeó Reagan, «así que está sacando a los cubanos».[14]
Las elecciones de 1980 marcaron un punto de inflexión a partir del cual los candidatos presidenciales dirigieron sus mensajes sobre Cuba no al electorado en su conjunto, sino a un bloque específico de votantes muy motivados: los cubanoamericanos de Florida. El tema de Cuba como representante de la Unión Soviética desapareció con el final de la Guerra Fría; pero al exilio cubano le seguía importando mucho la política estadounidense hacia la Isla. Apoyaron con su dinero y su creciente poder electoral a los candidatos que estaban de acuerdo con ellos y castigaron a los que no lo estaban.
Antes de la década de 1980, la diáspora cubana en los Estados Unidos era demasiado pequeña para influir en las elecciones presidenciales, pero los primeros atisbos de activismo político se hicieron visibles más de una década antes. Con la aprobación de la Ley de Ajuste Cubano en 1966, cada vez más exiliados se convirtieron en residentes permanentes y luego en ciudadanos. A medida que la comunidad se enfrentaba a la realidad de que había pocas posibilidades de derrocar a Fidel Castro, los miembros activistas dirigieron su atención, primero, a la política local y, luego, a la nacional. Miami fue sede de Cuban Americans for Nixon en 1968 y 1972, y de Cuban Americans for McGovern en 1972.
El número de votantes cubanos con derecho a voto en Florida seguía siendo demasiado reducido en los años 60 y principios de los 70 como para influir en el resultado de la mayoría de las elecciones estatales. En 1968, los votantes cubanos elegibles eran solo el 1% del electorado de Florida, y solo la mitad de ellos estaban registrados.[15] No obstante, el ritmo al que se registraban presagiaba su influencia futura, y no era un buen augurio para los demócratas. En las circunscripciones predominantemente cubanas de Miami-Dade en 1968, Nixon y el gobernador segregacionista de Alabama George Wallace (que se presentaba como independiente) obtuvieron juntos el 60% del voto cubanoamericano (véase el cuadro 1).[16]
En 1976, el número de votantes cubanoamericanos con derecho a voto en Florida se había duplicado desde el censo de 1970, y representaba aproximadamente el 4% de los votantes del estado con ese derecho. Los que solicitaban la naturalización se multiplicaron por cuatro con respecto a años anteriores. «Hubo un tiempo en que convertirse en ciudadano estadounidense era considerado antipatriótico por algunos líderes de edad avanzada», explicó Alfredo Durán, veterano de Bahía de Cochinos y presidente del Partido Demócrata de Florida. «Ahora, todo el mundo quiere tener un pasaporte estadounidense y el derecho a votar».[17] Por primera vez, los votantes cubanoamericanos constituían un electorado lo bastante numeroso —alrededor del 23% de los republicanos inscritos en el condado de Dade— como para decidir potencialmente las primarias republicanas de Florida.
Los candidatos presidenciales que hacían campaña en el sur de Florida aprendieron a esperar preguntas sobre su postura respecto a Cuba. Una encuesta de 1983 reveló que las actitudes intensamente anticastristas dominaban la comunidad cubanoamericana. El 78% estaba de acuerdo en que los Estados Unidos debía proporcionar armas y entrenamiento a los grupos que intentaban derrocar a Castro, y dos tercios estaban a favor de una invasión estadounidense a la isla.[18] De 1993 a 2016, la encuesta de la Universidad Internacional de Florida (FIU, por sus siglas en inglés) a cubanoamericanos en el sur de ese estado preguntó cuán importante era la posición de un candidato sobre Cuba para determinar su voto. Consistentemente, mayorías que oscilaban entre el 64% y el 78% lo consideraron importante, y entre el 37% y el 48% lo consideraron muy importante.[19] «Quizá solo en la comunidad cubana del sur de Florida los candidatos a concejal, juez de circuito y legislador estatal pueden ganar o perder unas elecciones basándose únicamente en sus plataformas de política exterior», escribió Miguel González-Pando en su historia de la comunidad cubanoamericana.[20]
Gerald Ford ganó las primarias de Florida en 1976 con el 53% de los votos, frente al 47% de Reagan, pero este ganó ampliamente el voto cubanoamericano, 71% contra 29%.[21] Cuatro años más tarde, Reagan se propuso capturar el voto cubanoamericano de forma agresiva. Durante su campaña en la «Pequeña Habana» de Miami, en vísperas de las primarias republicanas de Florida, Reagan asistió al festival anual de la Calle Ocho; depositó una corona de flores en el monumento a los exiliados muertos en la Bahía de Cochinos, y, a continuación, celebró una conferencia de prensa limitada a periodistas cubanoamericanos, en la que criticó a la administración Carter por «acosar […] a los que simpatizan con la liberación de Cuba» (se refería a las investigaciones federales sobre una oleada de atentados terroristas y asesinatos cometidos por grupos paramilitares del exilio cubano en Nueva York y Miami).[22] En noviembre de 1980, Reagan ganó en Florida por 55% contra 35%, obteniendo el 80% del voto cubanoamericano (véase el cuadro 1).
Cuadro 1: Votación cubanoamericana en las elecciones presidenciales en Florida (1976-2020)
* Los cubanos en Miami-Dade constituían alrededor del 60 % de los cubanos en Florida. Recopilado de varias fuentes.
Fuente: Los datos de origen sobre el margen de victoria en Florida son de “Statistics Data Archives Elections”, The American Presidency Project, Universidad de California, Santa Barbara. https://www.presidency.ucsb.edu/statistics/elections
A principios de la primera administración Reagan, Richard V. Allen, asesor de Seguridad Nacional de Reagan, animó a un grupo de exiliados ricos a crear la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), que se convirtió en una de las organizaciones étnicas de política exterior más poderosas de los Estados Unidos. Dominaba tanto la política cubanoamericana en el sur de Florida que todos la conocían simplemente como «la Fundación».[23] La comunidad cubanoamericana pasó de ser un electorado relativamente pequeño y desorganizado, que influía solo en las primarias, a ser una fuerza política muy organizada y un componente clave de la base republicana en las elecciones generales de Florida. También apoyó con sus opiniones las políticas de Reagan hacia Cuba y América Central.
En el año previo a las elecciones de 1984, el 75% de los nuevos votantes cubanoamericanos se registraron como republicanos en el condado de Dade, y el número total de republicanos registrados entre los cubanoamericanos superó al número total de demócratas. En noviembre, Reagan ganó entre el 88% y el 93% del voto cubanoamericano en Florida. «La retórica anticomunista de Reagan es tan fuerte que los cubanos simplemente están enamorados de él», admitió Alfredo Durán.[24]
La campaña de 1988 ofreció a los cubanoamericanos conservadores la oportunidad de mostrar su nuevo poder político. Reagan no impuso nuevas sanciones a Cuba durante su segundo mandato y negoció la reanudación de un acuerdo migratorio suspendido desde 1984. «Reagan llegó a la presidencia como Rambo, pero ahora actúa más como Mickey Mouse», se quejó Tomás García Fusté, director de noticias de la emisora de radio en español más popular de Miami.[25] En un viaje de campaña a Miami para apoyar la candidatura de George H. W. Bush, Reagan fue recibido por 250 airados manifestantes mientras sobrevolaban aviones con pancartas en las que se leía: «No a las negociaciones con Cuba» y «No juegues con las palabras, deja de hablar con Castro».
«En lo que concierne a esta administración, la libertad para Cuba, la libertad para su pueblo, es una exigencia no negociable», prometió Reagan en el acto de campaña. «Mientras Cuba siga siendo una mazmorra comunista inhumana […] no puede ni debe haber normalización de relaciones».[26]
Sin embargo, la frustración de los cubanoamericanos con la política hacia Cuba de la administración Reagan-Bush no redundó en beneficio de los demócratas. «La idea de que Cuba ha sido abandonada como objetivo prioritario de la política exterior es causa de gran disgusto, supongo, o insatisfacción», señaló el alcalde de Miami, Xavier Suárez, pero «no lo suficiente como para que nadie se pase a los opositores».[27] Otro cubanoamericano lo expresó de esta manera: «La mayoría de nosotros somos votantes de un solo tema, y votamos al candidato que más odia a Castro. Y esta vez ése es claramente Bush».[28] En las elecciones generales contra Michael Dukakis, Bush obtuvo el 85% del voto cubanoamericano en Florida (véase el cuadro 1).
Las elecciones presidenciales de 1992 marcaron un antes y un después para la cuestión de Cuba en las elecciones estadounidenses de ese nivel. El anticomunismo de la comunidad cubanoamericana la había llevado a apoyar a los republicanos por amplios márgenes, por lo que los demócratas le prestaron poca atención antes de 1992. Además, Florida no se consideraba en general un estado pendular. Desde la victoria de Harry Truman en 1948, los demócratas habían ganado el estado en dos ocasiones únicamente (Johnson en 1964 y Carter en 1976). Walter Mondale solo hizo una parada de campaña en Florida tras su nominación en 1984, y Dukakis redujo sus operaciones de campaña allí dos meses antes de las elecciones de 1988.
Como ex gobernador de Arkansas, Bill Clinton estaba decidido a romper el dominio republicano en el sur, y Florida era uno de sus objetivos. El electorado de Florida era más heterogéneo que el de otros estados sureños: jubilados del noreste, latinos de varios países, puertorriqueños, cubanos, haitianos y más. El crecimiento demográfico también aumentó su importancia. En 1960, solo tenía 10 votos electorales; en 1992, contaba 25, el cuarto más importante por detrás de California, Nueva York y Texas. Para un republicano, hallar el camino de la victoria sin Florida se había vuelto casi imposible.
El peso político de los cubanoamericanos también había crecido espectacularmente durante los años Reagan-Bush. «En unas elecciones generales reñidas en las que los cubanoamericanos acuden a las urnas en mayor medida que nadie, pueden dar a un candidato republicano una ganancia neta de hasta seis puntos porcentuales», señaló Robert Joffee, director de la encuesta Mason-Dixon Florida.[29]
Clinton no esperaba ganar el voto cubanoamericano, pero aspiraba a obtener el suficiente como para que la ventaja demócrata entre los ancianos, los latinos no cubanos y los afroamericanos se impusiera en el estado. Al principio de su campaña, vio una oportunidad de flanquear al Presidente Bush por la derecha. En el Congreso se estaba tramitando un proyecto de ley para endurecer el embargo, la Ley para la Democracia en Cuba (CDA, por sus siglas en inglés), patrocinada por dos demócratas: el representante Robert Torricelli, de Nueva Jersey, y el senador Bob Graham, de Florida. El presidente Bush se opuso al proyecto de ley porque sus disposiciones extraterritoriales amenazaban con dañar las relaciones con los aliados de los Estados Unidos.
El 23 de abril de 1992, Clinton asistió a una recaudación de fondos en el Victor's Café, en el corazón de la Pequeña Habana, con 300 de los cubanoamericanos más ricos de Miami. «Creo que esta administración ha perdido una gran oportunidad de apretarle las clavijas a Fidel Castro y a Cuba», dijo Clinton a los asistentes, en su mayoría republicanos. «He leído el proyecto de ley Torricelli-Graham y me gusta». La campaña de Clinton recaudó 125 000 dólares esa noche.[30]
La táctica de Clinton fue cuidadosamente orquestada por Torricelli y el presidente de la FNCA, Jorge Mas Canosa. Mas le dijo a Clinton en marzo que si apoyaba la CDA, Mas le abriría las puertas de la comunidad cubanoamericana, que, no por casualidad, presionaría a Bush para que apoyara el proyecto de ley.[31]
Funcionó. Menos de dos semanas después del apoyo de Clinton en Miami, Bush anunció que él también apoyaba la CDA. Al firmar el proyecto de ley en Miami, Bush declaró: «Para que surja la libertad en Cuba, Fidel Castro debe caer. Nuestra política es la única manera de decirlo, simple y llanamente: democracia, Sr. Castro, no alguna vez, no algún día, sino ahora».[32] Clinton, sin embargo, había establecido su bona fide como duro con Cuba. En septiembre, trece miembros cubanoamericanos del comité ejecutivo del Partido Republicano del condado de Dade rompieron con su partido para apoyar a Clinton porque creían que haría más por librar a Cuba de Fidel Castro que Bush.[33] Menos de una semana antes de las elecciones, los líderes de la FNCA emitieron una declaración elogiando el «profundo compromiso de Clinton de seguir ejerciendo presión sobre el régimen de Castro». Lo más importante, concluía la declaración, es que «no debemos temer una administración de Bill Clinton».[34]
Sin embargo, el día de las elecciones, la mayoría de los cubanoamericanos siguieron votando con su tradicional lealtad republicana; Bush obtuvo el 71% de sus votos frente al 22% de Clinton (véase el cuadro 1). Bush ganó en Florida por solo 100.000 votos, una victoria tan ajustada que los cubanoamericanos podían atribuírsela con razón, pero Clinton ganó en todo el país. La lección que los operadores políticos demócratas extrajeron de 1992 fue que una postura dura respecto a Cuba podía erosionar el apoyo republicano entre los cubanoamericanos, lo suficiente como para poner Florida en juego, obligando a los republicanos a dedicar tiempo y dinero allí, en lugar de en otros lugares. Florida se había convertido en un estado pendular.
Luego, el 24 de febrero, dos aviones Cessna del grupo cubanoamericano Hermanos al Rescate fueron derribados por cazas MiG cubanos cuando se aproximaban al espacio aéreo cubano. Los cuatro pilotos murieron. El derribo alteró drásticamente el ambiente político en Washington. «Clinton lleva tres años tratando de acercarse a Castro», denunció el senador republicano y candidato presidencial Robert Dole.[35] En campaña en Miami, a pocas semanas de las primarias de Florida, Dole exigió que «los asesinos» responsables del derribo fueran acusados, condenados y ejecutados.[36]
En la Casa Blanca, los asesores políticos del presidente argumentaron que no tenía más remedio que firmar el proyecto de ley Helms-Burton a pesar de sus objeciones al respecto. El 12 de marzo de 1996, Clinton firmó la Ley y entregó el bolígrafo a Jorge Mas Canosa como recuerdo. «Apoyar el proyecto de ley fue una buena política electoral en Florida», escribió Clinton en su autobiografía, «pero minó cualquier posibilidad que pudiera tener si ganaba un segundo mandato de levantar el embargo a cambio de cambios positivos dentro de Cuba».[37]
En noviembre, Clinton obtuvo entre el 35% y el 40% de los votos cubanoamericanos —el mejor resultado desde Jimmy Carter en 1976—, aunque ganó Florida por un margen tan amplio que habría ganado el estado aunque no hubiera obtenido mejores resultados entre los cubanoamericanos en 1996, comparado con 1992. El resultado reforzó la opinión generalizada entre los demócratas de que, con respecto a Cuba, tenían que ser igual de duros que los republicanos para que los cubanoamericanos votaran en función de otras cuestiones, en las que los demócratas tenían ventaja.[38]
La campaña presidencial de 2000 acababa de empezar cuando Elián González, de cinco años, apareció flotando en una cámara de neumático en el estrecho de la Florida el Día de Acción de Gracias de 1999. Su madre y otras diez personas se ahogaron al zozobrar una pequeña embarcación de las que usan los contrabandistas en ruta de Cuba a Miami. El Servicio de Inmigración y Naturalización puso al niño bajo la custodia de su tío abuelo Lázaro González en Miami, pero su padre en Cuba, Juan Miguel González, quería recuperar a su hijo. Los «parientes de Miami», como llegaron a ser conocidos, se negaron a entregarlo. Elián se convirtió en un símbolo para la comunidad cubanoamericana de Miami. Una encuesta del Miami Herald reveló que el 91% de los cubanoamericanos del sur de Florida creían que Elián debía permanecer en los Estados Unidos.[39] «Desde la Bahía de Cochinos, no ha habido un asunto de este nivel de importancia para los votantes cubanoamericanos», dijo el encuestador de Washington Rob Schroth.[40]
Tras determinar que el padre de Elián era un buen padre, la administración Clinton dictaminó que Elián debía serle devuelto.[41] Los airados republicanos del Capitolio presentaron una ley para conceder la ciudadanía estadounidense a Elián, a la vez que acusaron a la administración Clinton de querer «apaciguar al régimen castrista».[42] Los candidatos republicanos a la presidencia George W. Bush y John McCain argumentaron que el padre de Elián debería estar obligado a venir a los Estados Unidos para reclamar su custodia, y Bush expresó su apoyo a la iniciativa del Congreso de convertir a Elián en ciudadano mediante una ley.[43] En el bando demócrata, Al Gore se mostró partidario de «lo que sea mejor para el niño», sin aventurar una opinión sobre lo que podría ser.[44]
En abril, Juan Miguel González llegó a los Estados Unidos para recoger a Elián, pero los familiares de Miami ignoraron una orden federal de entregarlo. Alex Penelas, alcalde demócrata del condado de Miami-Dade, advirtió que los cubanoamericanos harían responsable a Gore si Clinton devolvía a Elián a Cuba. La Fundación Nacional Cubano Americana amenazó con trabajar activamente para derrotar a Gore. «Si devuelven a Elián», dijo Jim Nicholson, presidente del Comité Nacional Republicano, «la comunidad cubana recordará qué partido quiso devolver a un niño pequeño a Fidel Castro a través de una alambrada».[45]
Mientras el Departamento de Justicia negociaba con los familiares de Miami, Gore rompió repentinamente con la administración y declaró que Elián debía permanecer en los Estados Unidos.[46] La táctica de Gore estaba tan obviamente diseñada para atraer a los votantes cubanoamericanos que reforzó una de sus principales debilidades: la percepción pública de que era un oportunista sin principios. Gallup descubrió que el público desaprobaba la gestión de Gore en el caso de Elián por un margen de dos a uno.[47] «Perdió un gran número de votantes a nivel nacional porque consideraban que estaba complaciendo a la comunidad cubano-americana», dijo el encuestador Sergio Bendixen, «y no ganó ningún apoyo cubano-americano».[48]
A las 5:15 de la mañana del 22 de abril de 2000, un equipo SWAT ([Special Weapons and Tactics], en español, Armas y Tácticas Especiales) del Servicio de Inmigración y Naturalización irrumpió en la casa de los familiares de Miami y se llevó a Elián. Para muchos cubanoamericanos, la separación forzosa del niño de sus familiares de Miami y su regreso a Cuba produjo un profundo sentimiento de traición. Gore intentó recuperarse eligiendo como compañero de fórmula al senador demócrata Joe Lieberman, de Connecticut. Este había sido amigo íntimo del presidente de la FNCA, Jorge Mas Canosa, fallecido en 1997. En 1988, las donaciones de los directivos de la FNCA ayudaron a Lieberman a derrotar por un estrecho margen al senador Lowell Weicker; a partir de entonces, Lieberman fue uno de los principales receptores de donaciones de campaña de los cubanoamericanos de línea dura.[49]
Haciendo campaña en la Pequeña Habana, Lieberman prometió que un gobierno de Gore no relajaría las sanciones a Cuba.[50] Gore se declaró «de línea dura», y añadió: «No estoy a favor de ninguna apertura al gobierno de Castro».[51] Pero la amistad de Lieberman con la derecha cubanoamericana no fue suficiente para superar el trauma del regreso de Elián a Cuba. «Fue humillante para los cubanoamericanos», señaló el encuestador Sergio Bendixen, «y las elecciones de 2000 fueron la revancha». Lo llamaron «el voto castigo».[52] En noviembre, Al Gore solo obtuvo alrededor del 23% del voto cubanoamericano, con lo que perdió Florida y la presidencia por el estrecho margen de 537 votos.
«Había trabajado durante ocho años para fortalecer nuestra posición en el Estado y entre los cubanoamericanos», se lamentaba Bill Clinton en sus memorias, «y el caso Elián había aniquilado la mayor parte de nuestros logros».[53]
El papel fundamental que desempeñaron los cubanoamericanos en la ajustada victoria de George W. Bush en 2000 creó expectativas de que Bush endurecería las sanciones estadounidenses. Cuando, después de tres años en el cargo, no cambió gran cosa, el descontento de los cubanoamericanos conservadores fue en aumento. En julio de 2003, trece legisladores de Florida, once de ellos cubanoamericanos, escribieron a Bush advirtiéndole que, si no cumplía su promesa electoral de aumentar la presión sobre Cuba: «tememos que se ponga en peligro el histórico e intenso apoyo de los votantes cubanoamericanos a los candidatos federales republicanos, incluido usted mismo».[54]El gobernador Jeb Bush, hermano del presidente, subrayó la gravedad del riesgo político al reconocer públicamente que Washington no tenía una «política coherente» hacia Cuba.[55]
Una encuesta de Univisión de marzo de 2004 entre votantes hispanos del sur de Florida, la mayoría de los cuales eran cubanos, desaprobaba el trabajo que Bush había hecho «promoviendo la democracia y el cambio de régimen» en Cuba. Una segunda encuesta entre votantes republicanos de Miami-Dade reveló que, aunque el 88% apoyaba a Bush, el 70% estaba de acuerdo en que no había hecho lo suficiente para presionar a Cuba, lo que sugería que su apoyo era blando. «Habrá una verdadera lucha por el voto del exilio cubano», predijo el encuestador Bendixen.[56]
Los aspirantes demócratas vieron en la frustración de los cubanoamericanos una oportunidad. Como si fuera una señal, empezaron a endurecer su propia postura sobre Cuba. Tres años antes, el senador John Kerry, demócrata de Massachusetts, había dicho que hacía «mucho tiempo que debía haberse hecho una reevaluación del embargo» y que la política estadounidense permanecía congelada «debido al poder del lobby cubanoamericano». Pero en septiembre de 2003, en el programa Meet the Press, cuando le preguntaron si levantaría las sanciones estadounidenses, respondió: «No me gusta Fidel Castro. No le daría una recompensa a cambio de nada, no». En su lugar, Kerry sugirió aumentar el apoyo de los Estados Unidos a los disidentes.[57]
Los presidentes tienen una ventaja única en una campaña. Los aspirantes solo pueden hacer promesas; el presidente puede actuar. El 6 de mayo de 2004, la Comisión presidencial especial de Bush para la ayuda a una Cuba libre emitió su primer informe, en el que recomendaba un menú de opciones políticas «para poner fin de forma expeditiva a la dictadura de Castro».[58] El presidente Bush no tardó en aceptarlas todas.
Las nuevas sanciones, que restringieron tanto los viajes familiares como las remesas, tuvieron un impacto significativo en los cubanoamericanos. La nueva política fue producto de un intenso debate, en el seno de la administración, entre quienes abogaban por medidas aún más duras, como el corte total de las remesas, y quienes temían el impacto humanitario que ello tendría en las familias cubanas.[59] El paquete final fue una apuesta política. Al satisfacer las demandas de los cubanoamericanos de ejercer la máxima presión sobre el gobierno de Castro, Bush se arriesgaba a alienar a los miembros de la comunidad cuya capacidad para visitar a sus familiares y enviar remesas estaba siendo limitada. No se trataba de un grupo pequeño. Una encuesta realizada en 2004 por la FIU, entre cubanos residentes en el sur de Florida, reveló que el 36,5% había visitado Cuba y el 53,6%, enviado remesas familiares.[60]
De hecho, una parte significativa de la comunidad se opuso a las restricciones; incluso la FNCA las criticó.[61] Una encuesta del Southwest Voter Registration Education Project (Proyecto de Educación para el Registro de Votantes del Suroeste) reveló que, aunque el 59% de los cubanoamericanos apoyaba la política de Bush en general, el 37% se oponía a limitar las visitas familiares a una vez cada tres años, y el 64%, a la eliminación de las visitas de urgencia. Las respuestas se polarizaron entre los encuestados de más edad (nacidos en Cuba y llegados a los Estados Unidos antes de 1980), por un lado, y los más jóvenes (llegados más recientemente y nacidos en Estados Unidos), por otro. El grupo de mayor edad, que tenía menos familiares directos en la Isla, estaba a favor de las duras sanciones por un amplio margen.[62] Los partidarios de las sanciones tenían más probabilidades de ser ciudadanos estadounidenses naturalizados, de estar inscritos en el censo electoral y de acudir a las urnas que los detractores de las sanciones.
Un mes después de que se dieran a conocer las nuevas sanciones, una encuesta de Bendixen reveló que Kerry aventajaba a Bush por 40% contra 29%, entre los cubanos que llegaron después de 1980 (con un 31% de indecisos), y por 58% ante 32%, entre los cubanoamericanos nacidos en Estados Unidos (con un 10% de indecisos). Sin embargo, entre los que llegaron antes de 1980, que constituían dos tercios de los votantes cubanoamericanos con derecho a voto, Bush tenía una ventaja dominante de 89% a 8%, con solo un 3% de indecisos. Los partidarios de Kerry constituían solo el 25% del electorado cubanoamericano.[63] La apuesta de Bush había dado resultado.
Kerry intentó explotar la división en la comunidad reorientando su llamamiento hacia los opositores a las sanciones de Bush, atacando la nueva iniciativa como una «estratagema cínica y equivocada para conseguir unos pocos votos en Florida» que «castiga y aísla al pueblo cubano». Como alternativa, ofreció un «compromiso selectivo», que incluía «viajes de principios» para los cubanoamericanos, remesas ilimitadas e intercambios educativos y culturales.[64] No funcionó. Bush ganó el 75% del voto cubanoamericano en Florida frente al 25% de John Kerry, y una vez más, el estado dio a Bush su mayoría en el Colegio Electoral (ver tabla 1). Pero la estrategia de Kerry de atraer a los cubanoamericanos moderados con una política de apoyo al compromiso familiar prefiguró el enfoque de Barack Obama cuatro años después.
Barack Obama adoptó un enfoque radicalmente nuevo respecto a Cuba abandonando la tradicional estrategia demócrata de intentar ser más duro que los republicanos. En su lugar, ofreció una política de compromiso diplomático y personal, centrada en las familias cubanoamericanas, argumentando que la política de los cincuenta años anteriores había fracasado. La lógica electoral en la que se basaba la estrategia de Obama seguía siendo ganar suficientes votos cubanoamericanos para poner Florida en juego, pero el atractivo de Obama era nuevo, basado en el cambio de opinión de los cubanoamericanos producido por el cambio demográfico.
Cuando la FIU empezó a encuestar a cubanoamericanos en el sur del estado, en 1991, el 87% estaba a favor de mantener el embargo estadounidense. En 2007, el apoyo había caído al 58%. En 1993, el 75% se oponía a la venta de alimentos a Cuba y el 50% a la venta de medicinas. En 2007, sólidas mayorías —62% y 72%, respectivamente— apoyaban ambas cosas.[65]
Los exiliados que llegaron a los Estados Unidos en las décadas de los 60 y 70, el «exilio histórico», vinieron como refugiados políticos, motivados principalmente por su oposición a la dirección socialista de la Revolución. Los que llegaron en el éxodo del Mariel en 1980, y posteriormente, tenían más probabilidades de haberse marchado por motivos económicos y de haber mantenido lazos con familiares en la Isla. Una encuesta realizada en 2007 reveló que menos de la mitad de los que llegaron antes de 1985 enviaban remesas a la Isla, mientras que tres cuartas partes de los que llegaron más recientemente sí lo hacían. En 2007, la tasa de inscripción en el censo electoral de los llegados antes de 1985 superaba el 90%, mientras que la de los ciudadanos llegados después de la Guerra Fría era solo del 60%.[66] Pero a medida que más y más inmigrantes posteriores a 1980 obtenían la ciudadanía, y que aumentaba el número de cubanoamericanos nacidos en los Estados Unidos (alcanzando la mitad del electorado cubanoamericano en 2010), el potencial electoral del ala moderada de la comunidad se tornó inequívoco. En 2008, los cubanoamericanos representaban el 6,6% del electorado de Florida.
Los límites impuestos por Bush en 2004 a las visitas familiares y las remesas sacaron a la superficie estas diferencias en la comunidad. A finales de 2006, veinte organizaciones cubanoamericanas, entre ellas la FNCA, pidieron a Bush que suavizara las restricciones a los viajes y a la ayuda humanitaria.[67] En 2007, el 64% de los cubanoamericanos del sur de Florida querían que se levantaran las restricciones, y el 41% afirmaron que las restricciones les habían afectado personalmente.[68]
Obama expuso su política hacia Cuba en un editorial de opinión publicado en 2007, en el Miami Herald, donde se esforzaba por asegurar a los cubanoamericanos que no era blando con los Castro. «Una apertura democrática en Cuba es, y debería ser, el principal objetivo de nuestra política», escribió. Pero criticó la política de Bush como una «pose» que había atrincherado aún más al régimen, al cortar el contacto con el exterior, especialmente con los cubanoamericanos. «Las conexiones cubano-americanas con la familia en Cuba no son sólo un derecho básico en términos humanitarios», escribió Obama, «sino también nuestra mejor herramienta para ayudar a fomentar los inicios de la democracia de base en la isla». Prometió levantar todas las restricciones a los viajes familiares y a las remesas y llevar a cabo una «diplomacia agresiva y de principios» para convencer al gobierno cubano de que inicie un proceso de democratización a cambio de mejores relaciones con Washington.[69] McCain, por el contrario, se opuso a cualquier cambio en la política de Bush, prometiendo que mantendría el embargo y atacando la voluntad de Obama de abrir un diálogo con los líderes cubanos.[70]
La postura de Obama sobre el compromiso familiar estaba en sintonía con la evolución de las opiniones de los dirigentes de la Fundación Nacional Cubano Americana, dirigida, desde la muerte de su fundador Jorge Mas Canosa, por su hijo Jorge Mas Santos. En mayo de 2008, la FNCA invitó a Obama, Clinton y McCain a intervenir en la celebración del Día de la Independencia de Cuba. Solo Obama aceptó. «Es hora de algo más que palabras duras que nunca dan resultados. Es hora de una nueva estrategia», declaró Obama ante una multitud de unos 900 asistentes. «No hay mejores embajadores de la libertad que los cubanoamericanos».[71] Recibió varias ovaciones. Apenas dos semanas antes de las elecciones, Jorge Mas Santos publicó un artículo de opinión en The Miami Herald, en el que se hacía eco de las críticas de Obama a la política de Bush y McCain, y apoyaba una nueva estrategia muy parecida a la de Obama.[72]
En noviembre, Obama igualó la marca de Bill Clinton en 1996, al obtener aproximadamente el 35% del voto cubanoamericano en Florida, con lo que demostró la eficacia de su llamamiento al compromiso. Los sondeos a boca de urna revelaron que, mientras 84% de los votantes cubanoamericanos de 65 años o más, del sur de Florida, votaron por McCain, 55% de los de 29 años o menos apoyaron a Obama.[73] Sin embargo, a pesar de lo innovadora y exitosa que resultó ser la estrategia de Obama, no marcó ninguna diferencia en el resultado de las elecciones. Los votantes de todo el país castigaron al Partido Republicano por la crisis financiera de 2008 dando a Obama un margen ganador de 192 votos en el Colegio Electoral, lo que hizo irrelevantes los votos electorales de Florida. Obama ganó en Florida, pero lo hizo por un margen tan amplio que habría ganado el estado aunque hubiera obtenido solo el 20% del voto cubanoamericano.
Durante su primer año en la Casa Blanca, Obama cumplió su promesa electoral de levantar todas las restricciones a los viajes y remesas de los cubanoamericanos; reanudó las conversaciones diplomáticas con La Habana sobre asuntos de interés mutuo, y declaró ante otros jefes de estado del hemisferio, en la Cumbre de las Américas, que quería un «nuevo comienzo» en las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba. Pero antes de que su nueva política cobrara impulso, fue detenida en diciembre de 2009 por el arresto en Cuba de Alan Gross, subcontratista de USAID para la «promoción de la democracia».[74] Las relaciones permanecieron congeladas durante los tres años siguientes.
Las cuestiones nacionales —la recuperación de la Gran Recesión de 2008 y la controvertida Ley de Asistencia Sanitaria Asequible (Obamacare)— dominaron la agenda electoral en 2012. El tema de Cuba surgió brevemente durante las primarias republicanas, cuando Mitt Romney y Newt Gingrich se disputaban el voto de los cubanoamericanos, mas no fue un asunto destacado en las elecciones generales.
Las políticas profamilia de Obama sobre viajes y remesas eran populares en Miami, y no había hecho mucho más debido al encarcelamiento de Gross. En más de media docena de viajes de campaña a Florida, Obama no mencionó ni una sola vez a Cuba, y aunque el último debate presidencial se celebró en Florida y estuvo dedicado a la política exterior, no hubo ni una sola pregunta sobre Cuba.
La decisión del presidente Obama en 2014 de restablecer relaciones diplomáticas e iniciar un proceso más amplio de normalización de relaciones con Cuba puso en marcha una serie de acontecimientos que duraron el resto de su mandato. En 2015 y 2016, la Administración anunció reformas normativas que relajaban elementos del embargo; retiró a Cuba de la lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo internacional (SSOT, por sus siglas en inglés), y restableció relaciones diplomáticas plenas. Cuba fue invitada a la VII Cumbre de las Américas, donde Obama y Raúl Castro mantuvieron su primera conversación sustantiva. En solo dos años, Washington y La Habana firmaron 22 acuerdos bilaterales sobre asuntos de interés mutuo. En 2016, Obama se convirtió en el primer presidente estadounidense en visitar Cuba desde Calvin Coolidge en 1928.
Los aspirantes presidenciales republicanos, en 2016, fueron casi unánimes en su oposición a la apertura de Obama. Cada nuevo avance en el proceso de normalización provocaba denuncias republicanas más hiperbólicas, especialmente por parte de los dos candidatos cubanoamericanos: los senadores republicanos Marco Rubio, de Florida, y Ted Cruz, de Texas.[75] Rubio calificó a Obama como «el peor negociador que hemos tenido en la Casa Blanca en toda mi vida» argumentando que el presidente dio al gobierno cubano «todo lo que pidió» y no obtuvo nada a cambio. «Estoy comprometido a hacer todo lo que pueda para deshacer tantos cambios como sea posible», añadió.[76] Cruz, bruñendo sus propias credenciales cubanoamericanas, dijo sobre la nueva política: «Fidel y Raúl Castro acaban de recibir tanto legitimidad internacional como un salvavidas económico muy necesario del presidente Obama».[77] El gobernador republicano de Florida, Jeb Bush, calificó la apertura de «paso en falso» que «socava la credibilidad de Estados Unidos y mina la búsqueda de una Cuba libre y democrática».[78] Donald Trump se mostró equívoco.
Al principio, Cuba no se convirtió en un tema importante de la campaña, porque el apoyo a la apertura de Obama estaba muy extendido. Una encuesta de CBS-New York Times, realizada justo después del anuncio del 17 de diciembre de 2014, reveló que el 54% del público aprobaba tanto el restablecimiento de las relaciones diplomáticas como la autorización del comercio con Cuba, mientras que solo el 28% lo desaprobaba. Otras encuestas arrojaron resultados similares.[79] Siete meses después, el apoyo a la política de Obama había crecido, con un 73% del público a favor de las relaciones diplomáticas y un 72% a favor de poner fin al embargo, según una encuesta de Pew Research. La mayoría de los republicanos estaban de acuerdo (56% y 59% a favor, respectivamente), e incluso los republicanos autodefinidos como conservadores (52% y 55%, a favor).[80]
Además, la nueva política encontró un apoyo significativo entre los cubanoamericanos. Una encuesta nacional, realizada por Bendixen & Amandi en marzo de 2015, reveló que el 51% de los cubanoamericanos apoyaba la normalización y una mayoría relativa del 47% estaba a favor del levantamiento del embargo. Los residentes en Florida apoyaron la política de Obama (52% a favor, 40% en contra).[81] Una encuesta de la FIU en el verano de 2016, después del viaje de Obama a Cuba, arrojó que el apoyo a la normalización entre los cubanoamericanos en el sur de Florida había aumentado al 56% y el apoyo al fin del embargo, al 54%.[82]
Hillary Clinton, que había adoptado una postura dura respecto a Cuba en la campaña de 2008, ahora abrazó la normalización. En julio de 2015, pronunció un importante discurso en Miami en el que se hizo eco del argumento de Obama de que el embargo era un fracaso al que había que poner fin, y prometió ampliar su política de compromiso. No se privó de argumentar que el compromiso debilitaría al régimen cubano y aceleraría su desaparición. El embargo solo ha fortalecido a los partidarios de la línea dura en La Habana, «ayudando al régimen a mantener a Cuba como una sociedad cerrada y controlada, en lugar de trabajar para abrirla a influencias externas positivas», afirmó. «El compromiso no es un regalo para los Castro: es una amenaza para los Castro».[83]
La campaña de Donald Trump nunca ha sido abundante en detalles políticos, y Cuba no fue una excepción. Al principio, apoyó la política de Obama, aunque con una salvedad. «Cincuenta años son suficientes», dijo a finales de 2015. «El concepto de apertura con Cuba está bien, pero deberíamos haber hecho un acuerdo mejor».[84]Unos meses después, durante el debate de las primarias republicanas de marzo de 2016, trastabilló en una pregunta sobre Cuba y concluyó: «Me gustaría hacer un buen trato, me gustaría hacer un trato fuerte, sólido, bueno, porque ahora mismo todo está a favor de Cuba. Todo lo que hacemos es seguir dando. Damos y damos y damos. Probablemente cerraría la embajada hasta que Estados Unidos llegara a un acuerdo realmente bueno».[85]Menos de dos semanas después, declaró a la CNN que probablemente mantendría las relaciones diplomáticas. «Tal vez no funcione, pero te diré que creo que Cuba tiene cierto potencial, y creo que está bien traer a Cuba al redil».[86]
Trump habló poco más sobre Cuba hasta septiembre de 2016, cuando la revista Newsweek publicó la historia de que, en 1998, Trump exploró en secreto la posibilidad de abrir operaciones comerciales en Cuba, en violación del embargo estadounidense, y luego trató de disfrazar la actividad ilegal como un proyecto de caridad permitido.[87] En esa misma época, Trump coqueteaba con la posibilidad de presentarse a las elecciones presidenciales en la candidatura del Partido Reformista de Ross Perot, y pronunció un encendido discurso ante los cubanoamericanos en Miami, en el que denunció a Fidel Castro como «un asesino» y prometió mantener el embargo[88]La campaña de Hillary Clinton utilizó la noticia como un ejemplo más de la falta de honradez de Trump y de su costumbre de anteponer sus intereses comerciales personales al interés nacional.[89] Trump se apresuró a viajar a Miami para apuntalar su apoyo entre los cubanoamericanos y, poco después, anunció una nueva política hacia Cuba a través de X (entonces Twitter): «El pueblo de Cuba ha luchado demasiado tiempo. Daré marcha atrás a las órdenes ejecutivas y concesiones de Obama hacia Cuba hasta que se restauren las libertades».[90]
Durante su campaña en Miami, Trump y Pence prometieron revertir la política de Obama en su totalidad.[91] «Todas las concesiones que Barack Obama ha otorgado al régimen castrista se hicieron con orden ejecutiva, lo que significa que el próximo presidente puede revertirlas», dijo Trump. «Y eso es lo que haré a menos que el régimen castrista cumpla nuestras exigencias».[92]En octubre, Trump recibió el apoyo de la Asociación de Veteranos de Bahía de Cochinos.
Al final, el llamamiento de Trump a los cubanoamericanos tuvo un éxito limitado. Según los sondeos a boca de urna, ganó entre el 52% y el 54% de sus votos, solo ligeramente mejor que Mitt Romney en 2012.[93] Por el contrario, en los condados rurales predominantemente blancos a lo largo del corredor de la I-4 y en el “Florida Panhandle” [noroeste de Florida], Trump aplastó a Clinton por enormes márgenes. Trump ganó Florida del mismo modo que ganó Pensilvania, Michigan, Ohio y Wisconsin: los obreros blancos, hartos de la política y de que los políticos ignoren sus necesidades, se volcaron a su favor en cifras récord.[94]
Sin embargo, Trump creía que tenía una deuda política con los cubanoamericanos. Cuando Fidel Castro murió el 26 de noviembre de 2016, en calidad de presidente electo condenó al líder cubano. "Me uno a los muchos cubanoamericanos que tanto me apoyaron en la campaña presidencial con la esperanza de ver pronto un día una Cuba libre».[95]Dos días después, tuiteó: «Si Cuba no está dispuesta a llegar a un acuerdo mejor para el pueblo cubano, el pueblo cubanoamericano y Estados Unidos en su conjunto, pondré fin al acuerdo».[96]
El presidente Trump cumplió su promesa electoral de 2016 de revertir la política de compromiso de Obama. Hablando ante una multitud de exiliados cubanos en Miami, el 17 de julio de 2017, Trump declaró: «Con efecto inmediato, estoy cancelando el acuerdo completamente unilateral de la última administración con Cuba». Impuso una ronda inicial de sanciones que limitaban los viajes educativos «pueblo a pueblo» y prohibían las transacciones con una larga lista de empresas cubanas administradas por las fuerzas armadas, incluidos los principales hoteles donde se alojaban la mayoría de los grupos turísticos estadounidenses.[97] En septiembre, el secretario de Estado, Rex Tillerson, redujo la embajada estadounidense en La Habana, después de que dos docenas de miembros del personal estadounidense denunciaran haber sufrido síntomas neurológicos inexplicables, el llamado Síndrome de La Habana.[98] La sección consular de la embajada dejó de tramitar solicitudes de visados cubanos y suspendió tanto el Programa de Reunificación Familiar como el Programa de Admisión de Refugiados (USRAP, por sus siglas en inglés). Los visados de inmigrante emitidos en la embajada de La Habana cayeron de 9.752 (en el año fiscal 2017) a solo 29 (en el año fiscal 2018), y a cero (en los años fiscales 2019 y 2020).[99] Presionado por Marco Rubio, Tillerson también expulsó de Washington a un grupo equivalente de diplomáticos cubanos.
En 2019, la administración Trump lanzó una campaña de «máxima presión» para cortar las principales fuentes de divisas de Cuba con la esperanza de hacer colapsar la economía cubana y el régimen junto con ella. Para disuadir a los inversores extranjeros, Trump activó el Título III de la Ley para la Libertad y la Solidaridad Democráticas Cubanas, de 1996, que permite a los ciudadanos estadounidenses, incluidos los cubanoamericanos, demandar a empresas cubanas, estadounidenses o extranjeras, en un tribunal federal de los Estados Unidos, por hacer uso de propiedades nacionalizadas después de la Revolución de 1959. La administración se centró en el suministro energético de Cuba imponiendo sanciones a las empresas que transportaban petróleo venezolano a Cuba. El Departamento de Estado presionó a los países para que cancelaran sus contratos de asistencia médica con Cuba o se arriesgaran a perder la ayuda estadounidense, y los gobiernos conservadores de Brasil, Ecuador, Bolivia y El Salvador accedieron rápidamente.
Las sanciones más graves de Trump se centraron en los viajes y las remesas. La administración eliminó por completo la categoría de viajes “pueblo a pueblo”, bloqueando a la mayoría de los viajeros estadounidenses no cubanos. Cortó los enlaces aéreos, comerciales y chárter, a todas las ciudades cubanas, excepto La Habana, y detuvo las visitas de cruceros estadounidenses, que habían transportado a unas 800 000 personas a Cuba en 2018. Las remesas, ilimitadas bajo Obama, fueron limitadas a 1000 dólares por trimestre y, a pocas semanas de las elecciones presidenciales de 2020, Trump bloqueó a los cubanoamericanos el envío de fondos a través de Western Union.
Las políticas de Trump se ganaron los elogios de la derecha cubanoamericana, pero, dos años después de su administración, la opinión en el sur de Florida seguía dividida. Una encuesta de 2018 de la FIU encontró que la comunidad estaba dividida en partes iguales sobre si mantener el embargo (51% a favor, 49% en contra), y grandes mayorías estaban a favor de mantener las relaciones diplomáticas, la venta de alimentos y medicinas, los viajes sin restricciones y los intercambios educativos entre personas.[100] Dos años después, sin embargo, una encuesta de la misma institución académica, en plena campaña presidencial de 2020, reveló un cambio significativo hacia políticas más duras. El apoyo al embargo había subido al 60%. Setenta y dos por ciento estaba a favor de la política de máxima presión para lograr un cambio de régimen, y 66% apoyaba el manejo de Trump del tema de Cuba. El 59% dijo que votaría por Trump, frente a solo el 25%, por Biden. Uno de los resultados más importantes fue que los recién llegados de Cuba —normalmente un electorado moderado que quería mantener los lazos con su familia en la isla— se identificaban ahora con los republicanos.[101]
Pero fue una encuesta de Equis Research realizada ocho meses antes, en noviembre de 2019, la que dio forma a la estrategia de campaña de Joe Biden sobre Cuba. Sus resultados confirmaron un cambio dramático entre los cubanos que llegaron a los Estados Unidos después de la crisis de los balseros de 1994, un grupo que había sido firme partidario de la apertura de Obama. Durante la administración Trump, esta cohorte se volvió en contra del compromiso pasándose al Partido Republicano y a Donald Trump. De 2014 a 2019, la proporción de votantes cubanoamericanos registrados como demócratas cayó del 30% al 15%.[102]Equis ofreció varias explicaciones que se refuerzan mutuamente para este giro drástico: las políticas de línea dura de Trump habían revitalizado a la derecha; los exiliados que habían huido de regímenes socialistas se sintieron identificados con las acusaciones republicanas de que los demócratas socialistas destruirían los Estados Unidos; y la burbuja mediática en español, «cargada de desinformación» en el sur de Florida —especialmente el auge de personas influyentes en las redes sociales, como el animador de Trump, Alex Otaola—, difundió extravagantes teorías conspirativas. En conjunto, estos acontecimientos crearon un entorno prorrepublicano altamente partidista, en el que se socializaban los recién llegados de Cuba (y Venezuela y Nicaragua).[103]
A pesar de las desalentadoras cifras de las encuestas, Equis recomendó a la campaña de Biden que luchara por el apoyo de los cubanoamericanos argumentando: «Biden no necesita ganar el voto cubano, pero las matemáticas electorales exigen que compita por un mayor apoyo». Esa, sin embargo, no fue la lección que la campaña extrajo de los datos.[104]
El objetivo central de la campaña de Biden era reconstruir el «muro azul» en el Medio Oeste —Wisconsin, Michigan y Pensilvania—, que Hillary Clinton perdió frente a Trump en 2016 por un total combinado de solo 77 744 votos. Florida y Carolina del Norte también se consideraban competitivas, pero la campaña tardó en construir su infraestructura en Florida, lo que provocó amargas quejas de los organizadores sobre el terreno.[105] Una vez en marcha, la campaña de Florida se centró en los partidarios demócratas tradicionales —personas mayores, afroamericanos y latinos no cubanos— para maximizar la participación en plena COVID. No hizo un gran esfuerzo por contrarrestar el apoyo de Trump entre los cubanoamericanos. «Hemos visto de primera mano que los demócratas han abandonado el campo de batalla», se quejó el encuestador demócrata Fernand Amandi.[106]
En el tema de Cuba, Biden se enfrentaba a un dilema. Como vicepresidente de Obama, no podía repudiar uno de los logros diplomáticos más importantes del presidente; pero el cambio en la opinión cubanoamericana sugería que abrazar la normalización ya no era una buena política. El resultado fue una estrategia de «no hacer daño». La campaña trató de decir lo menos posible sobre Cuba, convencida de que cualquier cosa que Biden dijera perdería votos cubanoamericanos sin ganar ninguno en otros lugares. Cuando las encuestas de los meses anteriores al día de las elecciones mostraron que Biden iba a la zaga de Trump entre los cubanoamericanos con un margen entre 30 y 40 puntos, la campaña tuvo aún menos incentivos para invertir en perseguir esos votos.[107]
Cuando Biden tuvo que hablar de Cuba, siguió la fórmula de Obama en 2008 de centrarse en las familias cubanoamericanas. «Los estadounidenses —y especialmente los cubanoamericanos— pueden ser nuestros mejores embajadores para la libertad en Cuba», dijo retomando una frase del discurso de Obama de 2008 a la FNCA. «Por lo tanto, como presidente, revertiré rápidamente las fallidas políticas de Trump que han infligido daño al pueblo cubano y no han hecho nada para avanzar en la democracia y los derechos humanos».[108] Cuando se le preguntó directamente si retomaría la política de compromiso de Obama, respondió: «Sí, lo haría... en buena medida».[109]Cuando Trump impuso sanciones a los proveedores de servicios de remesas en las últimas semanas de la campaña, el bando de Biden lo denunció por «negar a los cubanoamericanos el derecho a ayudar a sus familias».[110]
La estrategia de Trump en Florida se basó en la estrategia que Ron DeSantis y Rick Scott utilizaron en sus campañas para gobernador y senador de los Estados Unidos en 2018, cuando acusaron a los demócratas de ser socialistas.[111] Al vincular a todos los demócratas con los demócratas autoproclamados socialistas Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez, los republicanos pudieron movilizar a las diásporas —cubana, venezolana y nicaragüense— que habían huido del socialismo en sus países de origen.
Cuba volvió a saltar a los titulares cuando Biden estaba seleccionando a su compañero de fórmula. Entre los finalistas estaba la representante demócrata Karen Bass, de California, que, de joven, había viajado a Cuba varias veces con el grupo de solidaridad Brigada Venceremos. Como miembro del Congreso, tenía un largo historial de apoyo al compromiso con Cuba. Los demócratas de Florida se horrorizaron ante la posibilidad de que formara parte de la candidatura. «Justa o injustamente, el historial de Karen Bass en este tema hace que Bernie Sanders parezca Ronald Reagan», dijo el encuestador Amandi.[112] El propio Biden no consideraba que su historial la descalificara, según dijo a sus ayudantes, porque creía que las elecciones se ganarían o perderían en el Medio Oeste, no en Florida.[113] Incluso después de que Biden nombrara a la senadora Kamala Harris como su compañera de fórmula, Donald Trump seguía utilizando a Bass como un florete, cuando tuiteaba en octubre: «Joe Biden es un TÍTERE de CASTRO-CHAVISTAS como el Loco Bernie, AOC y la amante de Castro Karen Bass. Biden es débil ante el socialismo».[114]
El día de las elecciones, Biden y los demócratas recibieron una paliza entre los votantes cubanoamericanos. Trump ganó más del 60% de sus votos en Miami-Dade, y los demócratas perdieron dos escaños en la Cámara de Representantes —en el sur de Florida, con grandes poblaciones cubanas (FL 26th y 27th)— ante los republicanos cubanoamericanos. Sin embargo, el infalible enfoque de Biden en el Medio Oeste resultó ser una fórmula ganadora. Ganó en Wisconsin, Michigan y Pennsylvania por un total combinado de 255 425 votos, lo que le dio la mayoría en el Colegio Electoral. Las ganancias de Trump entre los cubanoamericanos representaron solo un tercio del margen de la derrota de Biden en Florida, por lo que, aunque la decisión de la campaña de no competir agresivamente por sus votos aumentó los totales de Trump, no supuso ninguna diferencia en el resultado estatal.
Joe Biden no cumplió su promesa de retomar la política de compromiso de Obama. Durante más de un año, no hizo nada. Finalmente, en mayo de 2022, bajo la presión de los líderes latinoamericanos dispuestos a boicotear la Cumbre de las Américas, Biden eliminó las restricciones a las remesas familiares y relajó algunas normas de viaje, medidas que Obama había adoptado durante sus primeras semanas en el cargo. En 2023, la sección consular de la embajada estadounidense reanudó la tramitación de visados para inmigrantes. No obstante, la inminente campaña de 2024 hizo que la administración incumpliera la promesa de relajar las regulaciones para ayudar al emergente sector privado cubano. Los congresistas demócratas que apoyaron la apertura de Obama empezaron a denominar esta política hacia Cuba como la «Trump-Biden».[115]
En los debates de las primarias republicanas, el tema de Cuba no salió a relucir, ni siquiera durante el celebrado en Miami. Sin embargo, en un mitin en Hialeah, donde la mayoría de los residentes son cubanoamericanos, Donald Trump jugó con la multitud: «Tenemos algunos grandes cubanos aquí, y nadie ha hecho más por los americanos que aman a Cuba que un caballero llamado Donald J. Trump cuando era presidente». Afirmó que sus «duras sanciones» tenían a Cuba al borde del colapso hasta que llegó Biden y «lo echó a perder». Los cubanos «estaban dispuestos a hacer cualquier cosa por nuestros cubanoamericanos y por mí», fantaseó. «Ustedes iban a dominar ese control muy rápidamente».[116]
Encuestas recientes han confirmado el continuo alejamiento entre los cubanoamericanos respecto al acuerdo con Cuba. Una encuesta de 2022 de la FIU mostraba que los republicanos superaban a los demócratas del sur de Florida en proporción de dos a uno en el registro partidario. El apoyo al embargo ha repuntado hasta el 63%, con los inmigrantes recientes casi tan a favor como los primeros. Los cubanoamericanos se opusieron abrumadoramente a la política hacia Cuba del presidente Biden, 72% a 28%, a pesar de que la política de Biden era solo marginalmente diferente a la de Trump. La antipatía de los cubanoamericanos hacia los demócratas abarca una amplia gama de cuestiones políticas, tanto nacionales como extranjeras.[117]
En la Casa Blanca, los cálculos políticos no han cambiado desde la campaña de 2020: no hacer nada sobre Cuba porque cualquier cosa positiva conlleva costos políticos sin beneficios compensatorios. En un discurso pronunciado en el Instituto Estadounidense para la Paz en septiembre de 2022, el asesor del Consejo Nacional de Seguridad (NSC, por sus siglas en inglés) para América Latina, Juan González, observó que esa región, más que la mayoría de las restantes, implicaba «enormes valorizaciones domésticas […] Es difícil eliminar la política interna en algunas de las consideraciones cuando se trata de formular políticas».[118] Las posibilidades de que Biden tome medidas para reducir las sanciones a Cuba antes de las elecciones de 2024 son casi nulas.
Otra razón para la cautela de la campaña es la carrera por el Senado de Florida, donde el republicano Rick Scott se presenta a la reelección. La baja popularidad de Scott lo convierte en uno de los pocos republicanos vulnerables en 2024, mientras que varios demócratas se enfrentan a duras reelecciones, lo que pone en peligro la mayoría del partido en el Senado. Si existe la más mínima posibilidad de que los demócratas consigan un escaño en el Senado de Florida para compensar las pérdidas previstas en otros lugares, la campaña de Biden no hará nada hacia Cuba que pueda complicar esa carrera.
Salvo alguna crisis imprevista, no es probable que Cuba en sí sea un tema importante en la campaña de 2024. Biden dirá lo menos que pueda y, dado que ha mantenido la mayoría de las sanciones de Trump, hay pocas cosas sobre su política hacia Cuba que los republicanos puedan atacar fácilmente. En cambio, estos seguramente reiterarán la estrategia que fue tan eficaz en los ciclos electorales de 2018, 2020 y 2022: la acusación de que los demócratas son socialistas empeñados en destruir los Estados Unidos.
Una mirada al panorama electoral explica por qué tanto demócratas como republicanos se centran en Florida. La mayor parte del mapa electoral de los Estados Unidos está predeterminada. En 2020, solo hubo ocho estados en los que el margen de victoria del ganador fue inferior a cinco puntos porcentuales: Georgia (0.24 por ciento), Arizona (0.31 por ciento), Carolina del Norte (1.35 por ciento), Nevada (2.39 por ciento), Florida (3.36 por ciento) y el «muro azul» demócrata de Wisconsin (0.63 por ciento), Pensilvania (1.16 por ciento) y Michigan (2.78 por ciento). Aparte de estos estados disputados, los demócratas tienen casi asegurados 226 de los 270 votos electorales necesarios para ganar; los republicanos, 187. De los 123 votos electorales de los estados disputados, los republicanos tienen que ganar más de dos tercios para obtener la mayoría. La importancia de Florida aumenta por su tamaño. Si los republicanos pierden los 29 votos electorales de Florida, solo podrán permitirse perder otro pequeño estado pendular (Arizona, Nevada o Wisconsin).
Esta matemática electoral es la razón por la que los republicanos ven Florida como un estado que deben ganar y por la que los demócratas siguen impugnándolo, a pesar de que es el estado pendular donde los primeros tuvieron el mayor margen de victoria en 2020. La campaña de Biden para 2024 indicó que se centraría en mantener los estados que ganaron en 2020 (el muro azul más Arizona y Georgia) y hacer un esfuerzo por Florida y Carolina del Norte.[119] En noviembre de 2024 se votará en Florida un referéndum sobre el derecho al aborto, lo que probablemente estimulará la participación demócrata. «Florida vuelve a estar en juego», dijo la presidenta del Partido Demócrata de Florida, Nikki Fried, al Washington Post, y la campaña de Biden reaccionó prometiendo invertir más recursos para disputar el estado.[120] Esta es esencialmente la misma estrategia que los demócratas han seguido desde 1992: poner Florida en juego para obligar a los republicanos a gastar tiempo y dinero allí en lugar de en otros estados pendulares. Sin embargo, la capacidad de los demócratas para amenazar realmente a los republicanos en Florida ha ido disminuyendo. Hillary Clinton perdió el estado ante Trump, en 2016, por 112 911 votos; Biden, por 371 686 votos. En 2022, el gobernador Ron DeSantis venció a Charlie Crist por 1,5 millones de votos, y el senador Marco Rubio a Val Demings por 1,3 millones. Según las encuestas a boca de urna, el 67% de los cubanoamericanos votaron por Rubio en las elecciones de mitad de mandato, de 2022, y el 69%, por DeSantis.[121]
La política hacia Cuba solía ser decisiva a la hora de determinar el voto de los cubanoamericanos. Las encuestas de FIU, de 1993 a 2016, encontraron grandes mayorías que decían que era importante, y muchos de ellos que la declaraban muy importante. Pero la importancia del tema era menor entre los que habían llegado recientemente o habían nacido en los Estados Unidos, y mayor entre la cohorte de mayor edad. Esto sugiere que, a medida que la generación de más edad desaparece de la escena y aumenta la proporción de la comunidad nacida en los Estados Unidos, la importancia de la política hacia Cuba para los votantes cubanoamericanos puede ir disminuyendo gradualmente.
En 2018, la encuesta de FIU sustituyó la pregunta sobre la importancia de la política hacia Cuba por otra en la que se pedía a los encuestados que clasificaran la importancia de unos diez temas. En tres encuestas sucesivas, la política sobre Cuba se situó muy por detrás de la sanidad, la economía y la inmigración. Excepto para los mayores de 76 años, los encuestados clasificaron la política hacia Cuba en último o casi último lugar en las tres encuestas. No cabe duda de que parte de la diferencia entre las primeras y las últimas encuestas se debe al cambio en la formulación de las preguntas, pero sugiere que los demócratas podrían atraer a los cubanoamericanos sobre la base de cuestiones distintas a Cuba; pero a medida que disminuye la importancia del tema de Cuba, los cubanoamericanos se parecen cada vez más a otros votantes republicanos. Aunque el margen de victoria de Trump entre los cubanoamericanos en 2020 recordó a los márgenes históricos que ganaron los republicanos en la década de 1990 y principios de 2000, el apoyo de los cubanoamericanos por encima del apoyo que los candidatos republicanos han recibido del electorado general ha caído sustancialmente desde 2004 (véase el cuadro 2). Esto sugiere que la postura de un candidato sobre Cuba puede no marcar tanto la diferencia para los votantes cubanoamericanos como su identificación partidista, tal y como ha argumentado Guillermo Grenier.[122]
Cuadro 2: Voto cubanoamericano Premium en Florida
Fuente: La participación republicana en el voto cubanoamericano es un promedio de los análisis de las encuestas a boca de urna y de los distritos electorales de Miami-Dade en el Cuadro 1.
El «exilio histórico» siempre fue conservador en política exterior, especialmente hacia Cuba, y se inclinó por los candidatos presidenciales republicanos, que solían ser los más anticomunistas. Su creencia de que el presidente Kennedy condenó la invasión de Bahía de Cochinos al negarles apoyo aéreo los hizo más receptivos a los republicanos. Una encuesta realizada en 1970 reveló que los miembros de la comunidad preferían el Partido Republicano a los demócratas por un 73% frente a un 16%.[123]
Pero la identificación partidista de los cubanoamericanos como republicanos no estaba predestinada. A medida que aumentaba su censo electoral, republicanos y demócratas se repartían los nuevos votantes más o menos a partes iguales en la década del 70, y los demócratas podían ganar las contiendas locales.[124] En 1976, Jimmy Carter perdió por poco el voto cubanoamericano frente a Gerald Ford, 48% a 52%.[125] Pero los sectores demócratas tradicionales veían el ascenso de los cubanoamericanos como una amenaza a su control del partido y se resistieron, mientras que los republicanos de Florida abrieron sus brazos a la comunidad, que vieron como un bloque de construcción para una mayoría republicana. El Partido Republicano trabajó durante años para establecerse como el partido de los cubanoamericanos en Florida, mientras que los demócratas han cedido generalmente el terreno esforzándose poco por crear vínculos en la comunidad.[126] Como resultado, los demócratas tienen pocas perspectivas a corto plazo de hacer grandes incursiones en la comunidad cubanoamericana, cada vez más republicana.
A pesar de la intensidad con la que ambos partidos se han centrado en Florida durante los últimos 30 años, pocas veces ha sido decisiva a la hora de determinar el resultado de las elecciones presidenciales estadounidenses. Y los cubanoamericanos solo en ocasiones han sido decisivos para decidir el resultado en Florida. Antes de 1992, el número de cubanoamericanos capaces de votar en Florida no era suficiente para marcar la diferencia en las elecciones generales, porque los márgenes de victoria eran sistemáticamente mayores que el voto cubanoamericano en su totalidad. Incluso cuando el número de votantes cubanos creció durante la década de los 80, el tamaño de los márgenes de victoria de Reagan y Bush fueron demasiado grandes —en 1980, 1984 y 1988— para que los cubanoamericanos hubieran marcado la diferencia (véase el cuadro 3).
Eso cambió en 1992, cuando Bill Clinton perdió Florida, habiendo ganado solo alrededor de 22% del voto cubano, a pesar de sus mejores esfuerzos. Habría ganado el estado si hubiera obtenido el mínimo de 37% (como casi consiguió cuatro años más tarde). No obstante, su éxito relativo en comparación con los candidatos demócratas anteriores inauguró el intento cuatrienal de los demócratas dirigido a recortar el margen de los republicanos dentro de la comunidad cubana. El pobre resultado de Gore entre los cubanoamericanos fue decisivo tanto en Florida como en el Colegio Electoral en las dramáticas y, para los demócratas, traumáticas elecciones de 2000. La campaña de Kerry contra Bush en 2004 fue lo suficientemente reñida a nivel nacional como para que Florida marcara de nuevo la diferencia en el Colegio Electoral; pero Kerry perdió Florida por un amplio margen.
Obama ganó en Florida en 2008, con cerca del 38% del voto cubano; sin embargo, su margen en todo el estado fue lo suficientemente amplio como para que McCain hubiera necesitado un porcentaje de votos similar al de Reagan de 85% entre los cubanoamericanos para ganar el estado, y aun así hubiera perdido en todo el país. En su segunda campaña, Obama lo hizo aún mejor contra Mitt Romney, al dividir el voto cubanoamericano casi por igual. Esta vez, el margen de Obama en todo el estado fue lo suficientemente pequeño como para que Romney pudiera haber ganado Florida si hubiera obtenido solo 6% más del voto cubano que él; pero aun así habría perdido la Casa Blanca.
Hillary Clinton se llevó alrededor del 47% del voto cubanoamericano en 2016, lo que fue mejor que cualquier otro demócrata, excepto Obama en 2012; pero sus pérdidas en los condados blancos de cuello azul fueron tan grandes que habría necesitado un récord de 57% del voto cubano para ganar el estado. Ni siquiera eso habría compensado la pérdida del «muro azul» de los demócratas en el Medio Oeste. Cuatro años después, Biden perdió Florida por un margen tan amplio que habría necesitado 65% del voto cubanoamericano para ganar el estado; pero no necesitaba a Florida habiendo reconstruido el «muro azul».
En resumen, a pesar de que Florida se ha considerado un estado pendular desde 1992, y de que ambos partidos han identificado a los cubanoamericanos como un electorado clave al que cortejar, los datos muestran que los cubanoamericanos de Florida solo han decidido una elección presidencial desde 1960. En las 16 elecciones celebradas en los Estados Unidos desde que Fidel Castro entró en La Habana en 1959, los votos electorales de Florida han marcado la diferencia únicamente en dos ocasiones, en 2000 y 2004 (véase el cuadro 4). En todas las demás elecciones, o bien el ganador de Florida perdió las elecciones generales (1960, 1992, 2020), o bien el recuento electoral fue tan desigual que, incluso si el vencedor hubiera perdido Florida, habría ganado las elecciones generales de todos modos. Podría decirse que los cubanoamericanos han sido el voto decisivo en Florida solo en 1992, 2000 y 2012. En pocas palabras, solo ha habido una elección desde 1960 en la que los cubanoamericanos marcaron la diferencia en Florida y en la que Florida decidió la elección —2000, la elección que sigue atormentando a los operadores políticos demócratas con una especie de trastorno de estrés postraumático electoral.
Cuadro 3: Votantes cubanoamericanos en elecciones presidenciales en Florida
Fuentes: Los datos sobre el margen ganador en Florida provienen de “Statistics Data Archives Elections”, The American Presidency Project, Universidad de California, Santa Bárbara, https://www.presidency.ucsb.edu/statistics/elections
Las estimaciones del número de votantes cubanoamericanos y por quién votaron pueden variar ampliamente. Nuestras estimaciones se basan en tres estadísticas:
(1) Votantes cubanoamericanos elegibles, según el número de ciudadanos estadounidenses que se identifican como de ascendencia cubana, según lo estimado por la Oficina del Censo los EE.UU. y la Encuesta sobre la Comunidad Estadounidense. Donde los datos de ACS no están disponibles entre los años censales, las estimaciones (en cursiva) se basan en la interpolación entre los años censales.
(2) Tasa de participación de votantes cubanoamericanos elegibles, según lo estimado por el Centro de Investigación Pew con base en el Suplemento de la Encuesta de Población Actual de la Oficina del Censo de EE.UU. Las estimaciones para 1980 y 1984 se basan en 1988.
(3) La distribución bipartidista del voto cubanoamericano (excepto cuando el total de votos de un candidato de un tercer partido supera el 4%), según el promedio de las estimaciones de las encuestas a boca de urna estatales, las encuestas a boca de urna de Miami-Dade y el análisis del precinto de Miami-Dade. Los resultados de usar solo el promedio de las encuestas de salidas en todo el estado no difieren de las tres estadísticas anteriores.
Podemos derivar estimaciones del número de votos cubanoamericanos para los candidatos y el impacto que los cambios hipotéticos en el voto cubanoamericano habrían tenido en el resultado de la elección.
Cuadro 4: Florida en las elecciones presidenciales de EE.UU.
Fuente: Cuadro 1 anterior y “Statistics Data Archives Elections”, The American Presidency Project, Universidad de California, Santa Bárbara. https://www.presidency.ucsb.edu/statistics/elections
Al comienzo de la segunda administración Clinton, su equipo de política exterior se debatía sobre cómo reparar las relaciones con La Habana tras el derribo del avión de los Hermanos al Rescate y la aprobación de la Ley para la Libertad y la Solidaridad Democráticas Cubanas (Helms-Burton). En una reunión de altos funcionarios del Consejo de Seguridad Nacional, todas las ideas que se presentaban eran respondidas con la objeción de que Miami nunca las aceptaría. Finalmente, el Consejero de Seguridad Nacional Sandy Berger interrumpió: «Hagamos como si fuéramos los asesores de política exterior del presidente», sugirió, en un tono de sarcasmo.[127]
Una política hacia Cuba que sirva a los intereses nacionales de los Estados Unidos y no a los intereses localistas de la derecha cubanoamericana de Miami, o a las fortunas políticas de posibles presidentes, empezaría por reconocer que la actual política de hostilidad no va a derrocar al gobierno cubano, algo que debería ser evidente después de 65 años de intentos en vano. En su lugar, una política exterior realista se basaría en identificar y aprovechar las áreas de interés común, al tiempo que se reconocen y gestionan las áreas de desacuerdo, como los derechos humanos.
En el ámbito de la seguridad nacional, los Estados Unidos y Cuba comparten un interés común en la lucha contra la delincuencia transnacional —narcotráfico, trata de seres humanos, blanqueo de dinero, etc.—, y los cubanos han demostrado históricamente ser socios fiables. El compromiso también proporcionaría a La Habana la oportunidad de evitar la dependencia de Rusia y China —rivales globales de los Estados Unidos—, y daría a Cuba un incentivo para cooperar en la búsqueda de soluciones pacíficas a los conflictos en Venezuela y Nicaragua, como hizo con éxito en Angola, en los años ochenta, y recientemente en Colombia.
Los Estados Unidos y Cuba también comparten intereses comunes en una amplia gama de otras cuestiones, problemas transnacionales que los vecinos cercanos solo pueden abordar juntos de manera eficaz: protección del medio ambiente, efectos del cambio climático, salud pública, seguridad de plantas y animales, seguridad aérea y marítima, etc. Durante sus dos últimos años de mandato, el presidente Obama concluyó 22 acuerdos bilaterales con Cuba sobre una serie de estas cuestiones; pero muchos de ellos han quedado moribundos desde la administración Trump.
Levantar el embargo económico, o reducir su alcance como hizo Obama, ayudaría a reactivar la economía cubana, mejorar la vida del pueblo cubano, estimular el emergente sector privado y abrir nuevas oportunidades de comercio e inversión a las empresas estadounidenses. Incluso podría crear un entorno favorable para discutir la compensación por la propiedad nacionalizada —discusiones que comenzaron con Obama, pero que Trump cerró.
Por último, los Estados Unidos y Cuba tienen profundos lazos culturales que se remontan a más de siglo y medio, lazos que se han profundizado a medida que ha crecido la población cubanoamericana. A pesar de las dificultades para viajar a Cuba, casi un millón de residentes estadounidenses la visitan anualmente, muchos de ellos para ver a sus familiares. Los intercambios culturales y educativos son productivos, aunque también deben sortear el abanico de regulaciones gubernamentales. Los profesionales cubanos y estadounidenses de la medicina, la educación, la agricultura, las ciencias medioambientales y muchos otros campos colaboran activamente a pesar de las restricciones del embargo, que lo dificultan más de lo debido. Los intereses de ambos países saldrían ganando si se eliminaran todos estos impedimentos a la colaboración y se dejara que los ciudadanos de a pie construyeran los puentes de reconciliación que tanto les ha costado tender a los dos gobiernos.
En 2024, una política como esta puede parecer ambiciosa; pero no hace tanto tiempo que los Estados Unidos dio los primeros pasos por este camino, durante los dos últimos años de la presidencia de Obama. Los progresos realizados en solo 24 meses fueron sustanciales, aunque no estuvieron exentos de contratiempos, y la respuesta política interna fue más positiva de lo que esperaban incluso los autores de la política. Cuando se le preguntó a Ben Rhodes, que dirigió el equipo negociador estadounidense, qué había hecho posible la drástica ruptura de Obama con el pasado tras tantas décadas de hostilidad, dio una respuesta sorprendentemente sencilla: liderazgo y voluntad política.[128] La normalización de las relaciones con Cuba se produjo, dijo, porque era algo que el presidente estaba decidido a hacer.
[1] Susan Eckstein, «The Personal Is Political: The Cuban Ethnic Electoral Policy Cycle», Latin American Politics and Society 51, No. 1 (Spring 2009): 119–148.
[2] En 1988, el Congreso aprobó la enmienda Berman a una ley de comercio que exime del embargo a los materiales artísticos e informativos. El Presidente Reagan se opuso a la enmienda, pero firmó la ley de comercio. En 2000, el Congreso aprobó la Ley de Sanciones Comerciales y Fomento de las Exportaciones, que legalizaba la venta de productos agrícolas a Cuba pero también prohibía el turismo. El Presidente Clinton firmó la ley, aunque no puso en marcha las disposiciones relativas a Cuba.
[3] «The Biden Administration’s Western Hemisphere Policies with Brian A. Nichols», Americas Society/Council of the Americas, 7 de marzo, 2024, https://www.as-coa.org/watchlisten/biden-administrations-western-hemisphere-policies-brian-nichols.
[4] Edward T. Folliard, «Kennedy Asks Nixon Explain Cuba “Disaster”», The Washington Post, October 16, 1960.
[5] David Wise y Thomas B. Ross, The Invisible Government (New York: Random House, 1964).
[6] George Cable Wright, «Goldwater Asks Cuban-Exile Aid», The New York Times, 21 de septiembre, 1963, https://www.nytimes.com/1963/09/21/archives/goldwater-asks-cubanexile-aid-proposes-a-government-at-guantanamo.html.
[7] William M. LeoGrande y Peter Kornbluh, Back Channel to Cuba: The Hidden History of Negotiations Between Washington and Havana (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2015), 79–80.
[8] Jon Nordheimer, «Reagan Will Stay in Race», The New York Times, 11 de marzo, 1976, https://www.nytimes.com/1976/03/11/archives/reagan-will-stay-in-race-minimizes-florida-results-reagan-asseyts.html.
[9] LeoGrande y Kornbluh, Back Channel to Cuba…, 225–267.
[10] Richard Bergholz, «”Distortion” of Ideas Charged by Reagan», Los Angeles Times, 9 de enero, 1976.
[11] «Remarks at a President Ford Committee Reception in Miami», February 14, 1976», The American Presidency Project, https://www.presidency.ucsb.edu/node/242523.
[12] David Binder, «Angola Is Only the Latest Cause of U.S.-Cuba Friction», The New York Times, 25 de abril, 1976, https://www.nytimes.com/1976/04/25/archives/the-worldcontinued-angola-is-only-the-latest-cause-of-uscuba.html.
[13] Robert Lindsey, «Reagan to Debate His G.O.P. Rivals in South», The New York Times, 31 de enero, 1980, https://www.nytimes.com/1980/01/31/archives/reagan-to-debate-his-gop-rivals-in-south-carolina-concedes-forum.html; Hedrick Smith, «Examining What President Says on Reagan and War», The New York Times, 28 de octubre, 1980, https://www.nytimes.com/1980/10/28/archives/examining-what-president-says-on-reagan-and-war-reagan-begins-to.html.
[14] Donald P. Baker y Ronald D. White, «Va. GOP Confident at Campaign Rally», The Washington Post, 14 de septiembre, 1980, https://www.washingtonpost.com/archive/local/1980/09/14/va-gop-confident-at-campaign-rally/78dcded7-10c1-4a24-bd21-b9ed39fa1bad/.
[15] «Cuban Exiles in Miami Take Part in U.S. Politics for First Time», The New York Times, 15 de septiembre, 1968, https://www.nytimes.com/1968/09/15/archives/cuban-exiles-in-miami-take-part-in-us-politics-for-first-time.html.
[16] Paul S. Salter y Robert C. Mings, «The Projected Impact of Cuban Settlement on Voting Patterns on Metropolitan Miami, Florida», The Professional Geographer 24, no. 2 (Mayo 1972): 123–131, https://doi:10.1111/j.0033-0124.1972.00123.x.
[17] George Volsky, «Cuban Exiles Now Seek U.S. Citizenship», The New York Times, 4 de Julio, 1976, https://www.nytimes.com/1976/07/04/archives/cuban-exiles-now-seek-us-citizenship.html.
[18] Richard Morin, «The Desire to Return to Cuba Is Dwindling», The Miami Herald, 18 de diciembre, 1988.
[19] The FIU polls are available at https://cri.fiu.edu/research/cuba-poll/
[20] Miguel González-Pando, The Cuban Americans (Westport, CT: Greenwood,1998).
[21] Robert Reinhold, «Voting Reflects Shift in Florida», The New York Times, 11 de marzo, 1976, https://www.nytimes.com/1976/03/11/archives/voting-reflects-shift-in-florida-study-of-primary-shows-altered.html.
[22] Lou Cannon y Martin Schram, «Reagan: Administration Harasses Cuban Exiles», The Washington Post, 10 de marzo, 1980, https://www.washingtonpost.com/archive/politics/1980/03/10/reagan-administration-harasses-cuban-exiles/ffd78ea7-5bbe-4424-9161-1ea1fed544ed/.
[23] Patrick Haney y Walt Vanderbush. «The Role of Ethnic Interest Groups in U.S. Foreign Policy: The Case of the Cuban American National Foundation», International Studies Quarterly 43 (2, 1999): 341–61.
[24] William E. Schmidt, «Florida G.O.P. Seeking Cuban Votes», The New York Times, 3 de febrero, 1984, https://www.nytimes.com/1984/02/03/us/florida-gop-seeking-cuban-votes.html.
[25] Gary Marx, «Cuban-Americans Display Displeasure With Reagan», Orlando Sentinel, 1 de Julio, 1988, https://www.orlandosentinel.com/1988/07/01/cuban-americans-display-displeasure-with-reagan/.
[26] Marx, «Cuban-Americans…».
[27] Alfonso Chardy, «Disillusionment Is Growing Among Exiles», The Miami Herald, 2 de mayo, 1988.
[28] R. W. Apple Jr., «Voters in Jersey City Don’t Know What to Think of Presidential Race», The New York Times, 18 de septiembre, 1988, https://www.nytimes.com/1988/09/18/us/state-state-voters-jersey-city-don-t-know-what-think-presidential-race.html.
[29] Larry Rohter, «Clinton Sees Opportunity to Break G.O.P. Grip on Cuban-Americans», The New York Times, 31 de octubre, 1992, https://www.nytimes.com/1992/10/31/us/1992-campaign-florida-clinton-sees-opportunity-break-gop-grip-cuban-americans.html.
[30] Tom Fiedler, «Clinton Backs Torricelli Bill», The Miami Herald, 24 de abril, 1992.
[31] Tom Fiedler, «How Candidates Were Squeezed on Castro Policy», The Miami Herald, 26 de abril, 1992.
[32] Peter Slevin, «Bush Signs Law Aimed at Castro», The Miami Herald, 24 de octubre, 1992; «Remarks on Signing the Cuban Democracy Act of 1992 in Miami, Florida», American Presidency Project, https://www.presidency.ucsb.edu/documents/remarks-signing-the-cuban-democracy-act-1992-miami-florida
[33] Alfonso Chardy, «13 GOP Committee Members Endorse Clinton», The Miami Herald, 7 de septiembre, 1992.
[34] «Mas’ Statement», The Miami Herald, 28 de octubre, 1992.
[35] «Dole Counts on a Surge of Support in the South», The New York Times, 28 de febrero, 1996, https://www.nytimes.com/1996/02/28/us/politics-bob-dole-dole-counts-on-a-surge-of-support-in-the-south.html.
[36] Katharine Q. Seelye, «In Florida, Dole Plays Cuba Card», The New York Times, 8 de marzo, 1996, https://www.nytimes.com/1996/03/08/nyregion/politics-on-the-trail-in-florida-dole-plays-cuba-card.html.
[37] Bill Clinton, My Life (New York: Knopf, 2004): 701.
[38] Benjamin G. Bishin, Feryal M. Cherif, Andy S. Gomez, y Daniel P. Stevens, «What to Expect from the Cuban-American Electorate», Cuban Affairs 3, no. 3 (agosto 2008), https://www.brookings.edu/wp-content/uploads/2016/06/08_cuban_americans_gomez.pdf.
[39] Eunice Ponce y Elaine De Valle, «Mania over Elian Rising», The Miami Herald, 10 de enero, 2000; Oscar Corral, «Miami Tangled in Memories», Newsday, 16 de abril, 2000.
[40] John F. Harris, «Gore Stand on Elian Stirs Up Democrats», The Washington Post, 1 de abril, 2000, https://www.washingtonpost.com/archive/politics/2000/04/01/gore-stand-on-elian-stirs-up-democrats/ec833bbf-d69d-49bd-b8a1-bc490d5283b7/.
[41] Neil A. Lewis, «U.S. Says It Agrees to Return Boy, 6, to Father in Cuba», The New York Times, 6 de enero, 2000, https://www.nytimes.com/2000/01/06/us/us-says-it-agrees-to-return-boy-6-to-father-in-cuba.html.
[42] Karen DeYoung, «Elian Asylum Appeal Dismissed», The Washington Post, 2 de junio, 2000, https://www.washingtonpost.com/archive/politics/2000/06/02/elian-asylum-appeal-dismissed/706ae447-186d-4229-b270-3f739c9bc251/.
[43] Brian Knowlton, «Grandmothers to Visit Elian; Senator Backs Citizenship», The New York Times, 25 de enero, 2000, https://www.nytimes.com/2000/01/25/IHT-grandmothers-to-visit-elian-senator-backs-citizenship.html.
[44] Mary McGrory, «Parental Rights and Wrongs», The Washington Post, 16 de diciembre, 1999, https://www.washingtonpost.com/archive/politics/1999/12/16/parental-rights-and-wrongs/552951f9-5930-4e31-ae03-bd852a211ced/.
[45] Katharine Q. Seelye, «Boy’s Case Could Sway Bush-Gore Contest», The New York Times, 30 de marzo, 2000, https://www.nytimes.com/2000/03/30/us/boy-s-case-could-sway-bush-gore-contest.html.
[46] Katharine Q. Seelye, «Gore Supporting Residency Status for Cuban Child», The New York Times, 31 de marzo, 2000, https://www.nytimes.com/2000/03/31/us/gore-supporting-residency-status-for-cuban-child.html.
[47] Dan Balz, «Raid Generates Much Heat, but Little Hope for an Electoral Edge», The Washington Post, 25 de abril, 2000, https://www.washingtonpost.com/archive/politics/2000/04/25/politics/5cabe3a3-6ab1-4b6a-a062-48600a432049/.
[48] William Schneider, «Elián González defeated Al Gore», The Atlantic, 1 de mayo, 2001, https://www.theatlantic.com/politics/archive/2001/05/elian-gonzalez-defeated-al-gore/377714/.
[49] David Adams, «Lieberman a Friend to Cuban-Americans», Tampa Bay Times, 9 de agosto, 2000, https://www.tampabay.com/archive/2000/08/09/lieberman-a-friend-to-cuban-americans/
[50] Pat Neal, «A Longtime Ally, Lieberman Seeks Cuban-American Support in Florida», CNN, 24 de octubre, 2000.
[51] «Excerpts from an Interview with Gore about Foreign Policy», The New York Times, 5 de octubre, 2000, https://www.nytimes.com/2000/10/05/us/excerpts-from-an-interview-with-gore-about-foreign-policy.html.
[52] Schneider, «Elián González defeated Al Gore.”
[53] Clinton, My Life, 905.
[54] Abby Goodnough, «G.O.P. Legislators in Florida Criticize Bush on Cuba», The New York Times, 13 de agosto, 2003, https://www.nytimes.com/2003/08/13/us/gop-legislators-in-florida-criticize-bush-on-cuba.html.
[55] Peter Wallsten, «Cubans’ Return “Just Not Right”, Gov. Bush says», The Miami Herald, 1 de agosto, 2003.
[56] Peter Wallsten, «Some S. Florida Hispanics Unhappy With Cuba Policy», The Miami Herald, 2 de marzo, 2004; Oscar Corral, «Bush Hispanics Wary Over Cuba», The Miami Herald, 19 de marzo, 2004; Andres Oppenheimer, «Bush, Kerry Will Fight For Cuban-American Vote», The Miami Herald, 11 de marzo, 2004.
[57] Peter Wallsten, «Keep Cuba Sanctions, Democratic Presidential Candidate Kerry Says», The Miami Herald, 1 de septiembre, 2003.
[58] Commission for Assistance to a Free Cuba, Report to the President, mayo 2004 (Washington, DC: U.S. Department of State, 2004): xiii, https://www.american.edu/centers/latin-american-latino-studies/upload/bush-commission-report.pdf.
[59] Peter Slevin, «Policy Met Politics in Cuba Rules; Fla. Anti-Castro Forces Helped Shape Laws», The Washington Post, 24 de agosto, 2004, https://www.washingtonpost.com/archive/politics/2004/08/24/policy-met-politics-in-cuba-rules/2757772a-67f8-4e7f-a63f-c334b655da26/.
[60] Cuba Research Institute, FIU Cuba Poll (Miami: Florida International University), https://cri.fiu.edu/research/cuba-poll/.
[61] Cuban American National Foundation, «CANF Statement on Bush Administration Cuba Measures», https://web.archive.org/web/20040816111733/http://www.canf.org/2004/1in/noticias-FNCA/2004-jun-25-CANF-STATEMENT-ON-BUSH-ADMINISTRATION.htm.
[62] Adjoa Adofo, «Younger, Older Cubans Split On Plan», The Miami Herald, 10 de Julio, 2004.
[63] Lesley Clark, «Cuban-American Support Split», The Miami Herald, 8 de junio, 2004.
[64] Lesley Clark, «Expand Travel to Cuba, Kerry Says», The Miami Herald, 6 de junio, 2004.
[65] Cuba Research Institute, FIU Cuba Poll.
[66] Cuba Research Institute, FIU Cuba Poll.
[67] Madeline Baró Diaz y Doreen Hemlock, «Ease Rules on Travel to Cuba, Group Asks», South Florida Sun-Sentinel, 5 de diciembre, 2006.
[68] Cuba Research Institute, FIU Cuba Poll.
[69] Barack Obama, «Our Main Goal: Freedom in Cuba», The Miami Herald, 21 de agosto, 2007.
[70] «Where They Stand: Cuba», The Miami Herald, 23 de enero, 2008.
[71] «Text of Obama’s Speech», The Miami Herald, 23 de mayo, 2008.
[72] Jorge Mas Santos, «Help Cubans Enact Change From Within», The Miami Herald, 25 de octubre, 2008.
[73] Casey Woods, «Obama First Democrat to Win Florida’s Hispanic vote», The Miami Herald, 6 de noviembre, 2008.
[74] R. M. Schneiderman, «Our Man in Havana: The Imprisonment of Alan Gross and the U.S. Effort to Bring Him Home», Foreign Affairs, diciembre 21, 2012.
[75] Ed O’Keefe, «Obama’s Meeting with Castro Infuriates GOP Presidential Candidates», The Washington Post, 11 de abril, 2015, https://www.washingtonpost.com/politics/obamas-meeting-with-castro-infuriates-gop-presidential-candidates/2015/04/11/e95cf1d0-dfbd-11e4-a500-1c5bb1d8ff6a_story.html; Katherine Gypson, «Republican Presidential Candidates Criticize Historic Cuba Trip», VOA, 21 de marzo, 2016, https://www.voanews.com/a/obama-cuba-republican-presidential-candidates-criticize-historic-trip/3247395.html.
[76] Ashley Parker y Jonathan Martin, «Change in Policy, Like Shift in Demographics, Could Alter Florida’s Political Map», The New York Times, 17 de diciembre, 2014, https://www.nytimes.com/2014/12/18/us/us-cuba-diplomatic-relations-agreement-shakes-up-politics.html; Eli Lake y Josh Rogin, «Cuba Shift is Rubio’s Big Chance», The Miami Herald, 17 de diciembre, 2014, https://www.miamiherald.com/opinion/op-ed/article4586260.html#storylink=cpy.
[77] Alexander Bolton y Jesse Byrnes Cruz, 2014. «Obama Gave Castro “Economic Lifeline”», The Hill, 17 de diciembre, 2014, https://thehill.com/policy/international/227483-cruz-obama-gave-castro-an-economic-lifeline/.
[78] Karen Tumulty y Anne Gearan, «Cuba Decision Marks a Bet by Obama that Cold War Politics Have Turned a Corner», The Washington Post, 17 de diciembre, 2014, https://www.washingtonpost.com/politics/cuba-decision-marks-a-bet-by-obama-that-cold-war-politics-have-turned-a-corner/2014/12/17/787f613a-860f-11e4-a702-fa31ff4ae98e_story.html.
[79] Sarah Dutton, Jennifer de Pinto, Anthony Salvanto et al., «How Do Americans Feel about Reestablishing Relations with Cuba?», CBS News, 22 de diciembre, 2014, https://www.cbsnews.com/news/what-americans-think-of-normalizing-relations-with-cuba/; Jeremy Diamond, «CNN/ORC Poll: Americans Side with Obama on Cuba», CNN, 23 de diciembre, 2014, https://www.cnn.com/2014/12/23/politics/cuba-poll/index.html; Scott Clement, «Poll: Support Increases for Lifting Cuba Embargo, Travel Restrictions», The Washington Post, 23 de diciembre, 2014, https://www.washingtonpost.com/news/the-fix/wp/2014/12/23/poll-support-increases-for-lifting-cuba-embargo-travel-restrictions/.
[80] Jacob Poushter, «People in U.S., Latin America Approve of Renewing U.S. Ties with Cuba», Pew Research Center, 14 de agosto, 2015, https://www.pewresearch.org/short-reads/2015/08/14/people-in-u-s-latin-america-approve-of-renewing-u-s-ties-with-cuba/.
[81] Bendixen & Amandi International, Polling Results on Cuban Americans’ Viewpoint on the Cuba Opportunity, Miami: 2015, https://bendixenandamandi.com/wp-content/uploads/2017/06/Polling-Results-on-Cuban-Americans-Viewpoint-on-the-Cuba-Opportunity_Web.pdf; Bendixen & Amandi International, Survey of Cuban-Americans: One Year After the Normalization of United States-Cuba Relations (Miami: 2015), https://bendixenandamandi.com/wp-content/uploads/2017/06/BA-Poll-of-Cuban-Americans-12.17.15-Web.pdf.
[82] Guillermo J. Grenier y Hugh Gladwin, 2016 FIU Cuba Poll: How Cuban Americans in Miami View U.S. Policies Toward Cuba (Miami: FIU Cuba Research Institute, 2016), https://cri.fiu.edu/research/cuba-poll/cuba-poll-powerpoint.pdf.
[83] «Hillary Clinton, “Remarks in Miami on the Cuba Embargo, 1 de agosto, 2015», Archives of Women’s Political Communication, Iowa State University, https://awpc.cattcenter.iastate.edu/2017/03/21/remarks-in-miami-on-the-cuba-embargo-aug-1-2015/.
[84] Jeremy Diamond, «Trump Backs U.S.-Cuba Diplomatic Relations», CNN, 8 de septiembre, 2015, https://edition.cnn.com/2015/09/08/politics/donald-trump-cuba-diplomatic-opening/; Patricia Mazzei, «Donald Trump Says It’s ‘Fine’ for U.S. to Pursue Closer Cuba Ties», The Miami Herald, 8 de septiembre, 2015, https://www.miamiherald.com/news/politics-government/election/article34401528.html.
[85] «Republican Candidates Debate in Miami, Florida, March 10, 2016», American Presidency Project, https://www.presidency.ucsb.edu/documents/republican-candidates-debate-miami-florida.
[86] Jeremy Diamond, «Trump Shifts on Cuba, Says He Would Reverse Obama’s Deal», CNN, 16 de septiembre, 2016, https://www.cnn.com/2016/09/16/politics/donald-trump-cuba/index.html.
[87] Kurt Eichenwald, «How Donald Trump’s Company Violated the United States Embargo Against Cuba», Newsweek, 29 de septiembre, 2016, https://www.newsweek.com/2016/10/14/donald-trump-cuban-embargo-castro-violated-florida-504059.html.
[88] Mazzei, «Trump Says “It’s ‘Fine”».
[89] Jose A. DelReal, «Report of Trump Spending in Cuba Could Hurt His Chances in Pivotal Florida», The Washington Post, 29 de septiembre, 2016, https://www.washingtonpost.com/politics/report-of-trump-spending-in-cuba-could-hurt-his-chances-in-pivotal-florida/2016/09/29/1a872f52-8664-11e6-ac72-a29979381495_story.html.
[90] Reena Flores, «Fidel Castro’s Death: Obama, Donald Trump React to Cuba Leader’s Passing», CBS News, 26 de noviembre, 2016, https://www.cbsnews.com/news/fidel-castro-death-obama-donald-trump-react-cuba-leader-passing/.
[91] Joseph Weber, «Trump, Pence Seek Cuban American Vote, Vow to Repeal Obama’s Cuba Deal», Fox News, 5 de noviembre, 2016, https://www.foxnews.com/politics/trump-pence-seek-cuban-american-vote-vow-to-repeal-obamas-cuba-deal.
[92] Diamond, «Trump Shifts on Cuba».
[93] Patricia Mazzei y Nicholas Nehamas, «Florida’s Hispanic Voter Surge Wasn’t Enough for Clinton», The Miami Herald, 9 de noviembre, 2016, https://www.miamiherald.com/news/politics-government/election/article113778053.html.
[94] Adam C. Smith y Neil Bedi, «Trump Won Florida on Strength of Suburban White Vote», The Miami Herald, 9 de noviembre, 2016, https://www.miamiherald.com/news/politics-government/election/article113786328.html.
[95] Donald J. Trump, «President-Elect Donald J. Trump Statement on the Passing of Fidel Castro», The Trump-Pence Transition Team, 28 de noviembre, 2016. https://www.presidency.ucsb.edu/documents/statement-the-president-elect-the-death-fidel-castro
[96] Patricia Mazzei, «Trump Pledges to “Terminate" Opening to Cuba Absent “Better Deal”», The Miami Herald, 28 de noviembre, 2016, https://www.miamiherald.com/news/politics-government/election/donald-trump/article117478793.html.
[97] Julie Hirschfeld Davis, «Trump Reverses Pieces of Obama-Era Engagement with Cuba», The New York Times, 16 de junio, 2017, https://www.nytimes.com/2017/06/16/us/politics/cuba-trump-engagement-restrictions.html.
[98] Julian E. Barnes, «Most "Havana Syndrome” Cases Unlikely Caused by Foreign Power, C.I.A. Says», The New York Times, 20 de enero, 2022, https://www.nytimes.com/2022/01/20/us/politics/havana-syndrome-cia-report.html.
[99] Annual Reports: Report of the Visa Office, Table IV, U.S. Department of State, Bureau of Consular Affairs, https://travel.state.gov/content/travel/en/legal/visa-law0/visa-statistics/annual-reports.html.
[100] Cuba Research Institute, FIU Cuba Poll (Miami: Florida International University), https://cri.fiu.edu/research/cuba-poll/.
[101] Guillermo J. Grenier y Qing Lai, 2020 FIU Cuba Poll: How Cuban Americans in Miami View U.S. Policies toward Cuba (Miami, FL: Florida International University, 2020), https://cri.fiu.edu/research/cuba-poll/.
[102] Equis Research, Florida: Deep-Dive on the Cuban Vote, 14 de Julio, 2020, https://equisresearch.medium.com/florida-deep-dive-on-the-cuban-vote-b5f66b0d9483.
[103] Equis Research, Florida: Background on the LatAm Vote, 20 de octubre, 2020, https://equisresearch.medium.com/florida-background-on-the-latam-vote-d44c2193f4da.
[104] Equis, Deep Dive.
[105] Bianca Padró Ocasio, «Joe Biden’s Florida campaign is “suppressing the Hispanic vote”, internal letter claims», Tampa Bay Times, 26 de Julio, 2020, https://www.tampabay.com/florida-politics/buzz/2020/07/26/joe-bidens-florida-campaign-is-suppressing-the-hispanic-vote-internal-letter-claims/.
[106] Noah Lanard, «How Democrats Lost the Cuban Vote and Jeopardized Their Future in Florida», Mother Jones, 28 de octubre, 2020, https://www.motherjones.com/politics/2020/10/how-democrats-lost-the-cuban-vote-and-jeopardized-their-future-in-florida/.
[107] David Smiley, «Joe Biden Moves ahead of President Trump among Miami-Dade Hispanic Voters, Poll Finds», The Miami Herald, 5 de octubre, 2020, https://www.miamiherald.com/news/politics-government/article246216955.html.
[108] «Joe Biden Answers 10 Questions on Latin America», Americas Quarterly, 4 de marzo, 2020, https://www.americasquarterly.org/article/updated-2020-candidates-answer-10-questions-on-latin-america/.
[109] «Joe Biden Confident He’ll Turn Florida Blue, Says He’ll Restore Obama-Era Cuba Policies in Exclusive CBS4 Interview», CBS News Miami, 27 de abril, 2020, https://www.cbsnews.com/miami/news/cbs4-joe-biden-interview/.
[110] «On Anniversary of Obama Visit, Cubans Fret over whether Biden Will Resume Détente», Reuters, 19 de marzo, 2021, https://www.reuters.com/world/americas/anniversary-obama-visit-cubans-fret-over-whether-biden-will-resume-detente-2021-03-19/; EFE, «Biden’s Campaign Criticizes Blocking of Remittances to Cubans», OnCuba News, 29 de octubre, 2020, https://oncubanews.com/en/cuba-usa/bidens-campaign-criticizes-blocking-of-remittances-to-cubans/.
[111] Gray Rohrer, «Ron DeSantis’ Fund-Raising Letter Comes with a Crisp $1 bill», Orlando Sentinel, 19 de octubre, 2018, https://www.orlandosentinel.com/2018/10/19/ron-desantis-fund-raising-letter-comes-with-a-crisp-1-bill/.
[112] Edward-Isaac Dovere, «When Karen Bass Went to Work in Castro’s Cuba», The Atlantic, 31 de Julio, 2020, https://www.theatlantic.com/politics/archive/2020/07/karen-bass-cuba-venceremos-brigade/614662/.
[113] Alexander Burns, Jonathan Martin, y Katie Glueck, «How Biden Chose Harris: A Search That Forged New Stars, Friends and Rivalries», The New York Times, 13 de agosto, 2020, https://www.nytimes.com/2020/08/13/us/politics/biden-harris.html.
[114] «Tweets of October 10, 2020», American Presidency Project, https://www.presidency.ucsb.edu/documents/tweets-october-10-2020.
[115] Interview with Repres entative Jim McGovern, Democrat of Massachusetts, https://twitter.com/QuincyInst/status/1663628506813853697.
[116] Trump speech in Hialeah, Florida, 8 de noviembre, 2023, https://www.youtube.com/watch?v=k_0LU99jczk&ab_channel=RightSideBroadcastingNetwork.
[117] Guillermo J. Grenier y Qing Lai, 2022 FIU Cuba Poll: How Cuban Americans in South Florida View U.S. Policies toward Cuba, Critical National Issues, and the Upcoming Elections (Miami: Florida International University), https://issuu.com/fiupublications/docs/sipa_cuba_poll_report_2022_2882279691_final_noblee.
[118] A video of the event is available here: https://www.usip.org/events/there-path-greater-unity-western-hemisphere.
[119] Michael Scherer y Tyler Pager, «Biden Team Aims to Compete in North Carolina, Test Ground in Florida», The Washington Post, 15 de mayo, 2023, https://www.washingtonpost.com/elections/2023/05/15/biden-north-carolina-florida-2024-election/.
[120] Leigh Ann Caldwell y Theodoric Meyer, «Democrats Eye Florida after Abortion Ruling», The Early 202 Newsletter, The Washington Post, 2 de abril, 2024, https://www.washingtonpost.com/politics/2024/04/02/democrats-eye-florida-after-abortion-ruling/.
[121] «Florida Midterm Election 2022», NBC News, 9 noviembre, 2022, https://www.nbcnews.com/politics/2022-elections/florida-results?icid=election_statenav.
[122] Guillermo J. Grenier, «Engagement with Cuba? How About Engaging with Cuban-Americans? How the Democrats Lost and Could Regain the Trust of Cuban Americans», OnCuba News, 4 de diciembre, 2021, https://oncubanews.com/en/cuba-usa/engagement-with-cuba-how-about-engaging-with-cuban-americans-how-the-democrats-lost-and-could-regain-the-trust-of-cuban-americans/.
[123] Paul S. Salter y Robert C. Mings, «The Projected Impact of Cuban Settlement on Voting Patterns on Metropolitan Miami, Florida», The Professional Geographer, 24, 2, Mayo 1972: 123–131.
[124] Grenier, «Engagement with Cuba?».
[125] Gerald R. Webster, «Factors in the Growth of Republican Voting in the Miami-Dade County SMSA», Southeastern Geographer 27, no. 1 (Mayo 1987): 1–17.
[126] Grenier, «Engagement with Cuba?»
[127] LeoGrande y Kornbluh, Back Channel to Cuba…, 316.
[128] LeoGrande y Kornbluh, Back Channel to Cuba…, 316.
Debe estar autenticado para enviar un comentario
"Discapacitados" nuestros de cada día, ¡ya está disponible!
Adiós a Cira
Sin fanfarrias ni condescendencia
Max Lesnik: un socialista convencido
La historia no siempre bien contada
La Letra de Temas 2022
Con la sociedad civil y sus movimientos
Cuba-EE.UU.: restablecimiento de las relaciones; diez años después
América Latina y el Caribe desde sí misma. Adelantos de un libro en preparación
Presentaciones de Ediciones Temas en la Feria Internacional del Libro de La Habana 2024
YOUTUBE
TWITTER
FACEBOOK
Temas es una publicación trimestral, dedicada a la teoría y el análisis de los problemas de la cultura, la ideología y la sociedad contemporánea.
(+53) 7-838-3010(+53) 7-830-4759
temas@icaic.cu
Calle 23 #1109 e/ 8 y 10. Plaza de la Revolución. CP:10400. La Habana. Cuba