martes, 14-01-2025
Se especializa en la política estadounidense hacia Latinoamérica, con un enfoque especial en Cuba y Centroamérica. Es profesor de Gobierno en la Universidad Americana (AU, por sus siglas en inglés) en Washington DC, y ex decano de la Escuela de Asuntos Públicos de la AU. Anteriormente trabajó en el personal del Senado y la Cámara de Representantes de los Estados Unidos en temas relacionados con América Latina. De 2002 a 2008 fue miembro de la junta directiva de WOLA y se desempeñó como vicepresidente, miembro del Comité de Desarrollo y copresidente de los Premio de Derechos Humanos del 2015 y de la Gala.
Es coautor con Peter Kornbluh de Back Channel to Cuba: The Hidden History of Negotiations between Washington and Havana (University of North Carolina Press), que ganó el Premio Dillon Book Award 2015 de la Academia Americana de Diplomacia por el mejor libro sobre la práctica de la diplomacia estadounidense.
CATALEJO
Pocos países han ocupado un lugar tan destacado en las elecciones estadounidenses a lo largo de los años como Cuba. Desde la primera campaña presidencial tras la Revolución Cubana en 1959 hasta las elecciones de 2020, los candidatos han mencionado a Cuba para criticar a su oponente por ser blando con el comunismo y débil en política exterior, o para atraer a los votantes cubanoamericanos en el disputado estado de Florida. De hecho, en la mitad de las elecciones presidenciales celebradas desde 1960, los presidentes en el cargo han permitido que la presión electoral influyera en su política hacia Cuba, ya sea endureciendo las sanciones o retirándose del diálogo.
Esta percepción de presión electoral ha distorsionado gravemente la política exterior estadounidense hacia Cuba. Desde 1959, esa política ha irritado a nuestros aliados, ha acercado a Cuba a los competidores geopolíticos de los Estados Unidos, ha empeorado los derechos humanos en Cuba y ha permitido al régimen cubano movilizar el apoyo nacionalista. Y ello a pesar de que los cubanoamericanos solo han decidido en una elección desde 1960. De hecho, como demuestra este estudio, la influencia electoral de los cubanoamericanos ha sido mucho más limitada de lo que generalmente se supone.
La breve apertura de los Estados Unidos a Cuba durante la presidencia de Barack Obama resultó ser una anomalía. El presidente Trump revirtió rápidamente gran parte de las políticas de su predecesor para ganarse el favor de los votantes cubanoamericanos de Miami basándose en las promesas que hizo durante su campaña de 2016. El presidente Biden, a pesar de su retórica durante las elecciones de 2020, ha mantenido la mayoría de las sanciones de Trump.
Washington debería cambiar de rumbo y aplicar una política hacia Cuba que sirva a los intereses nacionales de los Estados Unidos en general, y no a los intereses localistas de la población cubanoamericana de Miami. Los dos países comparten intereses comunes en una serie de cuestiones que pueden servir de base para un compromiso productivo.
Los Estados Unidos debería levantar el embargo económico, o al menos reducir su alcance para permitir una mayor participación comercial, cultural y entre personas. Durante más de 60 años, el embargo no ha logrado derrocar al régimen cubano ni fomentar un cambio positivo. Relajarlo mejoraría la vida del pueblo cubano y ofrecería nuevas oportunidades de inversión a las empresas estadounidenses. Los profundos lazos culturales y los intereses compartidos entre los Estados Unidos y Cuba implican que la normalización de las relaciones debería ser el objetivo político último. Hacer realidad esa ambición no será fácil políticamente; pero, a medida que Florida se vuelve más sólidamente republicana y menos un estado disputado, los costos electorales de hacerlo disminuyen rápidamente. Los Estados Unidos necesita una política exterior para Cuba, no una política impulsada por cálculos electorales a corto plazo.
Diez años después del anuncio del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, Temas ha invitado a algunos de los estudiosos a re-visitar aquellos acontecimientos.
*Publicado el 21 de marzo de 2016
"...En los quince meses transcurridos desde que Raúl Castro y Obama declararon el fin de la Guerra fría en el Caribe, el 17 de diciembre de 2014, ha habido apenas suficientes progresos para justificar la histórica visita presidencial..."
William LeoGrande - 17 de diciembre de 2024
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