Existen dos versiones principales sobre la Nakba: la sionista-israelí, que atribuye el éxodo a órdenes de líderes árabes o a la huida voluntaria por miedo, y la árabe-palestina, que lo atribuye a las atrocidades y el terrorismo de las fuerzas sionistas. El sionismo niega la existencia del pueblo palestino, la responsabilidad moral por la expulsión, la injusticia histórica y el derecho al retorno. Han aparecido «nuevos historiadores» israelíes que, basándose en documentos desclasificados, cuestionan la narrativa oficial y señalan el sionismo como un movimiento colonial agresivo. El Mandato Británico ha sido cómplice del movimiento sionista y de su influencia en la Nakba. Existe una desarabización de Palestina mediante la destrucción de aldeas árabes y la judaización de nombres de lugares. La Nakba ha sido un proceso continuo, no fue un evento aislado, sino que se extiende hasta la actualidad, con la Naksa de 1967 y los crímenes en Gaza como nuevos capítulos.