martes, 10-12-2024
(La Habana, 1941-2024). Licenciado en Información Científico-técnica y Bibliotecología en 1980. Laboró en la Biblioteca Nacional de Cuba desde 1962. Investigador titular del Departamento de Investigaciones Histórico-Culturales y Bibliotecológicas de la Biblioteca Nacional José Martí y profesor titular adjunto de la Universidad de La Habana. Fue miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y de la Asociación Cubana de Bibliotecarios (ASCUBI). Autor de Recuerdos secretos de dos mujeres públicas (1984), Bibliografía de bibliografías cubanas (1985), El negro en Cuba: 1902-1985 (1990), Hablen paleros y santeros (1994, 1ra. ed.), Historias de mujeres públicas (1998), Apuntes para la historia de la Biblioteca Nacional (2001), entre otros. Impartió cursos de pre y postgrado en Cuba, los Estados Unidos, Nigeria y Guadalupe, además de conferencias en México, Venezuela, Alemania, España, Colombia, Martinica y Canadá
“El análisis de los repertorios bibliográficos indica el nivel de desarrollo de las temáticas científico-técnicas, socioeconómicas y culturales reflejadas en sus registros de formas general, como en las bibliografías nacionales, o de manera particular en los repertorios especializados y personales. Según el alcance de cada uno de estos repertorios, de acuerdo con su clase, los especializados podrán proporcionar el conocimiento no solo del grado del desarrollo alcanzado por una ciencia o técnica, sino también de la situación concreta que esta presenta en un país; mientras que los repertorios personales indican los campos del conocimiento en los cuales dichas personalidades sobresalen y, además, su importancia, teniendo en cuenta el volumen de su producción activa y pasiva…”
Revista Temas: 7. Sección
Identificar sociedad civil con las organizaciones no gubernamentales (ONG), los empresarios privados, las iglesias, habría hecho sonreír a los filósofos políticos de la modernidad y la Ilustración, que acuñaron el concepto. Reducirla a antípoda del Estado, como dos territorios en disputa perpetua, separados por una frontera real, en un juego que suma cero, donde lo que uno gana lo pierde el otro, distingue una marca de espejuelos oscuros perteneciente al sentido común conservador más primario. Asimilarla a los grupos políticos opuestos a los gobiernos socialistas, como en Europa del Este, resulta apenas una reliquia ideológica propia de la Guerra fría tardía. Caracterizarla de instrumento del enemigo imperialista, dirigido a minar el socialismo cubano, fue la reacción primaria entre ideólogos del marxismo-leninismo imperante, cuando el concepto apareció en los debates intelectuales de nuestros años 90. Legitimar su uso apenas como sinónimo de las organizaciones reconocidas en la Constitución de 1976 resulta otro reduccionismo, que confunde su significado y valor para la política del socialismo.
Ni los ideólogos de allá, ni los de acá, entendieron que la sociedad civil no es un conjunto de cosas, como tampoco lo es el Estado. Recuperada por Antonio Gramsci para el marxismo, por el pensamiento crítico posterior, y por la sociología contemporánea, la sociedad civil refiere a un espacio de interrelación, un plano de la dinámica social y una perspectiva, que privilegia la interacción entre grupos e instituciones como las escuelas, los medios de difusión, las organizaciones sociales, especialmente relevantes para aquellas agencias del poder político orientadas al intercambio con los actores sociales.
Por tanto, preguntarse si en Cuba «existe» la sociedad civil como preguntarse si «se dan las frambuesas» carece de sentido. Sin embargo, resultan relevantes otras cuestiones.
¿Existen movimientos sociales en Cuba? ¿Qué los caracteriza? ¿Cuáles son sus orígenes y antecedentes? ¿Están integrados por diversos grupos? ¿Qué factores incidieron en su surgimiento? ¿En torno a qué problemas? ¿Cómo se desarrollaban antes de que existieran las redes sociales? ¿Cuáles son sus principales temas, prioridades y actividades? ¿Hay diferencias entre sus agendas? ¿Se extienden a todo el país; o se concentran en algunas regiones? ¿Han evolucionado en los últimos años? ¿Cooperan con movimientos u organizaciones extranjeras o internacionales? ¿Tienen rasgos particulares respecto a los mismos movimientos en otros países? ¿Cuál es su capacidad de movilización? ¿Qué obstáculos han enfrentado? ¿Hasta qué punto han logrado hacerse escuchar? ¿En qué medida han podido influir en cambios de políticas? ¿Cuáles son sus problemas en la actualidad? ¿Cómo resolverlos?
Para contestar estas preguntas, y apreciar la naturaleza de las corrientes opuestas al prejuicio racial y de género, el maltrato a los animales, y otras acciones concertadas ante formas de discriminación e injusticia, no basta con impresiones sobre «lo que resulta evidente», opiniones, verdades aceptadas y repetidas sin contrastación.
¿En qué medida se podría afirmar que existe un movimiento antirracista en la Cuba actual?
Tomás Fernández Robaina: En la Cuba actual hay un atípico movimiento antirracista y social debido a la existencia histórica de intelectuales, de hombres y mujeres que individualmente, o en grupos han demandado el disfrute real de sus derechos laborales y sociales que impiden la marginación por el color de la piel, credos religiosos y orientación sexual; también lucha para eliminar las causas que todavía reproducen prejuicios y discriminaciones nacidos en la colonia, lamentablemente aún vigentes entre nosotros; además nos enseña las contribuciones de los africanos y sus descendientes a la formación de nuestra nacionalidad, y no pocos hechos silenciados hasta hoy por una buena parte de la historiografía tradicional. Dicho atípico movimiento transita por los caminos que abrieron Fernando Ortiz, Lydia Cabrera, Rómulo Lachatañeré, Gustavo Urrutia, entre otros más recientes.
¿Cuáles son sus características?
Tomás Fernández Robaina: El no reconocimiento oficial de organizaciones sociales integradas por activistas y líderes comunitarios, que hacen públicas sus demandas para disminuir hasta eliminar la problemática racial a la que se enfrentan. Además, la ausencia de una agenda común de sus reivindicaciones más urgentes. Incorporación de las demandas de los grupos LGTBIQ y afrofeministas.
¿Qué orígenes y antecedentes tiene la lucha contra el racismo en la Cuba actual?
Tomás Fernández Robaina: Debo mencionar en primer lugar el importante mitin celebrado el 29 de junio de 1902 en el teatro Albizu, donde las figuras más relevantes de los negros cubanos, intelectuales y veteranos de nuestras guerras independentistas demandaron al presidente Tomás Estrada Palma, el disfrute pleno de los derechos constitucionales que les era negados, por negros.
Con ese acto colectivo se iniciaba la visibilidad de las acciones de los negros cubanos de entonces a través de artículos, proclamas, que manifiestan de manera amplia que el movimiento social de los negros fue el más importante y visible durante las dos primeras décadas republicanas, como se evidencia por la fundación del Partido Independiente de Color, así como por sus diversos órganos periodísticos, y breve vida política como consecuencia de la masacre de 1912. Que no impidió la continuación de las demandas por sus derechos como bien se evidencia a través de los artículos publicados en la revista La Antorcha (1917-1918), del camagüeyano Armado Pla.
La actitud antirracista y antidiscriminatoria continuó muy débilmente en el país, a pesar de la labor de Ortiz, hasta que, en 1928, el arquitecto Gustavo E. Urrutia (1881-1958) inaugura la columna “Ideales de una raza” en el Diario de la Marina que es sustituida en 1931 por “Armonía”, que se mantuvo desde los treinta hasta muy adentrados los años cincuenta. Durante esos años surgen organizaciones integradas por los intelectuales más importantes de la época. Se fundan las revistas y la Sociedad de Estudios Afrocubanos, la Sociedad Adelante, y desde la revista Nuevos Rumbos y en los órganos de prensa ya mencionados, se combate la discriminación racial, los prejuicios y se valoran los aportes africanos a nuestra nacionalidad. Se destacan por sus escritos y colaboraciones Cesar Pinto Albiot Juan Rene Betancourt, quien circula importantes folletos donde divulga su proyecto para el desarrollo socioeconómico del negro, que condensa en su libro Doctrina negra (1955) y en El negro, ciudadano del futuro (1960).
Obviamente, esa lucha se invisibilizó en los cincuenta en muy buena medida por la lucha armada y política contra el dictador Fulgencio Batista.
¿Cuándo la lucha se hizo visible en la sociedad cubana contemporánea? ¿Qué factores la hicieron comenzar?
Tomás Fernández Robaina: Estimo que hubo dos momentos en que esa lucha se visualizó. Ambos fueron propiciados por el propio líder de la Revolución; el primero ocurrió en los primeros meses del triunfo revolucionario al solicitar a la comunidad de entonces buscar una solución para eliminar la discriminación existente, la cual fue reconocida y analizada por todos los que respondieron a tan noble llamado.
El segundo instante ocurre durante la preparación y celebración del cuarto congreso del Partido Comunista de Cuba en 1985. En la clausura nuestro máximo líder llamó a la representatividad femenina, juvenil y étnica de nuestra población en todos los niveles del partido, la administración pública, y el Estado.
Obviamente el primer llamado de 1959, no tuvo el resultado esperado, y como consecuencia de ese hecho, se efectúa el segundo, que fue aplicado de manera errónea, al ubicarse mujeres, jóvenes y negros, sin tomarse en cuenta el conocimiento requerido para ocupar los cargos a los que fueron promovidos.
La creencia generalizada de que la discriminación había sido eliminada en virtud de las medidas iniciales tomadas por el Gobierno Revolucionario, se alimentó, como consecuencia de la erradicación de áreas para blancos y negros en los parques públicos donde se había impuesto esa división; además, la inclusión y admisión de personas negras en espacios laborales y sociales vetados para ellos hasta entonces.
Desde la Isla se reaccionaba muy críticamente a los que desde el extranjero enjuiciaban la supuesta lamentable situación real de los negros Uno de esos momentos, entre otros, sucedió al circular el texto de Carlos Moore, “¿Tienen los negros su lugar en la Revolución Cubana?” en 1966, que fue rechazado ampliamente por nuestros intelectuales y por los que desde el extranjero apoyaban a la Revolución.
¿Existe una agenda antirracista? ¿En torno a qué problemas y objetivos?
Tomás Fernández Robaina: En la actualidad considero que la agenda que aúne, visibilice y busque eliminar los elementos reproductores del racismo y ofrezca soluciones no fue formulada en el pasado debido al fracaso de los intentos que se hicieron con esa finalidad; se espera que la Comisión Gubernamental que trabaja positivamente en esa dirección, la haga conocer pronto.
Los grupos antirracistas existentes batallan en el empoderamiento económico, principalmente de las mujeres, mediante su incorporación a talleres y cursos donde aprendan disciplinas que les permitan participar de manera notable como artesanas, peluqueras y en otras actividades económicas de la sociedad,
La importancia de la presencia negra desde el plano económico para luchar contra la discriminación fue enarbolada en la Cuba capitalista de entonces entre otros, por Gustavo E. Urrutia y Juan René Betancourt quienes enarbolaron tendencias opuestas.
La de Urrutia: “La solución cubana. La que nos va uniendo. La que junta a todos los cubanos en las aulas públicas, en el ejército, la marina, en cada servicio y función de la República, y promueve todas las posibles fusiones humanas. La solución opuesta es la norteamericana que fomenta dos mundos, dos sociedades, dos culturas paralelas dentro de la nación: la cultura blanca y la cultura negra. Yo prefiero la solución cubana.” (“La solución cubana y la solución norteamericana: Los «pioneers»”. / Gustavo E. Urrutia. Diario de la Marina 11 de marzo de 1931)
La tendencia del modelo afroestadounidense para el desarrollo económico y cultural del negro, fue liderada por Juan René Betancourt quien encontró la fuerte oposición del Partido Socialista y de los que apoyaban la solución cubana para solucionar nuestra problemática racial.
¿Existen grupos, redes sociales, lideres, de oposición, activistas? ¿Se relacionan entre sí, se extienden a todo el país o se concentran en algunas regiones?
Tomás Fernández Robaina: Está bien explicitado en las respuestas anteriores la existencia de académicos, de activistas, de líderes comunitarios, de grupos, y redes sociales a lo largo y ancho de la Isla, pero no siempre se han relacionados de manera sistemática y visibles, mencionaré algunas con las cuales he participado y otras que conozco.
Fui miembro de la Cofradía de la negritud, creada por Néstor Mesa, su cofrade principal, que efectuaba sus actividades desde la Casa Comunitaria de la Ceiba, en el municipio Playa, que eran comentadas y publicadas por Tato Quiñones desde su boletín La Ceiba, fuente de obligada consulta para la historia de nuestro atípico movimiento. Tato y yo fuimos incluidos en la Cofradía como primer y segundo cofrades respectivamente.
Pertenezco al Club del Espendrún, formado por activistas comunitarios, artistas raperos, escritores y académicos, que ha realizado numerosos talleres para preparar y empoderar a mujeres como artesanas, peluqueras, muñequeras y en otros espacios laborales; además de impartir cursos sobre aspectos de nuestra historia o abordados de manera objetiva y amplia por nuestra historiografía.
Color Cubano, programa de la UNEAC, fundado por Gisela Arandia, jugó un importante papel mediante la transformación del solar La California, en un edifico de apartamentos y también al aglutinar un grupo de intelectuales que demandaron la representatividad étnica en los programas televisivos
La Red Barrial de Mujeres Afrocubanas, ha desarrollado desde el municipio La Lisa, similares talleres para el empoderamiento de la mujer. Este grupo se ha vinculado con organizaciones internacionales como se evidencia por el apoyo recibido para la realización de las cartografías sociales: a) Iroko el espíritu de lo sagrado. Identidad de la comunidad La Ceiba. Balcón Arimao, La Habana; y b) La Marina. Barrio. Identidad, Religion, y Tradición.
La Alianza de Unidad Racial, que asesora y difunde los derechos constitucionales entre las personas que solicitan asesoramiento de los abogados que la integran, presidida por Deyni Terry.
¿Hay diferencias entre las agendas antirracistas existentes? ¿En qué coinciden? ¿Tienen una índole ideológica?
Tomás Fernández Robaina: Las diferencias radican en que unas son más críticas al considerar que desde el punto de vista oficial no se toman medidas inmediatas para eliminar la no siempre sutil discriminación laboral y social; también demandan el incremento de la divulgación de las historias y hechos de los africanos y sus descendientes silenciados por la historiografía eurocéntrica tradicional del país. Otras olvidan la imposibilidad de la sociedad capitalista contemporánea para erradicar el racismo y sus secuelas.
Hay agendas opositoras a la Revolución que consideran la problemática racial actual como resultado de la no priorización de programas oficiales para atacar el racismo.
¿En qué medida interactúan con movimientos u organizaciones internacionales?
Tomás Fernández Robaina: Debido al interés de la Articulación Regional Afrodescendiente de América Latina y el Caribe (ARAAC), demandando la presencia de nuestros grupos antirracistas en los eventos antirracistas internacionales, asistimos al celebrado en Caracas en el 2011, donde se expusieron criterios que negaban la existencia del problema, y otros que explicaban los modos como lo enfrentábamos. El 20 de mayo del 2013, se constituyó y oficializó el capítulo cubano de ARAAC mediante la actividad organizada con ese fin en la Biblioteca Nacional, y se designó al Instituto Cubano del Libro como el órgano de relación oficial que lo atendería. Noble propósito no logrado por causas internas y externas muy complejas.
¿Cuál es su capacidad de comunicación con los distintos sectores de la sociedad?
Tomás Fernández Robaina: No creo que exista una capacidad de comunicación generalizada en el presente, aunque es evidente que cada grupo en el municipio y barrio donde radica tiene contactos con la población de esas comunidades. Pero hasta el momento no he tenido noticias que las actividades realizadas por ellos, se efectúen de manera sistemática y mancomunada con los sindicatos, centros de enseñanza media y superior. Justamente una de las debilidades que observo en la lucha antirracista es el no realizar con frecuencia acciones locales, provinciales y nacionales apoyadas por las organizaciones de masas y políticas como los CDR, los sindicatos, la UJC, y el Partido para estimularla, ampliarla y visibilizarla.
¿En qué medida ha podido influenciar en el campo de la política?
Tomás Fernández Robaina: No debe haber duda que en virtud de las acciones comunitarias desplegadas en nuestra sociedad, la presencia étnica de nuestros hombres y mujeres en los espacios televisivos, ha logrado una mayor visibilidad, conjuntamente con figuras y hechos de la historia silenciada de los africanos y sus descendientes, como resultado de una voluntad política no expresada de manera abierta pero se percibe y satisface a los que hemos batallado desde hace décadas para materializar esa finalidad.
¿Cómo solucionarlos?
Tomás Fernández Robaina: Pensar que veremos nuestra sociedad contemporánea libre del racismo, la homofobia, el machismo y de sus secuelas, prejuicios y discriminaciones en el brevísimo espacio de nuestras vidas es una quimera. Pero debemos mantenerla, y hacerla realidad, en gratitud de las luchadoras generaciones que nos precedieron, y en las que nos continuarán a través de los siglos forjando por convicción que el anhelado mundo mejor que todos deseamos es posible.
Para obtenerlo se requieren de metodologías docentes alejadas de la reproducción, consciente o no, de los males legados de la colonia y de la colonialidad. Aplicación sistemática y permanente, desde la enseñanza primaria hasta la universitaria de la historia ocultada por la historiografía eurocéntrica y racista, reproductora de los prejuicios contra los cuales aún luchamos. La incorporación de los medios masivos de comunicación mediante la visualización de los objetivos avances obtenidos como una forma segura de ganar la confianza y credibilidad de lo que se hace por parte de la población.
Catalejo/Temas - Tomás Fernández Robaina - 17 de agosto de 2021
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