jueves, 21-11-2024
“Pensar una ciudad como La Habana a la distancia de una generación, supone un doble reto: de una parte, imaginar el contexto cubano dentro de unos decenios y, de otra, conjeturar cómo la ciudad, es decir, sus ciudadanos, van a sufrir, asumir o liderear esos cambios. La primera reacción es intentar entrever o construir un contexto a partir del cual se pueda derivar un escenario urbano como su expresión ciudadana. Pero el abanico que se abre es lo suficientemente diverso como para merecer un estudio aparte, puesto que puede ir desde los más locos sueños a los más angustiados temores. Desde La Habana deseada, añorada, esperada, defendida y reconstruida, a La Habana destruida, abandonada, asaltada y vendida por piezas al mejor postor…”
En 1859, Eusebio Leal era el empleado más joven del Museo de la Ciudad. Allí conoció a Emilio Roig de Leuchsenring, el Historiador de La Habana. En 1967, debió asumir la responsabilidad de continuar el sueño de su maestro: reconstruir y conservar todos los bienes de la zona antigua de La Habana, en la Plaza de la Catedral, y convertir el edificio que hoy ocupa la Oficina del Historiador en un museo. En esta entrevista, Leal conversa, entre otras cosas, sobre la ciudad, la enseñanza de la historia y la restauración.
“Los tradicionales patrones de equilibrio entre un medio rural y uno urbano se han sustituido por patrones de concentración urbana. Desde el punto de vista ambiental, la urbanización provoca intensos impactos en las áreas urbanas y sus campos de influencia, y se amplían los espacios vacíos o renaturalizados. Los territorios urbanos se convierten crecientemente en espacios donde la gestión se hace más compleja, ya que en estos se hacen más claros y evidentes los efectos de la crisis civilizatoria…”
“Cuando La Habana celebre sus quinientos años de fundada, podrá enorgullecerse de su amplio patrimonio construido, que va más allá de la actual Habana Vieja y comprende una variada colección de estilos y épocas. Para esa fecha, la ciudad contará también con una de las poblaciones más envejecidas del continente. La Habana será entonces una ciudad toda vieja. Alrededor de 80% de la actual ciudad se construyó a un ritmo acelerado durante los primeros cincuenta y ocho años del siglo xx, lo cual determinó su crecimiento, más por la adición de nuevos espacios que por la reedificación de lo existente. Este proceso solo se detuvo a partir de la Revolución. Esto le otorgó a La Habana un aspecto de ciudad congelada en el tiempo…”
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