miércoles, 03-07-2024
Este ensayo trata de dar un panorama analítico de lo escrito sobre el tema de Cuba (tanto antes como después del 1959) en Europa, a través de la idea de que, como resultado de varias diferencias (a partir de los años 50) –de cultura política, principalmente, pero también de acceso a Cuba para los investigadores– entre Europa en general y los Estados Unidos, las perspectivas propuestas en el Viejo Continente se distinguían marcadamente de la mayoría de la ortodoxia estadounidense. Sin embargo, en los años 90 se dio una nueva convergencia entre las dos literaturas, en algunas disciplinas, aunque las antiguas diferencias continuaban presentes.
"La historiografía revolucionaria cubana tiene orígenes y manifestaciones diversas. De remitimos a la primera mitad del siglo en busca de sus fuentes tendríamos que invocar una diversidad de obras que no tuvieron una proyección revolucionaria. Ahora bien, a los efectos de analizar la relación entre historiografía y proceso revolucionario es preciso tener en cuenta, ante todo, las obras que marcaron un hito con relación a la historiografía de orientación positivista o hegeliana..."
"En Latinoamérica, donde las modas suelen llegar con cierta demora y sufrir pintorescas adaptaciones, la historiografía ha seguido un curso que, si bien no ha sido diferente, exhibe indiscutibles peculiaridades. Pasado el debate en torno a la «dependencia» y los «modos de producción» -en el cual la participación de los historiadores fue relativamente pobre-, el movimiento historiográfico latinoamericano, en algunas de sus manifestaciones más vitales y avanzadas, enrumbó hacia ese territorio de inciertos límites que se ha dado en llamar «historia social»..."
"La confrontación de ideas sobre las distintas tendencias presentes en la historiografía cubana, y los rumbos que se estiman más calificados o pertinentes para los trabajos de indagación histórica sobre nuestra sociedad y país, no se encuentra distanciada de la discusión en torno a la realidad y perspectiva de la mayor de las Antillas en el difícil y contradictorio sistema de circunstancias en que se haya insertada en los días que corren..."
"La historia tiene una muy larga tradición en Cuba: más de doscientos años de haber dado sus primeros vagidos, al decir de los estudiosos. Pocas disciplinas del saber disfrutan en nuestro medio de tal ancianidad. Desde la segunda mitad del siglo XVIII, hombres cultos y sapientes han probado sus armas en trabajos históricos, de los cuales no pocos constituyen obras de recia envergadura. El decursar histórico ha estado siempre presente en la problemática intelectual del país. Con toda justeza puede decirse que el gusto por la historia (mejor expresado, por leer sobre historia) es un componente capital de la psicología del cubano..."
El texto propone distinguir ese constructo que conocemos por cine cubano, de otro igual de inefable que pudiéramos llamar el cuerpo audiovisual de la nación cubana. Mientras que con el primero generalmente se alude a un conjunto de películas y sujetos que pueden localizarse con cierta facilidad en el espacio y el tiempo, con el segundo estaríamos enfrentándonos a algo que se articula más allá de lo que una metafísica de la presencia (lo que está a la mano) permitiría describir con precisión.
Este artículo propone una revisión de los orígenes, propósitos y desafíos de la novela histórica como género literario en diálogo con el discurso historiográfico. Se trata de una relación que explora las dimensiones de lo histórico en la novela, sus similitudes y diferencias con el relato de la historia y las maneras en que diversos creadores, tanto historiadores como novelistas, han reflexionado sobre el proceso de construcción de metaficciones históricas.
“La lectura del trabajo del historiador y amigo Oscar Zanetti «Realidades y urgencias de la historiografía social en Cuba», que apareció en la revista Temas no. 1 de 1995, me motivó algunas reflexiones que quisiera compartir con los interesados por los problemas de la historiografía contemporánea…”
“En la lucha de clases del mundo contemporáneo es común la derrota de los trabajadores que componen el movimiento obrero. Por ello resulta un acontecimiento extraordinario, en especial en el continente americano, el hecho de que por vez primera encontremos a un proletariado vencedor empeñado en escribir su propia historia. Esto ocurre, precisamente, con la historiografía del movimiento obrero cubano en las últimas décadas. Este análisis solo contempla los libros y folletos publicados en el país, de autores cubanos o de otra nacionalidad residentes durante un largo período en Cuba…”
“Este trabajo tiene dos motivaciones diferentes entre sí, y quizás complementarias. La primera es vivencial: mis recuerdos de niño y adolescente acerca de lo que podría llamarse el arsenal simbólico del nacionalismo. Nuestra educación cívica se forjaba con ayuda de la narración y la exaltación de las luchas revolucionarias por la independencia. Mi otra fuente de motivación es el enorme avance de los estudios historiográficos en las últimas décadas. A su luz, la cuestión de la evolución histórica del nacionalismo cubano se tornó un tema favorecido y hoy es tema de aportes variados y, por fortuna, de debates. Mi pretensión es analizar dos libros escritos durante aquel período, aunque sumamente distantes uno del otro, y hacer algunos comentarios sobre el contenido y las funciones, las incongruencias, tensiones y contradicciones afrontadas por el nacionalismo para ser eficaz como cemento de la construcción nacional en el momento histórico más cercano a aquella: la primera República cubana…”
“Los historiadores acudimos de manera invariable a los tropos de la literatura para construir nuestro discurso. Usamos metáforas, símiles, hipérboles, sinécdoques, metonimias y prácticamente todas las figuras literarias del repertorio de los poetas y los narradores. De hecho, no hacemos otra cosa que apelar a los recursos expresivos del habla cotidiana y a las figuras arquetípicas de la narración literaria: épicas, satíricas, trágicas, cómicas. La presencia de los tropos y géneros expositivos literarios en la obra de los historiadores estimuló la elaboración de una teoría formal sobre la historiografía…”
“En América Latina han incidido algunos de los problemas que aquejan actualmente a la historiografía occidental. Se pueden apreciar manifestaciones miméticas de la tendencia a la fragmentación y a cierto pluralismo metodológico en los estudios históricos. Ello ha abierto la búsqueda de nuevos paradigmas y permitido el repunte de un tipo de historia narrativa, muy diferente a la actual historiografía en su pretensión de alcanzar, sobre la base de la historia económico-social, estructural y objetivista, una visión totalizadora de la sociedad y una más profunda identificación con las comunes raíces de nuestra América…”
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