jueves, 21-11-2024
“Antes del apogeo espectacular de un término que ha producido un verdadero frenesí de actualización en la crítica literaria y artística, un crítico latinoamericano de reconocidos méritos afirmó: «Y nosotros, moradores de regiones periféricas, espectadores de segunda fila ante una representación en la que muy pocas veces participamos, vemos de pronto, cambiado el libreto. No terminamos aún de ser modernos —tanto esfuerzo que nos ha costado— y ya debemos ser posmodernos». Más allá del tono hiperbólico de esta afirmación —remedo del desconcierto que en mayor o menor medida ha provocado la irrupción del posmodernismo— una verdad sutil se esconde tras esta paródica teatralización de la recepción latinoamericana de lo posmoderno…”
“Como del sustantivo posmodernidad se desprende a su vez el término —que porta el controvertido sufijo «ismo»— posmodernismo, estrechamente relacionado con la situación cultural y espiritual de esa secularización posmoderna de nuestro tiempo, cabría preguntarnos: ¿puede hablarse de posmodernismo en Cuba, país que asume en todos sus frentes como única y hegemónica ideología la del «marxismo comunista»? ¿Marxismo y posmodernismo en Cuba?
“La lejanía remedia las imperfecciones de perspectiva. Nuestra separación en el tiempo del momento en que brotaron las primigenias manifestaciones modernistas nos ofrece una perspectiva histórica más clara y fidedigna con respecto a su desarrollo, su naturaleza, su relación con las profundas transformaciones nacionales contemporáneas y las de las culturas occidentales. La distancia temporal nos permite rectificar la práctica crítica, que ha predominado hasta nuestros días, de visionar el modernismo exclusivamente como una manifestación literaria y social del ambiente hispánico decimonónico. Relecturas contemporáneas han ampliado y ajustado nuestra óptica, han sugerido la idoneidad del estudio de los vínculos entre el discurso literario y social del siglo pasado…”
(Este texto obtuvo el Premio Temas (colateral) en la Jornada Científica Estudiantil de la Facultad de Artes y Letras, de la Universidad de La Habana.)
“Bien conocida es la polémica que trata de dirimir la cuestión de la pertenencia o no de la generación del 98 española al movimiento modernista. Negaciones y afirmaciones se han sucedido, en un vaivén que suele tornarse inacabable. Más que proposiciones taxonómicas, recetas de características que dividan o aúnen, mapas sistematizadores de tales o cuales tendencias que afilien o separen, urge a los estudios crítico-literarios que se acercan al tema una profundización en los textos, que son los que, al final, darán cuenta de lo que se ha tratado de dilucidar…”
“Al terminar la Guerra fría se vinieron abajo las nítidas fronteras entre los discursos ideológicos que ofrecían una visión de futuro y valores claramente diferenciados para grupos políticos y sociales. Para llenar gran parte de ese vacío, la gente se volvió hacia su «cultura tradicional», la reconstruyó o la inventó. Esta expresión ideológica de la supuesta superioridad cultural de la civilización tecnológica y científica occidental, basada en un enfoque reaccionario de la dialéctica hegeliana, enlaza, de manera paradójica, con el debate en torno al «fin de las ideologías»…”
Este texto intenta apreciar la labor de José Martí en el mensuario La América a partir de los rasgos generales del proceso de modernización de la prensa. Igualmente explora el entramado periodístico de la época y como este fue visto por los modernistas, quienes suelen desdibujarse en muchos análisis sobre tales contextos.
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