jueves, 21-11-2024
Desde la etapa inmediatamente posterior al origenismo, y derivada de él, existe una original forma de expresión que se manifiesta en una intertextualidad y enlace entre poesía y artes, donde destaca la plástica, anclada en esa urdimbre entretejida por la luz que acoge una peculiarísima mirada poética, pero que se complejiza aún más para fijar otros lazos comunicativos con la música y la cinematografía, mancomunidad de intereses fuertemente conjugados para expresar a partir de este cosmos visual una semántica poética como dinámica de los nuevos tiempos. De este modo, la expresión posorigenista de una primera órbita fijada en Fina García Marruz, Cleva Solís y Fayad Jamis, señala cauces por donde transita la lírica cubana, en su rumor de constante diálogo con la naturaleza.
Se ha hablado muchas veces, y con sobradas razones, del papel que en la gestación del grupo Orígenes tuvo el asfixiante clima político, moral y cultural de la república frustrada. Se ha mencionado específicamente el impacto de la fracasada revolución antimachadista, y también, aunque con menos frecuencia, el auge de la penetración cultural norteamericana en la Isla y la consiguiente erosión en los hábitos, costumbres, valores, y en los principios mismos de la nación, y la «resistencia» que opuso Orígenes a estos procesos. Este trabajo subraya dos componentes en la percepción origenista de la condición neocolonial de Cuba: la superficialidad, propia de la teatralización de la independencia en un país que ha seguido siendo colonia, y la carencia de finalidad, como expresión de la subordinación y frustración nacionales y del culto a lo exterior. Llama la atención, además, sobre las formas peculiares de rechazo que acompañan a esta percepción, centradas en el esencialismo y la teleología insular.
La historia de la recepción de la vida y obra de José Martí es muy accidentada, está influenciada por factores diversos: su condición de Héroe Nacional de Cuba y de Apóstol de la independencia, por un lado, y por otro su vastísima y valiosa obra literaria (Ette, 1995). La primera publicación de Obras de Martí (1913) resultó azarosa...
Prólogo a la antología de poetas cubanos nacidos a partir de 1959, Mapa del país (Chile), hecha por Norberto Codina. Incluye a los siguientes poetas: Rolando Sánchez Mejías, Víctor Fowler, Alberto Rodríguez Tosca, Emilio García Montiel, Antonio José Ponte, Carlos Augusto Alfonso, Almelio Calderón, Damaris Calderón, María Elena Hernández, Omar Pérez López, Frank Abel Dopico, Manuel Sosa, Arístides Vega Chapú, Reinaldo García Blanco, Sigfredo Ariel, Juan Carlos Flores, Heriberto Hernández y Juan Carlos Valls. Pero como toda antología que se respete implica una limitación, pues dentro del panorama de la más reciente poesía cubana podrían mencionarse otros nombres, a saber: Ricardo Alberto Pérez, Alessandra Molina, Norge Espinosa, Pedro Márquez de Armas, Carlos Alberto Aguilera, Pedro Llanes, Caridad Atencio y Nelson Simón, entre otros. Aunque el presente texto es el prólogo a la antología mencionada, sus consideraciones generales valen para todo el fenómeno de la nueva poesía cubana.
“Las consecuencias del complejo status que se instaura en la Isla a partir de 1898, influyen sobre la expresión lírica de la nación. Una de las cuestiones que, un siglo después, se hace necesario valorar, es el problema de si las consecuencias políticas, económicas y demográficas del 98, tuvieron una resonancia semejante y directa en todos los restantes dominios de la vida sociocultural cubana. Con cierta insistencia, se ha subrayado que el período que va de 1898 a 1913 resulta una especie de nulidad creativa y una negación de valores estéticos del país...”
“La aventura de Orígenes, nombre de la revista que Octavio Paz considerara en su tiempo como una de las mejores del idioma, es también la de un movimiento literario y artístico que abarcó otras publicaciones. Pero el nombre Orígenes es asociado, sobre todo, al grupo de poetas que conformaron la importante antología Diez poetas cubanos (1937-1947), realizada por uno de ellos, Cintio Vitier, en 1948. Aunque aquel nombre implica un poderoso movimiento cultural, la crítica parece coincidir en el carácter de grupo, más que de generación…”
“La historia de la poesía cubana durante los años de República mediatizada (1899-1958) se inicia bajo el signo de la frustración. Los dos poetas mayores de finales del siglo XIX, Martí y Casal, habían muerto en 1895 y 1893, respectivamente; la intervención norteamericana (1898) en la guerra que liberaban los cubanos contra España y la consecuente derrota del ejército español por las tropas del poderoso enemigo del norte, impidieron que los ideales de independencia se hiciesen realidad y que se instaurase en Cuba una verdadera República. Quedaban insatisfechas, pues, las necesidades históricas de la sensibilidad literaria y las pretensiones políticas, sociales y económicas de los próceres de nuestra guerra independentista, el más conspicuo de los cuales era precisamente Martí…”
(Premio Temas de Ensayo 2000, en la modalidad de Humanidades).
“De entre los movimientos literarios más atacados en la poética de Vicente Huidobro, el romanticismo es, sin duda, el que lleva la peor parte. Pero, paradójicamente, su presencia es tan contundente, que no logra engañar a nadie con su tímido disfraz. Tal vez no aborde aquí todo el caudal poético inicial de Huidobro como apoyatura de mi tesis, pero me gustaría entretenerme escarbando un poco en ese poema inmenso que resulta «Altazor»; al parecer, resultado definitivo y ciertamente maduro de la conformación de una poética, y que costó a su autor nada menos que doce años de ardua labor…”
“El barco que zarpó con la intervención norteamericana en Cuba en 1898 va llegando al otro extremo del muelle con una nación independiente a bordo, con un proceso social que nos ha colocado otra vez en el vórtice del mundo, con un movimiento literario de tanto peso como aquel que dejamos atrás con la muerte de Julián del Casal y José Martí. Si en esos días la nación se jugaba su destino contra el dominio español, en un gesto de tan alta fuerza que nos hacía inaugurar el siglo XX, esa misma nación, que ya es otra, se empeña hoy en culminar una pelea contra el más poderoso imperio de la Tierra para preservar sus derechos, su identidad y su cultura. Atrás quedó el modernismo y ahora vamos llegando a la posmodernidad…”
“Decir que la sociedad cubana del siglo XIX fundó su desarrollo en el de la institución esclavista, es verdad de todos sabida; imaginar que, en semejante esquema, el negro aparece como figura de lo abyecto, resulta natural. Si damos por lógico que a la violencia del dominador le siga el silencio sobre ella, hemos también de dar por lógica la escasa información que sobre el amor interracial nos da nuestra literatura cuando este pretende realizarse fuera de los códigos de la dominación; es decir, como movimiento mutuo y no mediante un acto de victimización o uso del dominado, como objeto de placer…”
Panel sobre la obra de Nicolás Guillén, convocado por la revista Temas y la Fundación Nicolás Guillén, a propósito del centenario del Poeta Nacional. El debate fue guiado por estas preguntas: ¿Cuáles valores estéticos le atribuyen a la obra de Guillén en el contexto de la poesía cubana?, ¿cuál creen que sea su contribución a la comprensión de la identidad cultural cubana?, ¿qué trascendencia consideran que tiene en los planos estético e ideológico?, ¿cuál es el alcance en los jóvenes poetas cubanos? y ¿consideran que es suficiente la recepción de su obra en estos momentos?
“Por fortuna, durante las dos últimas décadas los estudios sobre la obra de Gertrudis Gómez de Avellaneda se han incrementado de manera notable. Podría afirmarse que es una autora de moda en los medios académicos, especialmente de los Estados Unidos. Y este resurgimiento se debe, sin lugar a dudas, al desarrollo de la crítica feminista y su radical reelaboración del canon literario. Esta ha sabido valorar el compromiso —enraizado firmemente en la calidad estética— de la prolífica autora cubana, y su ubicación en la primera línea de la literatura hispanoamericana del siglo XIX…”
“A Carilda Oliver Labra se le ha asociado en ocasiones con una serie de símbolos sexuales. Semejante aproximación no toma en cuenta la calidad de su poesía. Lamentablemente, la mayor parte de la crítica ha suscrito esa visión, calificando su quehacer de erótico cuando no de cursi, y llegando a compararlo con la novela rosa, el folletín radial o la telenovela. Esa perspectiva no presta atención a otro elemento clave de su obra, y que debe tener muy presente la crítica feminista que buscamos desarrollar: que la poesía de Oliver Labra no deviene solo profundamente feminista sino también antimperialista, contraria al neocolonialismo que ha afectado a Cuba a lo largo y ancho del siglo XX…”
El examen de tres grandes poemas de Versos libres permite demostrar que José Martí lleva al más alto grado estético una poesía de lamento que expresa la angustia, el duelo y el hondo dolor existencial que experimentó ante lo que llamó «la esclavitud de los hombres» tanto en el plano histórico social como en su condición ética y su esperanza radical en la redención humana.
Tal vez no exista otra poética en la que una experimentación tan radical sobre el lenguaje converja con un rotundo compromiso humano y social, como sucede en la del peruano César Vallejo (1892-1938). La ruptura de la lógica y de las reglas gramaticales; los recursos iterativos y formas del habla popular; el uso atípico de ciertas figuras retóricas; la musicalidad disruptiva e irregular; la convergencia de registros lingüísticos de diferentes oficios y estratos sociales; los desacatos del significante; en suma, todos aquellos procedimientos que provocan lo imprevisible del texto, lejos de anular al referente, en esta poesía se encuentran en función de un compromiso radical y solidario con el hombre todo.
(Reseña de Agustín Acosta, La zafra. Poema de combate, Sociedad Económica de Amigos del País, La Habana, 2004) “La republicación de La zafra era una necesidad, y también un acto de justicia cultural, ochenta y un años después de su primera edición en 1926. Este libro, que fue muy famoso en su época, no se había vuelto a publicar en Cuba desde entonces; incluso se cometió la tremenda injusticia de que, en 1980, cuando se realizó la antología Poesía social cubana, no se incluyó ningún poema de La zafra. Hay que felicitar a la Sociedad Económica de Amigos del País, que permite saldar esa injusticia, y poner en circulación este poemario, para que miles de personas puedan apreciar un libro esencial para su época, y para ahora también…”
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