Desde la década de los 80, las feministas africanas han forzado la apertura de algunos espacios, pequeños pero importantes, para articular perspectivas críticas de género en las universidades del continente. Los vigorosos niveles de activismo dentro de academias, instituciones públicas y otros ámbitos sugieren que sus protagonistas han sido más bien inspiradas —en lugar de disuadidas— por las arduas condiciones que enfrentan las mujeres en gran parte de la región. Muchas de ellas han extraído elementos de los repertorios del feminismo internacional.