Este artículo analiza, desde una perspectiva performativa, fenomenológica y poscinematográfica, las posibilidades de la relación entre el cine y la danza, tomando como eje el punto de inflexión que se produce con el nacimiento del denominado choreocinema, a partir de la película de la cineasta de vanguardia Maya Deren, A Study in Choreography for Camera (1945). Tras desgranar diferentes etapas en la evolución de esta relación, se estudian tres películas claves de tres realizadoras que se pueden considerar exponentes de ese primer coreocine: la citada Maya Deren, Shirley Clarke y Marie Menken. En última instancia, se intentará dilucidar cómo estos trabajos actúan a la manera de dispositivos coreocinematográficos reveladores de lo invisible y generadores en el espectador de una experiencia, en un sentido, inmersiva, creando las bases para multitud de experimentos futuros.