“Lo único cierto en el umbral del tercer milenio es la incertidumbre, colectiva e individual, respecto al porvenir. Al concluir el siglo XX, los tres grandes déficits de nuestra especie son la sabiduría, la imaginación y la esperanza. La fascinante revolución tecnológica que hoy vivimos ha acelerado la velocidad de la historia humana; ha compactado nuestra actividad, al violentar las distancias y hacernos interactuar mundialmente a la velocidad de nuestros ordenadores. Hoy, las fronteras se han vuelto porosas a las influencias culturales y los flujos de capital y de información…”