“A finales del siglo XX el mundo presenciaba, lejos de un paisaje de paz y justicia, el auge de fenómenos político-sociales, económicos, religiosos, filosóficos, y culturales en general, que se empezaron a identificar como «horizontes de fragmentación y cultura de la diferencia», caracterizados por los conocidos nacionalismos, individualismos, racismos, guerras religiosas, protagonismo de movimientos sociales radicales, prejuicios sexuales, discriminaciones de género, anulación de derechos de las minorías, etc. La más elemental observación del mundo que nos rodea nos hace sobrecoger de temores muy fundados. Estamos viviendo años de violencia y sin duda atravesando una crisis de valores realmente sin precedentes…”