sábado, 23-11-2024
“Hasta 1959 los estudios referidos a Cuba —y América Latina en general— eran limitados en su número y en los temas que abordaban. Solo después del triunfo de la Revolución cubana comienza a aparecer una numerosa producción sobre asuntos latinoamericanos, y los estudios del área se identifican con la profesión de latinoamericanista. Los estudios sobre México, Argentina, Colombia o Brasil, han estado influidos, a nivel internacional fundamentalmente, por los académicos de esos respectivos países. Este no es el caso de Cuba. La comunidad académica de los cubanos que residen fuera de Cuba ha tenido mayor peso en la obra escrita sobre el tema. Solo en los últimos diez años los estudiosos cubanos residentes en la Isla comienzan a participar en la producción académica a nivel internacional, justo en momentos en que estudiar o analizar a Cuba se torna altamente controversial. Incluso hoy, es necesario apuntar que todavía estos no preponderan en este campo; en otras palabras, no determinan lo que se discute internacionalmente…”
¿Conocen los norteamericanos a Cuba, con independencia de su posición hacia la Isla, si es que la tienen? ¿En qué medida la imagen de Cuba se corresponde con la realidad y, sobre todo, con la que los cubanos tienen de sí mismos? Los estereotipos, las diferencias idiomático-culturales, el etnocentrismo, la Guerra fría, los medios de difusión y la escasez de contactos directos entre ambos pueblos, generan un conjunto de percepciones sobre la realidad cubana que en unos casos obliteran los verdaderos problemas, y en otros convierten en problemas cosas que para los cubanos —o por lo menos para la mayoría de ellos— pueden, simplemente, no serlo. Este artículo constituye una tentativa de analizar y discutir los resortes de la imagen de Cuba en los medios de difusión norteamericanos como entidades públicas para la manufactura del consenso.
“Puede que sean pertinentes algunas observaciones generales sobre el tema de la historiografía en el contexto más amplio de los estudios cubanos. Primeramente, el campo de los estudios cubanos, como la propia Revolución cubana, está sometido a un proceso de rectificación propio. Más que una rectificación hay una redención: al fin nos hemos librado del término oneroso y poco elegante de «cubanología». Es posible ver también la rectificación en la inclusión de la historia para evaluar «el estado de los estudios cubanos». No siempre ha sido así. Para que el significado no pase inadvertido e inapreciado, tal vez sería de utilidad revisar brevemente estos hechos en un contexto más amplio. Casi desde el inicio, los estudios cubanos —la «cubanología»— partieron del supuesto central, pero nunca plenamente explícito, de que el estudio de Cuba era, de hecho, principalmente el estudio de la Revolución cubana. Nunca ha sido evidente dónde encaja la historia en el plan más amplio de los estudios cubanos, cómo lo hace o si lo hace siquiera…”
“Durante los últimos treinta años han sido muy escasos los puntos de coincidencia entre los distintos grupos de economistas que se han dedicado profesiona1mente a estudiar a Cuba; las diferencias entre los que lo hacen desde posiciones de hostilidad o de simpatía a los objetivos de la Revolución, o entre los que la estudian desde Cuba o el extranjero han sido notables. No obstante, aunque los cubanólogos que se dedican a la economía siguen manteniendo desacuerdos esenciales, han alcanzado un consenso en lo relativo a dos cuestiones que tienen que ver con la situación cubana más reciente..”
“Los estudios académicos sobre Cuba se dinamizan en la década del 90. Estos giran esencialmente en torno a problemas internos de la sociedad cubana, tanto en el orden económico, como político, social e ideológico. Ello ocurre en la misma medida que discurren dos procesos dialécticamente entrelazados: de un lado, la profundización de la crisis económica que desemboca en el llamado Período especial en tiempo de paz; y de otro, la reafirmación de la identidad socialista de la Revolución cubana, de su proyecto de liberación e independencia. En ese empeño, se avanzan pasos orientados a remontar la coyuntura crítica y a la sobrevivencia revolucionaria cubana como proceso histórico y como nación. Entretanto, las reflexiones directas e indirectas del tema cubano que miran adentro desde el exterior se acumulan en diversos y variados espacios geográficos, en el «norte» y en el «sur», aunque mantienen su gravitación especial en los Estados Unidos, cuya política invariablemente hostil hacia la Isla descansa a menudo en percepciones similares o cercanas a las que prevalecen en esos estudios…”
“Según los análisis sociopolíticos tradicionales, el papel de la Iglesia Católica en la sociedad latinoamericana es de importancia fundamental. De hecho, tradicionalmente se presenta a la Iglesia, junto con el ejército y la oligarquía, como los baluartes del orden social y los agentes sociales más poderosos en la protección del status quo. Aunque esto es indiscutiblemente así en casi toda América Latina, resulta importante reconocer desde un inicio que Cuba constituye una anomalía y que la Iglesia Católica en Cuba —a diferencia de sus contrapartidas en otros países— nunca ostentó la misma enorme influencia política.1 En este trabajo se examinan los actuales intentos de la Iglesia por insertarse en la corriente central de la sociedad cubana, proceso que nunca ha alcanzado resultados particularmente exitosos…”
““La nación se ha hecho de inmigrantes”, escribe Martí sobre los Estados Unidos en 1886. Fue testigo de la más contundente oleada migratoria de trabajadores al Nuevo Mundo, y también palpó las contradicciones económicas y sociales de esa inmigración. Esa oleada comenzó despacio con el albor de las industrias del Norte antes de la guerra civil norteamericana y se convirtió en un verdadero estruendo una vez afianzado el destino económico norteamericano con la derrota del Sur agricultor por el Norte industrial. La mano de obra inmigrante consolidó la transformación de la economía norteamericana y Martí observó las contradicciones de esa etapa de la acumulación del capital industrial…”
“El último lustro de los años 80 y a inicio de los 90, el debate en Cuba y en los Estados Unidos sobre el tema de los estudios cubanos fuera de la Isla —la llamada cubanología o el trabajo de los «cubanistas», como se identifican o autodenominan— tomó especial significado y llamó la atención de numerosos especialistas de las ciencias sociales. La polémica partía de la propia definición a emplear y llegaba hasta el cuestionamiento de esos estudios. Las preguntas eran y siguen siendo múltiples: ¿Qué término usar? ¿A quiénes incluir? ¿Cuál es la objetividad de dichos estudios? ¿Realizan aportes a la comprensión de la realidad nacional? ¿En qué consisten sus principales insuficiencias? ¿Cuál es su significado político-ideológico? ¿Son un mero producto de la Guerra fría? ¿Qué relación guardan con la política de los Estados Unidos hacia Cuba? ¿Hasta qué punto son conocidos en el país? En este breve ensayo se pretende hacer un bosquejo de puntos centrales en la perspectiva del debate en y desde Cuba…”
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