sábado, 23-11-2024
En este trabajo planteamos algunas hipótesis en torno a posibles relaciones entre las obras de Camilo Torres Restrepo y Karl Marx. Partimos de una crítica a la confusión entre paradoja y contradicción que, viniendo del marxismo ortodoxo y del cristianismo recalcitrante, termina negando cualquier vínculo posible entre ambas.
“La crisis actual del marxismo es inseparable de su historia y del peso de su propia tradición. La vigencia del marxismo se presenta como una cuestión íntimamente ligada al proceso que va desde sus orígenes y ulterior desarrollo hasta los más recientes avatares del movimiento revolucionario. El estado actual resulta, pues, inseparable de la huella que ha dejado su movida historia, donde no escasea la regeneración de retos inéditos. Es precisamente esa historia compleja, plena de paradojas y de alzas y bajas la que, en sus desplazamientos recientes, ha creado un puntal justificativo fundamental para el sostenimiento de las posiciones que ignoran o, más directamente, se oponen al marxismo…”
“La historia política y de las ideas cubana de los últimos 70 años registra una extraordinaria paradoja en lo tocante al tema de la izquierda. Los sentimientos e ideas de izquierda se arraigaron durante la Revolución del 30; después, la gran revolución que triunfó en 1959 legitimó y multiplicó esas ideas y sentimientos, y los ligó a innumerables aspectos de la vida de las personas y del país. Pero esa larga historia ha sido responsable, a la vez, del ensombrecimiento del tema de la izquierda, que comenzó desde el fin de la Revolución del 30. La gran revolución que promovió avances inmensos de la cultura política cubana --signados todos por la pertenencia de izquierda terminó por agudizar al extremo esa paradoja…”
“La presencia del marxismo en la vida política y cultural de Cuba tiene una historia relativamente larga. Líderes obreros, estudiantes y destacados intelectuales identificados con él dejaron, con su actividad revolucionaria y su producción teórica y literaria, una huella en nuestra historia y cultura nacional. Figuras como las de Carlos Baliño, Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena, Juan Marinello, Pablo de la Torriente Brau o Raúl Roa, por solo mencionar algunas, desempeñaron un significativo papel durante la pseudorrepública en la defensa de las masas trabajadoras y de los intereses nacionales…”
“El debate sobre el tema del marxismo en la Revolución cubana es mucho más complejo que lo que traslucen el discurso ideológico, el sistema de enseñanza y el movimiento editorial y publicístico. Sobre todo porque la reflexión crítica, que vuelve a abrirse paso en los últimos años, no cuenta aún con espacios ni con estímulo suficientes para calar con la hondura necesaria en el trayecto mismo de nuestra historia reciente, tan saturada de entrega y heroicidad que la apologética parecería a veces estar de más…”
“Para quienes la intrincada selva de las ideas martianas devino punto de partida en la iniciación revolucionaria, la teoría de la revolución y el modelo de sociedad resultaron más accesibles en primera instancia que aquellas otras aristas teórico-metodológicas que, no obstante, no dejaron de ser asimiladas en cierta forma, aunque al parecer, de manera fragmentaria, no sistémica, en la misma medida en que fueron comprendiendo la significación en el presente de los geniales descubrimientos martianos. La comprensión cada vez más profunda del ideario martiano por los revolucionarios que le sucedieron en Cuba en este siglo, fue en sí misma un proceso dialéctico que requirió de la conjunción de diversos factores…”
“Como del sustantivo posmodernidad se desprende a su vez el término —que porta el controvertido sufijo «ismo»— posmodernismo, estrechamente relacionado con la situación cultural y espiritual de esa secularización posmoderna de nuestro tiempo, cabría preguntarnos: ¿puede hablarse de posmodernismo en Cuba, país que asume en todos sus frentes como única y hegemónica ideología la del «marxismo comunista»? ¿Marxismo y posmodernismo en Cuba?
“Es sabido que el marxismo apareció en el siglo XIX, ante todo como una respuesta a la necesidad de conocer y pensar científicamente a la sociedad, descubrir sus estructuras fundamentales, explicar sus causas, leyes y tratar de orientar los esfuerzos para su transformación por medio de la praxis. Marx colocó la cognición de lo social sobre nuevas bases, transformó radicalmente su epistemología y convirtió al socialismo en un proyecto humano realizable, capaz de dar una alternativa y concluir con la irracionalidad capitalista. Pero Marx y Engels, sus creadores, advirtieron que el marxismo no era un conjunto de fórmulas sacralizadas, infalibles, acabadas o incambiables. Sin restarle sentido revolucionario, el «espíritu científico» marxista suponía de consuno la crítica a la actitud antimetafísica del positivismo tanto to como la evitación de tendencias hacia percepciones exageradamente ideologizadas que diluyesen a la sociedad real en razonamientos apriorísticos…”
El texto repasa, desde una perspectiva histórica, las tendencias del pensamiento cubano y su evolución durante los casi 57 años de República burguesa. “Pero emprender un recorrido por los escabrosos senderos de las tendencias intelectuales e ideológicas no marxistas más significativas para el desarrollo de la cultura y la conciencia nacionales, en los años de vida de la República mediatizada, entraña siempre el riesgo de hacer valoraciones absolutas o esquemáticas sobre el papel desempeñado por los portadores materiales de esas tendencias: los pensadores. Sobre todo, porque esta excursión por las ideas en la Cuba neocolonial tiene lugar a 40 años de su disolución efectiva por medio de una revolución triunfante que logró, por primera vez en nuestra historia, la soberanía plena de la nación e instauró niveles de igualdad y justicia social, insospechados hasta ese momento, en el territorio insular...”
(Tercera Mención en el Premio Temas de Ensayo 2001, en la modalidad de Humanidades)
“En la instauración progresiva de las teorías culturales y estéticas derivadas del pensamiento marxista en la vida cultural cubana de la década de los 60 en adelante, Lunes de Revolución tuvo una resonancia ineludible. Si algún conflicto nos depara hoy Lunes, es su margen de credibilidad. Quien se le acerque como lector, puede tener la impresión de estar, al mismo tiempo, frente a un hecho en perfecta armonía con la época y las circunstancias en que se desarrolló (los inicios de la Revolución), y frente a un deliberado oportunismo cultural, favorecido por el entusiasmo que suelen generar los grandes acontecimientos históricos. Pero eso no es más que un buen estímulo para la interpretación de su legado. Se hace necesario recuperar Lunes para la historia de nuestra cultura desde el espíritu de la palabra y las relaciones contextuales…”
A partir del reconocimiento de las intensas luchas que protagonizan los pueblos indígenas de Latinoamérica en años recientes, analizo la relación entre los aportes teóricos elaborados, bajo las concepciones del marxismo, por José Carlos Mariátegui y Álvaro García Linera. Se traza como objetivo rescatar de esos autores sus posibles vínculos con los procesos actuales de lucha y resistencia en estas comunidades. A la vez, examino la articulación entre etnificación y la perspectiva analítica de la lucha de clases como formulación válida para identificar el potencial transformador de las luchas indígenas actuales.
“Si el nexo de los trabajadores en la producción «los encara, en el reino de las ideas, a un plan confeccionado por el capitalista y, en la práctica, a la autoridad, como la poderosa voluntad de un ser ajeno a ellos», ¿cómo obtener seres humanos ricos? Sin una «dirección inteligente de la producción» por parte de los trabajadores, y una producción «bajo su supervisión consciente y planificada», estos no pueden desarrollar su potencial como seres humanos, ya que su propio poder se convierte en poder sobre ellos. A todas luces, hacer realidad «la necesidad de desarrollo del trabajador» exige que haya un sistema económico muy diferente al capitalismo, un sistema que constituya una inversión…”
“A la identidad productor-propietario, estado deseado y necesario en el socialismo, podrá arribarse luego de una lucha tenaz en todos los ámbitos. La concreción de los derechos no resulta de su plasmación teórica, más o menos completa, en determinados documentos, sino del proceso real de realización socioeconómica del productor-propietario de nuevo tipo, socialista. Tal realización es el proceso complejo de materialización de los intereses de los trabajadores, de satisfacción de las necesidades materiales y espirituales, y de conformación de la nueva conciencia económica y los más elevados valores humanistas, que tiene lugar en la interacción de todas las esferas de la vida social…”
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