sábado, 18-01-2025
El Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación (ADPC), que Cuba y la Unión Europea (UE) vienen implementando desde noviembre de 2017, ha sobrevivido a las doscientas cuarenta medidas de coerción aplicadas por la administración de Donald Trump contra el pueblo cubano, y que la de Joe Biden aún mantiene, en contra de las reglas del Derecho internacional y en detrimento de los empresarios europeos con intereses en la Isla. En el último año, las relaciones bilaterales entre Cuba y la UE se desarrollaron bajo los efectos de la pandemia de la COVID-19, cuyos impactos globales en las esferas comercial, de inversiones, y de cooperación, son negativos. Paralelamente, en la Isla se sigue implementando trascendentales cambios que afectan el conjunto de sus relaciones sociales, vínculos interinstitucionales, relaciones de propiedad, mentalidades y cultura cívica.
“La evolución de las relaciones entre la Unión Europea y América Latina, a partir de principios de los años 90, es un asunto importante desde el punto de vista estratégico porque, en el contexto de la globalización, podría implicar una modificación potencial de las relaciones de fuerza a escala internacional. Esta es la hora de la reconquista o de la consolidación de los mercados. Los intereses económicos, financieros, comerciales de los Estados Unidos y los de la UE se oponen en el continente latinoamericano, aunque sus estrategias y su orientación neoliberal sean, en el fondo, equivalentes…”
En las líneas que siguen se intenta trazar un patrón de las tres principales dinámicas políticas que subyacen en los distintos modelos de unión económica y monetaria (UEM), y que influyen sobre la arquitectura de la unión monetaria y sobre el modelo social que emana de ella, cómo se desarrollaron dichas dinámicas, qué preferencias políticas reflejan y cuáles son sus desequilibrios potenciales intrínsecos. La «crisis del euro» consagró la transformación de cierto modelo en otro. También se examinan las consecuencias de esa transformación sobre los modelos sociales a nivel nacional y europeo, menos vinculadas a la «crisis» que a la visión de este modelo específico de UEM.
La crisis estructural que vive la economía europea es resultado de la subversión de los valores de paz y solidaridad que alumbraron su nacimiento. La subordinación a los intereses imperialistas de la OTAN (especialmente tras los atentados del 11-S) y la crisis de identidad de las organizaciones obreras tras la desaparición del Socialismo Real, han allanado el terreno a políticas neoliberales (“Consenso de Washington”) que han contribuido a recrudecer la crisis y reducir drásticamente los estándares de vida europeos. Con ello se retroalimenta un proceso de creciente desafección ciudadana ante el sueño europeo primigenio de paz, amplias libertades y prosperidad.
El “familismo” es cada vez más contraproducente porque las mujeres han redefinido su curso de vida y los niños se han convertido en raros. Las políticas deben ser redefinidas porque las personas que más necesitan los servicios suelen ser las que menos pueden permitirse estos. La falta de apoyo a las familias puede afectar tanto a la cantidad y calidad de los niños. Si la maternidad sigue siendo incompatible con el trabajo, la fertilidad se verá afectada. Si las inversiones en los niños siguen siendo insuficientes, Europa definitivamente puede decir adiós a su sueño de convertirse en la economía del conocimiento más competitiva del mundo.
“Un escenario de recuperación de las economías europeas hacia 2015 implicaría reestructurar la deuda y reconsiderar los estrictos criterios de déficit público blandidos por el Banco Central Europeo (BCE) —institución que ha contribuido a quebrantar la confianza de los ciudadanos en los organismos de la Unión. Los europeos siguen sin entender por qué hay que salvar a los bancos con dinero público, en vez de proteger a las personas; de ahí, la necesidad inaplazable del bloque integracionista de avanzar en la dimensión social de la Unión Monetaria y Económica…”
“A la Unión Europea se le atribuyen más virtudes de las que realmente tiene y más errores de los que comete; unas y otros pueden ser el resultado de la acción individual de algunos de sus Estados miembros, sin que sean imputables al conjunto de la Unión. Ello apunta a la relevancia que, a pesar de los avances en el proceso integracionista europeo, los Estados miembros siguen manteniendo en la toma de decisiones…”
“La evolución del sistema educativo hispano, hasta hace pocos años buque insignia del Estado de Bienestar español, ha comenzado a experimentar notables transformaciones a raíz de la crisis económica desatada en el 2008. El objetivo del presente artículo es apuntar los cambios fundamentales a los que se avoca la educación pública en España, estudiados a partir de las nuevas normativas y los desafíos que introducen, entre ellos el riesgo de derivar hacia un modelo más polarizado, menos democrático y de baja legitimidad social, aunque en mejor sintonía con el patrón de acumulación instaurado durante la Transición…”
La visita a La Habana, en 2013, del Director de las Américas en el Servicio Europeo de Acción Exterior de la UE, Christian Leffler, invitado por el MINREX de Cuba, ofreció la oportunidad para esta entrevista. En ella se recogen explicaciones, encuentros, confluencias, líneas de consistencia, desencuentros, omisiones, criterios polémicos y ciertos rasgos de eso que la filosofía europea llamó clásicamente Weltanschauung, es decir, una particular interpretación sobre el mundo y sus problemas. Dejamos al sano discernimiento del lector el juicio sobre los temas tratados y sus perspectivas, así como la medida en que recoge la voluntad de encontrar caminos haciendo uso (o no) de un manual de rutas único, el diálogo y la concertación.
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