Oí mencionar el nombre de Eduardo Delgado por primera vez a Armando Entralgo, cuando ambos enseñaban en aquella Facultad de Humanidades de la Universidad de La Habana, en el primer quinquenio de los 70. Supe que Eduardo había sido capitán de Milicias del 26 de Julio, a los 14 años, bajo las órdenes del legendario Gerardo Abreu (Fontán), y que había ocupado cargos políticos y diplomáticos después de 1959.

Volví a oir de él cuando planeábamos los dos números de Temas sobre la Revolución, en el aniversario 50. Un amigo me dijo que Eduardo había estado entre el puñado de jóvenes que fundaron la Seguridad del Estado en 1959. Entonces le pedí que me dejara entrevistarlo.

Me recibió sin protocolos en una oficina pequeña, entre escritorios y archivos; me hizo sentarme en un butacón y enseguida empezó a mostrarme documentos de la clandestinidad, credenciales, fotos, circulares, cuidadosamente conservados. En las seis horas que duró la entrevista, repartida en dos sesiones, me contó muchas cosas, bastante diferentes a las que se suelen repetir como historia de la Revolución en aquellos años, algunas que yo escuchaba por primera vez.

Ahora que Eduardo se ha ido, nos quedan aquellas palabras suyas, que reproducimos aquí, como homenaje y prenda de gratitud, para que sigan iluminando una historia por hacer.