“Rodeado de libros, sentado junto a su buró de trabajo, me recibió Julio García Oliveras, quien se considera solo un sobreviviente, y su contribución a la Revolución cubana, un átomo de polvo que comenzó cuando decidió seguir a José Antonio Echeverría, en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de La Habana. A la edad de 77 años, mantiene una privilegiada memoria que le permite narrar episodios de su etapa juvenil como sucesos recientes, y todavía se le humedecen los ojos cuando habla de sus compañeros caídos en la lucha…”