martes, 03-12-2024
El libro Cuba: An American History, de Ada Ferrer, presenta una historia de Cuba desde la colonización española hasta la actualidad, vinculada con la de los Estados Unidos, desde la perspectiva de una investigadora cuya experiencia de vida ha sido la emigración junto a sus padres, lo que se percibe a lo largo de la obra. Es una síntesis en la cual, como ocurre en ese tipo de trabajo general, se seleccionan asuntos a tratar que se consideran fundamentales, por lo cual hay ausencias u omisiones que, en algunos aspectos, afectan una visión más integral. En sentido general, es un texto que repasa más de cinco siglos del devenir cubano, dentro de la relación histórica conflictiva con el vecino del Norte desde la mirada propia de la autora.
"La historiografía revolucionaria cubana tiene orígenes y manifestaciones diversas. De remitimos a la primera mitad del siglo en busca de sus fuentes tendríamos que invocar una diversidad de obras que no tuvieron una proyección revolucionaria. Ahora bien, a los efectos de analizar la relación entre historiografía y proceso revolucionario es preciso tener en cuenta, ante todo, las obras que marcaron un hito con relación a la historiografía de orientación positivista o hegeliana..."
"Antes de la creación de las escuelas de Psicología en las universidades de Las Villas y La Habana, en 1961 y 1962, respectivamente, la psicología en Cuba se caracterizaba por la labor aislada de unos pocos profesionales, la mayoría de ellos graduados de Filosofía y Letras, algunos con estudios posgraduados en los Estados Unidos. Sin embargo, existía una fuerte tradición en la práctica de la psiquiatría, en la que se manifestaba una marcada influencia de la escuela psicoanalítica..."
"¿En qué medida el componente popular en marca la construcción nacional? ¿Hasta qué punto entre los ingredientes de la nación se encuentran elementos que pudieran considerarse negaciones del nacionalismo, no solamente políticas e ideológicas, sino culturales en un sentido integral, y que de cierta manera resultan contradictorias con una concepción de defensa de lo nacional? ¿En qué medida los representantes de sectores antinacionales son parte legítima, aunque negativa, de la nación? ¿En qué medida la nación misma es una construcción histórica que los involucra o los segrega?
"En Latinoamérica, donde las modas suelen llegar con cierta demora y sufrir pintorescas adaptaciones, la historiografía ha seguido un curso que, si bien no ha sido diferente, exhibe indiscutibles peculiaridades. Pasado el debate en torno a la «dependencia» y los «modos de producción» -en el cual la participación de los historiadores fue relativamente pobre-, el movimiento historiográfico latinoamericano, en algunas de sus manifestaciones más vitales y avanzadas, enrumbó hacia ese territorio de inciertos límites que se ha dado en llamar «historia social»..."
"La confrontación de ideas sobre las distintas tendencias presentes en la historiografía cubana, y los rumbos que se estiman más calificados o pertinentes para los trabajos de indagación histórica sobre nuestra sociedad y país, no se encuentra distanciada de la discusión en torno a la realidad y perspectiva de la mayor de las Antillas en el difícil y contradictorio sistema de circunstancias en que se haya insertada en los días que corren..."
"La colonización del Nuevo Mundo planteó a las metrópolis el grave problema de la mano de obra. Barata y abundante resultaría en regiones continentales fértiles en poblaciones aborígenes prontamente subyugadas para su dedicación a aquellas faenas consideradas como excesivamente rudas, desagradables e indignas para el colonizador blanco. A esta, en tan temprana fecha como 1501 y para satisfacer iguales propósitos, se sumaría en Las Antillas y Tierra Firme la importada negra, cuyo volumen incipiente alcanzaría, con el decursar del tiempo, cifras respetables..."
"La interrelación entre historia del arte y pensamiento teórico-filosófico sobre el arte explica su génesis como disciplina humanística en facultades e institutos de filosofía. Serán los alemanes y los austríacos --a través de publicaciones, instituciones y dentro del espacio académico-- los que desplegarán un trabajo sistemático sobre este saber y sentarán pautas y modelos para otros países y latitudes. El término historia del arte, si bien tiene un enunciado genérico, comprende fundamentalmente las artes plásticas. Esta concepción tuvo su origen en el Renacimiento, cuando las artes de la piedra y el color ascienden al rango de la retórica y la poética. Quedó así fijado un concepto que se ha generado históricamente y se ha formalizado hasta hoy día en las universidades de casi todo el mundo occidental, aunque en la práctica académica se hayan rebasado los límites genéricos..."
"En la nueva dimensión de la ecología humana, la mediasfera, la imagen se ha convertido en un poderoso elemento conformador de la percepción, apropiación e interpretación de la realidad, y fomentador de modelos conductuales y estilos de vida. Y, en todo ello, un papel nada despreciable lo han desempeñado las constantes mutaciones que en la esfera de la computación han sufrido tanto los hardwares como los softwares. Así, un nuevo nombre se ha añadido para rebautizar, en sus postrimerías, al presente siglo: PC age, era de las computadoras personales..."
"La historia tiene una muy larga tradición en Cuba: más de doscientos años de haber dado sus primeros vagidos, al decir de los estudiosos. Pocas disciplinas del saber disfrutan en nuestro medio de tal ancianidad. Desde la segunda mitad del siglo XVIII, hombres cultos y sapientes han probado sus armas en trabajos históricos, de los cuales no pocos constituyen obras de recia envergadura. El decursar histórico ha estado siempre presente en la problemática intelectual del país. Con toda justeza puede decirse que el gusto por la historia (mejor expresado, por leer sobre historia) es un componente capital de la psicología del cubano..."
“Hace apenas medio siglo en la mayor parte de las universidades latinoamericanas, era rara avis la existencia de una cátedra o equipo de investigación que se dedicara al estudio de las ideas filosóficas de la región o del país en cuestión. En Europa o Norteamérica tampoco era común que existieran, con ese grado de especialización, cátedras sobre la filosofía de sus propios países. No eran muy necesarias, pues era lógico que los profesores se viesen precisados, de una forma u otra, a incluir dentro de sus estudios y lecciones a los representantes de sus respectivas culturas por su condición de clásicos imprescindibles; y hasta los filósofos de menor talla eran nombrados o se les dedicaba alguna que otra atención para demostrar que los gigantes también tenían subalternos y dejaban discípulos mayores y menores…”
“Los estudiosos del pensamiento martiano podemos hallar en las ideas del Maestro una fuente de inspiración y una guía en la búsqueda de respuestas a las interrogantes actuales. Sin embargo, es necesaria una advertencia. El mayor valor del estudio de una personalidad de otra época radica en conocer sus respuestas a los problemas de su tiempo, las soluciones que propuso para aquellos en sus circunstancias, la manera en que hizo frente a sus adversarios, los métodos y vías para la exposición y defensa de sus ideas. En los resultados de estas búsquedas se hallan lecciones que pueden servirnos tanto para conocer el pasado como para elegir los nuevos paradigmas…”
Este artículo se propone reflexionar sobre los vínculos entre historia, memoria y subjetividad en los documentales Cuchillo de palo (Renate Costa, 2010), Sibila (Teresa Arredondo, 2012) y Os dias com ele (Maria Clara Escobar, 2013), que entablan un diálogo con la memoria colectiva a partir de recuerdos personales e historias de vida, y cuyos puntos de partida son interrogantes sobre largos silencios familiares. La resonancia histórica de los hechos abordados y su innegable relación con el contexto político-social de las dictaduras en Paraguay, Perú y Brasil hacen que esas narraciones trasciendan lo personal/familiar y departan con una trama de relaciones sociales mucho más amplia.
Este artículo propone una revisión de los orígenes, propósitos y desafíos de la novela histórica como género literario en diálogo con el discurso historiográfico. Se trata de una relación que explora las dimensiones de lo histórico en la novela, sus similitudes y diferencias con el relato de la historia y las maneras en que diversos creadores, tanto historiadores como novelistas, han reflexionado sobre el proceso de construcción de metaficciones históricas.
“En los años iniciales del proceso revolucionario, se produjo una especie de simbiosis que hizo del teatro un acontecimiento más de la liberación efectiva que estaba teniendo lugar. Entre 1959 y 1969, surgieron decenas de grupos profesionales en todo el país subvencionados por el Estado (en contraste con el total desamparo estatal en que se había desarrollado la escena prerrevolucionaria). Estos nuevos grupos coexistieron con algunas instituciones privadas que venían de la época anterior y que más adelante, en 1967, fueron disueltas por un decreto que pretendió extender a la cultura el objetivo de erradicar los últimos vestigios de la propiedad privada en el país…”
“Durante los últimos veinticinco años, los estudios destinados a mostrar el papel desempeñado por las esclavas de origen africano en las colonias caribeñas han aportado publicaciones cardinales, de carácter puntual, o teórico-metodológico, referidas fundamentalmente a las posesiones inglesas o francesas. Sin embargo, en el Caribe hispano-antillano la producción historiográfica dedicada al tema aún no ha alcanzado esa envergadura. En Cuba, la esclava de origen africano no ha sido objeto de estudio particular. Su vida se conoce a través de obras literarias como Francisco, de Anselmo Suárez y Romero; Petrona y Rosalía, de Félix Tanco, y la excepcional Cecilia Valdés, de Cirilo Villaverde. Asimismo, existen estudios históricos o sociológicos que tangencialmente analizan aspectos de la vida de esas mujeres. Por esta razón, este trabajo tiene por objetivo comenzar a cubrir el vacío existente en la historiografía cubana respecto al tema…”
“La crisis actual del marxismo es inseparable de su historia y del peso de su propia tradición. La vigencia del marxismo se presenta como una cuestión íntimamente ligada al proceso que va desde sus orígenes y ulterior desarrollo hasta los más recientes avatares del movimiento revolucionario. El estado actual resulta, pues, inseparable de la huella que ha dejado su movida historia, donde no escasea la regeneración de retos inéditos. Es precisamente esa historia compleja, plena de paradojas y de alzas y bajas la que, en sus desplazamientos recientes, ha creado un puntal justificativo fundamental para el sostenimiento de las posiciones que ignoran o, más directamente, se oponen al marxismo…”
“La historia política y de las ideas cubana de los últimos 70 años registra una extraordinaria paradoja en lo tocante al tema de la izquierda. Los sentimientos e ideas de izquierda se arraigaron durante la Revolución del 30; después, la gran revolución que triunfó en 1959 legitimó y multiplicó esas ideas y sentimientos, y los ligó a innumerables aspectos de la vida de las personas y del país. Pero esa larga historia ha sido responsable, a la vez, del ensombrecimiento del tema de la izquierda, que comenzó desde el fin de la Revolución del 30. La gran revolución que promovió avances inmensos de la cultura política cubana --signados todos por la pertenencia de izquierda terminó por agudizar al extremo esa paradoja…”
“La presencia del marxismo en la vida política y cultural de Cuba tiene una historia relativamente larga. Líderes obreros, estudiantes y destacados intelectuales identificados con él dejaron, con su actividad revolucionaria y su producción teórica y literaria, una huella en nuestra historia y cultura nacional. Figuras como las de Carlos Baliño, Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena, Juan Marinello, Pablo de la Torriente Brau o Raúl Roa, por solo mencionar algunas, desempeñaron un significativo papel durante la pseudorrepública en la defensa de las masas trabajadoras y de los intereses nacionales…”
“El debate sobre el tema del marxismo en la Revolución cubana es mucho más complejo que lo que traslucen el discurso ideológico, el sistema de enseñanza y el movimiento editorial y publicístico. Sobre todo porque la reflexión crítica, que vuelve a abrirse paso en los últimos años, no cuenta aún con espacios ni con estímulo suficientes para calar con la hondura necesaria en el trayecto mismo de nuestra historia reciente, tan saturada de entrega y heroicidad que la apologética parecería a veces estar de más…”
“Para quienes la intrincada selva de las ideas martianas devino punto de partida en la iniciación revolucionaria, la teoría de la revolución y el modelo de sociedad resultaron más accesibles en primera instancia que aquellas otras aristas teórico-metodológicas que, no obstante, no dejaron de ser asimiladas en cierta forma, aunque al parecer, de manera fragmentaria, no sistémica, en la misma medida en que fueron comprendiendo la significación en el presente de los geniales descubrimientos martianos. La comprensión cada vez más profunda del ideario martiano por los revolucionarios que le sucedieron en Cuba en este siglo, fue en sí misma un proceso dialéctico que requirió de la conjunción de diversos factores…”
“La lectura del trabajo del historiador y amigo Oscar Zanetti «Realidades y urgencias de la historiografía social en Cuba», que apareció en la revista Temas no. 1 de 1995, me motivó algunas reflexiones que quisiera compartir con los interesados por los problemas de la historiografía contemporánea…”
“La diversidad ha estado presente siempre, pero no ha sido objeto de reflexión en igual medida. De hecho, ningún ser humano es idéntico a otro, desde todas las aristas posibles de análisis. Ya desde la primera forma de organización social en la historia humana, se apreciaban diferencias entre los miembros del grupo, de acuerdo con la ocupación, experiencia, saberes, etc. Posteriormente, con la acumulación del excedente de la producción, se generaron diferencias entre los miembros del grupo al apropiarse algunos de ese excedente. Tal situación dio lugar a la concentración de poder económico y, con ello, a la diversidad en cuanto a posición social. Si hoy nos ocupa el análisis del tema, es porque ha pasado a ser decisivo para el desenvolvimiento de las relaciones interpersonales, tanto a nivel de la micro como de la macroestructura social…”
“No se defiende aquí una visión acrítica de la práctica y la teoría del Che, sino más bien todo lo contrario: hay que entender su figura en un contexto histórico específico, en unas condiciones nacionales e internacionales determinadas, a las que respondió desde una voluntad revolucionaria y una perspectiva estratégica de inspiración marxista, buscando, con una radicalidad que el paso del tiempo no hace sino acrecentar, una coherencia profunda entre pensamiento y acción, entre teoría y vida. Hoy es conocido que el Che que sale de Guatemala tiene un proyecto político definido. Durante la etapa guerrillera, y luego del triunfo de la Revolución cubana, este proyecto se corresponde con la izquierda del Movimiento 26 de Julio, tanto en sus aspectos internos como en sus definiciones internacionales…”
Premio Temas de Ensayo 1999, en la modalidad de Humanidades. “Hace más de diez años tuve que redactar para la Historia de la Literatura Cubana un epígrafe sobre un grupo de ensayistas de la época republicana. A esa coyuntura debo mi conocimiento de dos pensadores: Jorge Mañach y Medardo Vitier. ¿Pero cómo era posible que dos obras tan importantes para la cultura cubana hubieran permanecido silenciadas por más de treinta años, incluso en los claustros universitarios y en los medios académicos? La respuesta la sabemos todos: no fueron pensadores marxistas. En el caso de Mañach, su intensa y controvertida actividad política, que lo situó a veces en posiciones de derecha, lo hacían escapar de ciertos esquemas ideológicos que mediaban entonces el análisis cultural, y se le vinculaba directamente con la expresión de un ideario burgués. Razones ninguna de peso suficiente para extirpar de nuestra cultura nacional a dos de sus más lúcidos exponentes..."
Conferencia inaugural del Curso Superior de Literatura cubana, realizado en la Universidad de Alicante, España, en julio de 1998. “Al hallarnos pues, en el orden literario, «en busca de nuestra expresión», los cubanos, conscientemente o no, perseguimos una expresión que no es solo individual sino colectiva: perseguimos (con mayor o menor intensidad, con mayor o menor acierto) la consolidación de la colectividad que somos…”
Reseña de El arte de la espera. Notas al margen de la política cubana (Editorial Colibrí, Madrid, 1998), de Rafael Rojas. “¿Cómo sortear los riesgos de una reseña escrita para los no lectores, si el propósito no es el de alentar el entusiasmo con elogios ni el de justificar condenaciones con la crítica? En cualquier caso, aprecio la pertinencia de comentar obras que por un motivo u otro (o por varios a la vez) no llegarán fácilmente a las manos del lector cubano, aunque merezcan ser tomadas en consideración. Lo he hecho antes con agrado. Destacar la existencia de lo que merece ser considerado: esa es seguramente una razón suficiente para escribir sobre un libro…”
“El primer centenario de los memorables acontecimientos ocurridos en 1898, en Cuba, Puerto Rico y Filipinas, ha convocado la atención de los más diversos círculos tanto en el espacio caribeño como en la península ibérica y la vecina potencia norteamericana. El énfasis que suele ponerse en el recuento y análisis de tales hechos está, desde luego, justificado. Mas, acaso, resultaría útil advertir el carácter un tanto unilateral de ese enfoque. Convendría recordar que aquel año 98 estuvo también signado por acontecimientos ocurridos en otros escenarios en el continente africano y en el asiático…”
Cuba fue probablemente uno de los primeros países hispanoamericanos, y de lo que hoy llamamos Tercer mundo, en establecer un vínculo identificador de la modernidad con el modelo social estadounidense, al extremo de que las modernas sociedades europeas apenas fueron tomadas como los ejemplos por seguir. Estos apuntes constituyen una primera y parcial reflexión acerca de los proyectos cubanos en torno a la modernidad hasta el presente, cuando no solo es imprescindible para asumirnos como nación en el mundo globalizado de hoy, sino cuando es asunto clave para el futuro del país.
“El centenario del 98 compete, con mayor o menor trascendencia, a todos los continentes. Pocas veces en la historia de la humanidad una simple fecha actúa de manera tan poderosa como divisoria entre dos siglos, o, al menos, como inicio de lógica sustitución. Traído y llevado, estudiado con afán o utilizado en función de proyecciones políticas contemporáneas, este año ha merecido una atención totalmente fuera de lo común, máxime si se tiene en cuenta que hoy por hoy la Historia, en tanto disciplina, no es muy dada a la magnificación de sus fechas. Componente de un metarrelato español, de otro norteamericano y, por supuesto, de un tercero cubano, el 98 se impone, con fuerza brutal y apasionamiento interpretativo, a los historiadores…”
¿En qué medida los acontecimientos de 1898 tuvieron una significación trascendente para nuestra sociedad o fueron simplemente sucesos políticos que no cambiaron, en lo fundamental, el proceso que se venía produciendo? Esta pregunta solo encontrará respuesta en la medida en que se analice la historia profunda de la sociedad cubana durante los años precedentes. Este trabajo abordará algunos aspectos del contexto social a finales del siglo XIX cubano. No pretende arribar a versiones terminadas, sino solo mostrar algunas de las múltiples complejidades por las que esa sociedad debió atravesar.
“El año 1898 --decisivo en el destino de Cuba-- y 1998 no están desvinculados. Un hilo histórico los une y peculiares coyunturas los aproximan. Lo que sucedió y podrá suceder en un año y en el otro, pero más aún las respectivas épocas, sus momentos precedentes y posteriores, tienen un signo común marcando los hechos. La expresa intencionalidad del vecino poderoso, los Estados Unidos, de incidir en el curso sociopolítico cubano con la anuencia de anexionistas --conscientes o ingenuos, de entonces y ahora--, centra los riesgos de ambas épocas. Estas realidades tienen una lectura en el campo religioso, e inciden en su comportamiento. Examinarlo desde una perspectiva dialéctica, como aquí se pretende, contribuye a una mejor comprensión de los acontecimientos pasados y presentes…”
Fragmento de la obra del autor, Cuba: la forja de una nación, publicada en 1998 por la Editorial de Ciencias Sociales. “Las intenciones norteamericanas de lograr cuanto antes el desmembramiento del ejército cubano se basaban en que era la institución a la cual se debía temer al ocupar militarmente la Isla, porque posiblemente calculaban que las demás entidades revolucionarias se descompondrían solas o con un poco de maña que emplearan. Por razones obvias, los estadounidenses recelaban de que las fuerzas mambisas, en caso de que esa ocupación se volviera permanente, tomaran las armas contra ellos…”
“Una consecuencia esencial de la intervención de 1898 fue la definitiva instauración de un régimen de comercio preferencial entre Cuba y los Estados Unidos. Con el Tratado de Reciprocidad Comercial concertado en 1902, vendrían a consolidarse ciertas tendencias exhibidas por el comercio exterior cubano en las décadas finales del siglo XIX, principalmente la concentración de la actividad exportadora en el mercado norteamericano. Sin embargo, también se abrirían paso otras, como el creciente control de las importaciones de Cuba por abastecedores estadounidenses, que se habían visto obstruidas por el régimen de comercio colonial de España, e incluso por la superior competitividad que demostraban los productos de otras naciones en el mercado cubano en condiciones normales de concurrencia. Ahora, el trato preferencial establecido bajo la reciprocidad estrecharía la dependencia mercantil de Cuba respecto a los Estados Unidos y contribuiría a modelar una peculiar estructura económica, a la vez que imprimiría su sello distintivo en el proceso de modernización de la sociedad cubana…”
“La derrota española de 1998 frente a la naciente potencia norteamericana sirvió de detonante y generó el pesimismo y el dramatismo que se reflejó en la literatura de la época. El regeneracionismo se convirtió en la fórmula para cambiar la sociedad. Autores contemporáneos señalan que fueron los hombres del 98 los que «inventaron España». La conmemoración del Centenario de 1898 ha suscitado en estos años una serie de valoraciones, opiniones, reproducción de obras de la época, etc., que llevan a una nueva valoración del «desastre», visto a la distancia de cien años. Todos coinciden en que el 98 fue el momento central de la crisis política y social que se venía gestando desde años atrás. A la derrota de la guerra contra los Estados Unidos, por la cual España perdió los restos de su imperio colonial, se le concedió, en su momento, una magnitud muy alta. «¡Más se perdió en Cuba!» fue la frase acuñada que ha perdurado hasta nuestros días…”
(Mención en el Premio Temas de Ensayo 1998, en la categoría Ciencias sociales).
Los análisis historiográficos sobre la última década del siglo XIX cubano privilegian el estudio de las contradicciones entre Cuba y España y las existentes entre esta y los Estados Unidos, pero obvian analizar el contexto caribeño de la Guerra Hispano-cubano-norteamericana. Este ensayo atiende la necesidad de analizar la cuenca del Caribe, su génesis, evolución y peculiaridades; los elementos que la caracterizaron, así como su repercusión espacio-temporal en los acontecimientos del 98, y muestra los diversos grados y formas que adoptó la transición efectuada en esta área geográfica y los rasgos de la nueva época que se inició.
“En 1900, el Congreso de los Estados Unidos promulgó la Ley Foraker y estableció oficialmente el gobierno colonial en Puerto Rico. Con arreglo a esta ley, se le asignó a un Consejo Ejecutivo la tarea de organizar la revisión completa de las instituciones políticas y judiciales del país, promover el desarrollo capitalista e implantar un nuevo constructo ideológico, que los funcionarios estadounidenses llamarían «norteamericanización»…”
“Las conmemoraciones del centenario de la última guerra de independencia (1895-1898) y el fin de la dominación colonial española en Cuba se han convertido en un factor estimulante para el adelanto de algunas apreciaciones sobre el pensamiento de los intelectuales cubanos, que constituye una opción contestataria a las aspiraciones panhispanistas promovidas por los intelectuales liberales españoles (sobre todo después de la «catástrofe» de 1898). Estas valoraciones también pertenecen a un proyecto investigativo más amplio y complejo, en el cual se intentará una reconstrucción de las problemáticas en que se vincularon los intelectuales cubanos y españoles entre 1860 y 1939…”
(Capítulo del libro The Cuban Image (BFI Publishing, Londres e Indiana University Press, Bloomington, Indiana)).
“Casi al principio de Viva la República, filme dirigido por Pastor Vega, vemos escenas de la guerra hispano-cubana-norteamericana filmadas por la Compañía Edison. En una aparecen los Rough Riders de Teddy Roosevelt desembarcando en la Isla. Fueron de las primeras imágenes rodadas en Cuba. Con todo lo breves y primitivos que son, estos fragmentos no deben subestimarse. Por mínimos que sean como imágenes, fueron capaces de satisfacer la demanda de los espectadores. Se realizaron no para el público cubano, sino para el norteamericano, de la era de los «potentados ladrones», cuyos intereses habían sido cuidadosamente conformados por la nueva prensa masiva de la época, sobre todo por las dos principales cadenas de diarios propiedad de Pulitzer y de Hearst…”
“A partir de la Doctrina Monroe (1823) y su corolario (1904), los Estados Unidos diseñaron el desplazamiento de la presencia colonial europea y justificaron su expansión e intervencionismo en el Caribe y América Latina en la lógica de las esferas de influencia. Este «derecho a la expansión» se relacionaba también con una fuerte creencia en la desigualdad entre las personas. El referente era el blanco anglosajón y los otros, los no blancos, no europeos, los bárbaros, los estancados, los indolentes y desordenados, más proclives a ser gobernados que a gobernar. La noción de superioridad racial había estado presente en la vida norteamericana desde la colonia...”
Este panel —compuesto por una economista, un médico emigrado, un exdiplomático y un historiador— reflexiona sobre los acontecimientos que caracterizaron singularmente el año 1960 en Cuba, el conflicto social y político que se vivía y la naturaleza del proceso y de los acontecimientos. ¿Por qué se pudo llegar tan rápidamente a un punto en el que la radicalización del conflicto ya no tenía retorno? ¿Cómo y cuándo se alcanzó este punto? ¿Quiénes eran los revolucionarios? ¿Compartían las mismas ideas? ¿En qué medida estas creaban una ideología revolucionaria o cercana al socialismo? ¿Qué era para ellos el socialismo? ¿Quiénes se oponían a la Revolución? ¿Se identificaban con los Estados Unidos? ¿Qué significaba el anticomunismo? ¿En qué medida eran inevitables la velocidad y la polarización extrema que alcanzó el proceso en el transcurso de ese año? ¿Pudo haber sido diferente el cambio? ¿Menos rápido y polarizado? ¿Qué alternativas podrían haber ocurrido en esta historia?
Conferencia leída en el Paraninfo de la Universidad Nacional de Uruguay, como inicio del curso de Musicología ofrecido por el autor en la Escuela de Música de esa Universidad, en octubre de 1989. Hasta ahora permaneció inédita.
“Para un simposio sobre 1898 que iba a celebrarse en la Universidad de Princeton, me propuse estudiar las mutaciones que había sufrido el discurso épico en la llamada «literatura de campaña», como he denominado al conjunto de textos narrativos que recogen las experiencias relacionadas con nuestras guerras de liberación. Sostenía yo la tesis de que, después de 1898, y sobre todo de 1906, el vínculo entre el mito y la historia había ido perdiendo legitimidad y, en consecuencia, el discurso de la epopeya comenzó a sufrir una transformación y acabó diluyéndose en formas estereotipadas y folletinescas. En un nivel superficial, yo identificaba la narrativa de campaña con los mitos porque también aquella alude a los orígenes y exalta las acciones de los héroes. Pero en un plano más profundo me interesaban las implicaciones que para el análisis literario podía tener el hecho de que el mito, como todo sistema de signos, es histórico y por tanto mutable…"
(Fragmento de un trabajo más amplio inscrito como resultado del Proyecto de Investigación PB 96-068 (DCES) del CSIC de Madrid)
“Al igual que en España, el discurso de la domesticidad condicionó en Cuba, de forma decisiva, la realidad socio-cultural y ocupacional de las mujeres. Su proyección influyó tanto en la configuración, como en las expectativas y trayectorias de las trabajadoras en su ámbito laboral. Sobre la base de una aparente protección a las débiles mujeres, se diseñaba una relegación que tenía por base y también por trampa a la familia. Lenta y paulatinamente, se fueron introduciendo nuevos elementos que aspiraban a diseñar una mujer que resultase el complemento armónico del hombre; es decir, que sin cuestionar sus roles tradicionales como madres y esposas, se insertaron algunos nuevos intereses como, por ejemplo, el de la educación femenina, sobre la base de que una mujer instruida sería capaz de servir mejor al hombre y a los hijos…”
“Para algunos especialistas el «pesimismo» y «confusión» reinantes a principios de este siglo en Cuba condujo a numerosos malentendidos; a pesar de ello, «independentistas» y «anexionistas» han figurado en la historiografía como bandos escindidos e identificables, portadores de programas nítidos y radicalmente desiguales. Sin embargo, textos referidos al curso sociopolítico de la nación, compuestos por la intelectualidad entre 1902 y 1930, estuvieron cargados de medias tintas, lo que hace pensar en la preminencia de un discurso oscilante, desprovisto de esa bipolaridad que se le confiere…”
“En febrero de 1900, el general Leonardo Wood, gobernador militar norteamericano en Cuba, determinó por Orden civil número 90 que las fuerzas de guardias rurales fueran organizadas en compañías y tropas. Esto constituyó un primer paso hacia la adopción de una base organizativa propiamente militar. La institución militar cubana se integra al juego del imperialismo y de las clases dominantes criollas como instrumento encargado de velar por la propiedad capitalista y por la legalidad burguesa que la sustenta. La conservación del ordenamiento social vigente está en dependencia directa del mantenimiento y la seguridad de ambas, y la alteración más grave que puede tener lugar dentro del sistema es la que atenta contra la propiedad. A su vez, la fuerza militar de la metrópoli imperialista será la encargada directa, mediante la intervención o la ocupación, de la integridad y de la estabilidad del sistema…”
(Síntesis del libro La SAR. Historia de una mediación (1952-1958), publicado por la Editorial de Ciencias Sociales en 2003).
“El 28 de abril de 1948 se fundó la Sociedad de Amigos de la República (SAR). A fines de los años 40, la república neocolonial atravesaba por un momento crítico: los gobiernos conducidos por el Partido Revolucionario Cubano (Auténtico) eran responsables de la inestabilidad que predominaba dentro del sistema parlamentario burgués, la mayoría de los partidos tradicionales habían perdido consenso público y comenzaban a manifestarse los primeros brotes de rebeldía popular en las campañas públicas que condujo Eduardo Chibás, líder del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo). La corrupción administrativa y la manifiesta ingobernabilidad de las autoridades auténticas habían puesto de relieve que las instituciones burguesas de poder estaban afectadas por una crisis profunda. Por esos años la SAR aconsejaba aplicar un conjunto de reformas para reforzar la hegemonía política e ideológica de la burguesía; pretendía imponerle orden a la República neocolonial…”
Resumen del capítulo «La hija del cuatro vientos», del libro inédito La secretaria de la República [publicado en 2001], una historia de vida sobre Conchita Fernández Correa. El capítulo se refiere a la etapa en que fue secretaria de Fernando Ortiz.
(El presente texto se corresponde sustancialmente con la ponencia presentada por el autor a la Conferencia A cien años del 98; España, Cuba, Puerto Rico y Filipinas, celebrada en la Universidad de Salamanca, en octubre de 1999)
“Aun cuando decidiésemos postergar la polémica sobre el momento más apropiado para fijar el término de nuestro lapso secular, no sería difícil admitir que en Cuba este se adelanta a la convención cronológica: el siglo cubano comienza exactamente en 1898. Mucho de lo ocurrido en la Isla durante el siglo que despedimos parece haber tenido su inicio en aquel año. Tanto las consecuencias directas de la guerra, como los problemas presentes en la posterior trayectoria económica del país, tienen una diáfana expresión en los avatares del azúcar, protagonista ineludible del acontecer económico en la mayor de las Antillas. El comportamiento de la producción azucarera y el papel que esta ha desempeñado a lo largo de cien años de transformaciones estructurales, cambiantes condiciones comerciales, variaciones en la dotación de factores productivos y otras incidencias, constituye el objeto de las páginas que siguen…”
“La desarticulación social marcó a la joven República cubana. Los hacendados apenas tenían otro recurso que confiar la reconstrucción económica del país al capital extranjero. La consolidación y expansión de los intereses españoles también limitó las oportunidades cubanas en el comercio, la industria y las actividades profesionales. Las diferencias nacionales y raciales dividieron a las clases populares. El desempleo, el subempleo y los bajos salarios acompañaron a la expansión del capital extranjero. El malestar de los trabajadores amenazó el orden, de manera que los primeros gobiernos debieron intentar mantener un entorno favorable a las inversiones extranjeras para evitar la intervención norteamericana. Contener a las clases populares se convirtió en la razón sine qua non de la joven República…”
“Fulgencio Batista y Zaldívar desempeñó un protagonismo cardinal en el proceso histórico cubano durante el cuarto de siglo que transcurrió entre el 4 de septiembre de 1933 y el Primero de enero de 1959. Los objetivos supremos y los hilos conductores de su trayectoria fueron la satisfacción de sus ambiciones de poder, de promoción social, de dinero y de reconocimiento público. Para saciar su codicia, respetó muy pocas cosas. Ningún valor o principio ético, moral o político rigió de manera permanente su quehacer. Promovió programas y proyectos políticos y los sustituyó por otros diametralmente diferentes cuando estimó convenían a sus intereses personales. Gracias a ello, la vida pública de Fulgencio Batista se dividió en disímiles etapas vinculadas entre sí por el denominador común de sus apetencias espurias. El saldo fue fructífero para él y nefasto para la nación y el pueblo cubanos…”
“Una de las repetidas «verdades» que circula, por lo menos por esta orilla floridana del Estrecho, es que Cuba nunca fue «país de emigración». La historia de la emigración cubana, desde el siglo XIX hasta el presente, se percibe como una manifestación de las condiciones o trastornos políticos en la Isla, que obligaron a personas a abandonar el país y crearon una serie de «destierros» o «exilios», como usualmente nos referimos a esas emigraciones. Esa interpretación de la historia migratoria cubana como una serie de «destierros» con móviles políticos, tiene una cierta base en la realidad objetiva, sobre todo si nos limitamos al flujo más importante: el que se ha encaminado a los Estados Unidos…”
“Entre el decenio de los años 20 y principios de los 40, las presiones combinadas de la movilización de masas, la revolución, la crisis económica y la amenaza de intervención de los Estados Unidos obligaron a los políticos cubanos, de todo el espectro ideológico, a aceptar a las clases populares como un factor en la política nacional e internacional. En 1920, una pequeña y poderosa oligarquía tenía una gran ascendencia sobre la política nacional, y la idea de que el Estado pudiera ser «popular» constituía una maldición para los grupos hegemónicos. Sin embargo, a principios del decenio de los 30, la protesta social de las clases populares se hizo tan general que los mecanismos de control político y social establecidos dejaron de funcionar. En aquel momento, la forma de incorporar a «las masas» al proceso político, en modo alguno resultaba evidente. Una cosa era que las élites políticas reconocieran que los sectores populares constituían una fuerza que era menester tomar en cuenta, y otra muy distinta crear instituciones políticas y discursos nuevos capaces de utilizar esa energía…”
El texto repasa, desde una perspectiva histórica, las tendencias del pensamiento cubano y su evolución durante los casi 57 años de República burguesa. “Pero emprender un recorrido por los escabrosos senderos de las tendencias intelectuales e ideológicas no marxistas más significativas para el desarrollo de la cultura y la conciencia nacionales, en los años de vida de la República mediatizada, entraña siempre el riesgo de hacer valoraciones absolutas o esquemáticas sobre el papel desempeñado por los portadores materiales de esas tendencias: los pensadores. Sobre todo, porque esta excursión por las ideas en la Cuba neocolonial tiene lugar a 40 años de su disolución efectiva por medio de una revolución triunfante que logró, por primera vez en nuestra historia, la soberanía plena de la nación e instauró niveles de igualdad y justicia social, insospechados hasta ese momento, en el territorio insular...”
La primera versión de este trabajo apareció en francés en Le cinema cubain (Centre Georges Pompidou, París, 1990). La estructura de esa compilación —en la que se dedicaban estudios específicos a Tomás Gutiérrez Alea y Humberto Solás, por ejemplo— determinó la escasa presencia de ambos directores en este panorama. Una versión abreviada se publicó como separata en la revista Encuadre, de Caracas, en 1993.
“Solo a la luz del proceso revolucionario cubano se puede explicar la relativamente rápida consistencia del cine cubano. Más allá de directores inexpertos, de ansiedades juveniles de cambios, se estaba viviendo sobre un soporte común existencial, en el cual la densidad de los sueños, la textura de las aspiraciones, determinaban la cualidad del resultado. Los cineastas de entonces pensaban que en el cine les iba la vida, que el país podía salvarse de esta u otra artimaña del enemigo con la consistencia del ideario fílmico que se pusiera en práctica. Tengo la impresión de que es esto precisamente lo que le falta al audiovisual de los 90. Lo penoso del cine nacional es que, justo en esa década y como en buena parte del cine mundial, también nosotros hemos pasado, casi sin transición, de la gravedad del sueño a la ligereza del realismo. Es decir, hemos transitado de la poética colectiva del cine cubano al conjunto invertebrado de poéticas aisladas de los cineastas, empeñados en hacer su cine, pero no el cine…”
“El diseño industrial parece constituir una actividad que ha perdido su trascendencia. De una práctica comprometida con la transformación del hombre y del medioambiente, ha pasado a ser en los países desarrollados una profesión técnica, pragmática, que gana su prestigio en el aumento de las ganancias de las empresas. ¿Qué ha sucedido para que un siglo de ensayo (el XIX), y otro de pleno desarrollo (el XX) con suficiente ideario acumulado, hayan desembocado en esta crisis? Y en Cuba, ¿cuál es en la actualidad la situación del diseño? ¿Por qué después de varias décadas de esfuerzo, el diseño no es una realidad integrada a la industria, ni se ha logrado poner en manos de la población productos de calidad?
“En América Latina han incidido algunos de los problemas que aquejan actualmente a la historiografía occidental. Se pueden apreciar manifestaciones miméticas de la tendencia a la fragmentación y a cierto pluralismo metodológico en los estudios históricos. Ello ha abierto la búsqueda de nuevos paradigmas y permitido el repunte de un tipo de historia narrativa, muy diferente a la actual historiografía en su pretensión de alcanzar, sobre la base de la historia económico-social, estructural y objetivista, una visión totalizadora de la sociedad y una más profunda identificación con las comunes raíces de nuestra América…”
“Es posible referirnos actualmente a la validez de las ideas de José Martí acerca del ordenamiento republicano de las naciones no porque él se propusiera elaborar un modelo o patrón al cual debía ajustarse la realidad cubana y latinoamericana de su época, sino porque plasmó en múltiples obras escritas —artículos, crónicas, discursos, documentos programáticos, cartas— su concepción acerca de la etapa inmediatamente posterior al logro de la independencia de su país natal del dominio colonialista español…”
“La microhistoria italiana no es, en contra de lo que el término «micro» podría equivocadamente evocar, una historia de microespacios, microrregiones o microlocalidades, sino más bien una nueva manera de enfocar la historia que reivindica el de «cambio de escalas» del nivel de observación y de estudio de los problemas históricos y, por lo tanto, utiliza el acceso a los niveles «microhistóricos» —o sea, a escalas pequeñas o reducidas de observación, que pueden ser locales, pero también individuales o referidas a un fragmento, una parte o un elemento pequeño de una realidad cualquiera— como espacio de experimentación y de trabajo, como procedimiento metodológico para el enriquecimiento del análisis histórico…”
“Hoy en día, la mayor parte de los análisis que podrían tenerse como serios y que justifican el uso del término «imperio», en relación con los Estados Unidos, en realidad apenas parten de una analogía, implícita o explícita, con la Roma imperial. Pero una analogía no es una teoría. Resulta sorprendente la ausencia de enfoques serios desde la perspectiva de la economía política o de algún patrón de determinación histórica que pudieran explicar el surgimiento y reproducción del actual imperio norteamericano, así como las dimensiones de la opresión y explotación estructurales que de él derivan…”
Víctor Dreke es un archivo viviente. Hoy en día, a la edad de 87 años, su vida representa la historia de la Revolución cubana. Tenía 15 años cuando Fulgencio Batista dio un golpe militar. Fue en este momento que se unió a la resistencia contra la policía y el ejército del dictador. Una vez que la Revolución hubo triunfado asumió liderazgo en las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Luchó contra los grupos contrarrevolucionarios apoyados por los EE.UU. en Playa Girón y en las montañas del Escambray, y se unió al Che Guevara en el Congo. Trabajó con el brillante teórico Amílcar Cabral en Guinea Bissau y Cabo Verde, y entrenó a numerosos líderes de África en Cuba. Esta entrevista examina la vida de este hombre excepcional en el contexto de eventos extraordinarios.
Reseña crítica del reciente libro de Michael J. Bustamante, Cuban Memory Wars: Retrospective Politics in Revolution and Exile, que detalla argumentos y discusiones orales y escritas formulados tanto en Cuba como en los Estados Unidos sobre la Revolución cubana a lo largo de sus primeros veinte años. Este ensayo sostiene que lo mejor del libro de Bustamante es su énfasis en la movilización y la contestación de la historia y la memoria y que está menos desarrollado en aspectos referentes a género, raza, sexualidad y derechos humanos.
“La religión ha desempeñado demasiadas veces un papel negativo en la convivencia de unos pueblos con otros. En virtud de esto, muchos llegan a pensar que es antihumana y que, mientras exista, no se puede esperar de ella sino alienación y perturbación para la vida y convivencia. Por el contrario, es un hecho profundamente humano; de ahí su universalidad. Demasiadas veces ha sido utilizada para manchar la dignidad humana, explotar al hombre y emprender acciones políticas inmorales. Pero no es esta su única cara. Ha servido también, históricamente, para cuidar del ser humano, ennoblecerlo, liberarlo y llevarlo a cuotas de un humanismo ejemplar y heroico…”
(La versión en inglés de este texto apareció originalmente en CounterPunch. Su autora lo revisó y amplió para este número de Temas) “La afirmación de que la religión y la política son inseparables resulta una perogrullada. Sin embargo, eso deviene un tanto más claro y resaltante a partir de la observación lógica consecuente: el Islam, tal como lo conocemos hoy, y los propios métodos con que intentamos entenderlo, y el discurso en el que intentamos ubicarlo, forman parte de una construcción occidental e imperialista. No existe un «verdadero» Islam aislado de ese contexto, tal como no ha existido jamás un Islam «verdadero» o «esencial» (o, para los mismos efectos, un judaísmo y un cristianismo «verdaderos» o «esenciales») aislado de los diferentes contextos socioculturales por los que ha atravesado durante su historia…”
“En Cuba no podemos hablar, dentro de la tradición de pensamiento, de filósofos «puros», sino de hombres volcados a la acción civil o patriótica, pedagógica, científica, política, cuyos pensamientos condujeron a formar una conciencia común y a cimentar las bases de un pensamiento que calzaría tanto la acción individual como la colectiva.
“Uno de los temas de debate más vivos en el cristianismo en las últimas décadas es la cuestión de la ordenación de las mujeres. Tradicionalmente, el sacerdocio cristiano ha estado reservado a los hombres, pero algunas iglesias han cambiado la costumbre, se han adaptado a los tiempos y han admitido a las mujeres en el sacerdocio. El movimiento de reforma en este campo comenzó a obtener resultados en la década de los 50 del siglo XX en las iglesias metodistas africanas de población blanca y entre los presbiterianos. El proceso de ordenación de las mujeres ha sido muy discutido y ha dado lugar a grandes fricciones. En 1992, la Iglesia de Inglaterra, tras dos décadas de debate, aceptó la ordenación de las mujeres, que ya ocupaban cargos eclesiásticos menores, como el de diaconisas, lo que les permitía bautizar y oficiar bodas y funerales…”
(Premio Temas de Ensayo 2003 en la modalidad de Humanidades) “Aunque la abundancia de textos que examinan al cine cubano pudiera sugerir lo contrario, no existe entre nosotros una verdadera diversidad de enfoques historiográficos. Quiero decir, hay abundancia de libros y artículos, mas todos se parecen en aquello que enuncian, resultado de que casi todos han escogido el mismo método para aproximarse a los hechos. El grueso de nuestros estudios sobre cine cubano prescinde de la especulación teórica, y le concede la máxima y única jerarquía de valor a la apreciación fáctica, como si el dato en sí fuera capaz de avalar «científicamente» aquello que se intenta describir o demostrar...”
“Metafóricamente hablando, los soviéticos eran para nosotros algo así como el hermano mayor cuyos bíceps nos hacen sentir orgullosos del parentesco, por enclenques que seamos. Cuando solo podíamos soñar con viajes al cosmos y con la energía nuclear, ellos ya los tenían. Y para los habitantes de una islita casi en el traspatio del imperio del dólar, eso vale mucho. Aunque sea, como dirían los psicólogos --¿o eran los economistas--, en forma de capital simbólico. Las huellas históricas de la presencia de la Unión Soviética en este proceso nuestro no las discute nadie. Sobre todo en los primeros años, la supervivencia de la Revolución habría sido problemática sin la mano que nos echaron…”
“Los Estados Unidos siempre aspiraron a apoderarse de Cuba. Y esa ambición –de la cual fue precursor Thomas Jefferson y quizá hasta Benjamin Franklin– caracterizó la trayectoria de casi todos los presidentes norteamericanos durante el siglo XIX. Ya entrado el XX, no faltaban elementos en ciertos círculos que aún sostenían tal pretensión, pero sin muchas esperanzas de lograrlo. Lo que necesita aún ciertos esclarecimientos es el conjunto de causas que expliquen tan tozuda línea política y diplomática por hacerse de Cuba, incorporándola como un Estado más de la Unión…”
“Escribir este artículo ha significado para mí un desafío para pensar en puentes entre la historia ambiental y la ecología política, y el vasto campo inexplorado que representa la agroecología. De la misma forma que la ecología política, la agroecología debe mantener una vigilancia reflexiva sobre su propia práctica. No pueden devenir nuevos dispositivos despóticos inapelables. Su herencia plural no debe cristalizarse en un saber «técnico», autorreferente, supuestamente aislado de las demandas y necesidades sociales…”
(Reseña de Los colores secretos del Imperio, de Eliades Acosta Matos, Editorial de Ciencias Sociales, 2002)
“Estructurado en tres capítulos y un epílogo, el texto nos acerca a una dimensión poco conocida del tema. No es la descripción puntual de determinado combate lo que interesa al autor, sino los efectos del impacto cultural que suscitaba el intercambio cotidiano entre «aliados» y contendientes, con patrones de conducta, mentalidades e ideologías diversos…”
(Reseña de Por el camino de la mar. Los cubanos, de Guillermo Rodríguez Rivera, Ediciones Boloña, La Habana, 2005)
“Por el camino de la mar es un lúcido y ameno ensayo, que nos entrega un retrato de los cubanos en su isla, que es como decir en su salsa, cuyos contradictorios ingredientes han dado por resultado un pueblo que, con su compleja personalidad nacional, se siente orgulloso de su identidad y de su historia...”
“El estudio de la historia del pensamiento lleva al análisis de los contextos concretos en que este se origina y despliega, así como su compleja diversidad. Es posible constatar la existencia de pensamientos y proyectos societarios hegemónicos, que representan formas de organización humana correspondientes a un determinado desarrollo de las fuerzas productivas. Del mismo modo, y coexistiendo con estos, se encuentran concepciones alternativas que expresan los intereses de nuevas clases emergentes, pero aún no hegemónicas, así como los enclaves y concepciones residuales del antiguo régimen. El abordaje del liberalismo, como concepción ideológica y proyecto histórico, no escapa a sus previas determinaciones, que se tornan imprescindibles para comprender el devenir de la sociedad capitalista y una nueva época histórica: la modernidad…”
Panel dedicado a la caracterización de la cultura política existente en Cuba después del golpe de Estado de 1952 y justo antes del 26 de julio de 1953; es decir, cuáles eran los valores, la opinión pública, las actitudes hacia los problemas de la esfera pública, el consenso, la movilización de la sociedad civil y en qué contexto internacional tenían lugar estos fenómenos.
(Reseña de La estrategia y la táctica del primer Partido Comunista de Cuba (1925-1935), de Angelina Rojas Blaquier; Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2005)
“Angelina Rojas Blaquier nos propone un recorrido histórico a propósito de las condiciones políticas y sociales que posibilitaron la emergencia y consolidación de una organización que estuvo destinada a guiar a las masas obreras y campesinas en sus objetivos de emancipación. Sin abandonar en ningún momento el sentido crítico, el libro se convierte en una obra innovadora en varios aspectos, principalmente en el dedicado a analizar la actual identidad comunista como resultado del progresivo y complejo proceso de fundición de la filiación marxista de origen europeo con la matriz nacionalista y latinoamericanista de raigambre martiana, condición que todavía hoy constituye un rasgo distintivo de la política y la sociedad cubanas contemporáneas…”
En 1859, Eusebio Leal era el empleado más joven del Museo de la Ciudad. Allí conoció a Emilio Roig de Leuchsenring, el Historiador de La Habana. En 1967, debió asumir la responsabilidad de continuar el sueño de su maestro: reconstruir y conservar todos los bienes de la zona antigua de La Habana, en la Plaza de la Catedral, y convertir el edificio que hoy ocupa la Oficina del Historiador en un museo. En esta entrevista, Leal conversa, entre otras cosas, sobre la ciudad, la enseñanza de la historia y la restauración.
“La apropiación del espacio en el acto monumental, como materialización de un discurso no dialógico, la oficialización de unos discursos en desmedro de otros, la erradicación o desplazamiento de algunos monumentos y la vandalización de otros dan cuenta de la pugna existente por la dominación histórica e ideológica del espacio público. Esta puede ser reconocida en momentos de la historia latinoamericana en los que perspectivas históricas, políticas y sociales opuestas llegan a converger en torno a monumentos públicos susceptibles a transformaciones que buscan validar, dislocar, descentrar, transformar o a erradicar el sentido de lo representado…”
“A partir de 1554 surge y se desarrolla Guanabacoa como pueblo de indios —aunque muchos de estos permanecieran dentro del núcleo jurisdiccional—, y puede argüirse la compleja y cambiante situación que enfrentaron aquellos aborígenes que sobrepasaron los límites temporales de la situación de contacto, para incorporarse, así como sus descendientes, a la situación colonial, como miembros de una sociedad explotadora y controladora. Se hace imprescindible reconocer el término indio, para el caso particular de Las Antillas, como caracterizador de aquellos que, nacidos bajo el régimen colonial, se alejaron progresivamente de sus rasgos culturales ancestrales…”
El objetivo de estas páginas es llamar la atención respecto a la obra La nación insurrecta, compilación de textos del desaparecido investigador y profesor universitario Oscar Antonio Loyola Vega, realizada en 2018 por Fabio E. Fernández Batista y David Domínguez Cabrera, que resulta, junto a su ensayo en Dos miradas a Martí (2017), el más extenso compendio de la obra escrita por Loyola.
“La realidad del trabajo doméstico remunerado está marcada por múltiples tensiones que provienen de sus características particulares: se desarrolla en la privacidad de un hogar, se convive con una familia ajena, para la cual se realizan tareas continuas, imprescindibles pero menospreciadas. Este ámbito favorece situaciones discriminatorias, de violencia verbal e incluso de cierta explotación del trabajo que sobrepasa los límites de cualquier jornada laboral. Estamos en presencia de una actividad difícilmente visualizada a nivel social, debido a su aislamiento, carente de relaciones asociativas y desprovista de amparo legislativo…”
En el presente texto se centra la atención en algunas de las características de la república pensada por José Martí, que sería fundada después de la guerra de liberación, concebida y preparada por el Partido Revolucionario Cubano, por lo que el más importante de los aspectos que tratar es la definición de dicha organización, fundada por él, lo que implica precisar sus objetivos.
En este acercamiento se muestra los orígenes y maduración de las tesis de José Martí sobre la historia de las dos Américas, su aplicación a la revelación de las causas de sus diferencias y la explicación del lugar que la historia reservaba a cada una; así como, el lugar que ocupan en el debate historiográfico de entonces y en la formación del concepto de segunda independencia de Nuestra América.
“La multicultural inmigración española participante en el poblamiento de Cuba trae entre sus hábitos, tradiciones y costumbres, sus experiencias deportivas, las que con los años se integran a la naciente sociedad criolla, teniendo en cuenta los gustos, posibilidades y necesidades espirituales de las clases, estamentos y grupos sociales de cada localidad. El gusto aristocrático por la caza, la natación, la esgrima, la equitación y el ajedrez, expresión tanto de elegancia y distinción como de poder en la sociedad feudal española, es imitado por las familias ricas de la Isla…”
“Ya desde principios del siglo XX se destacó una ofensiva hispano-vasca cuando, en 1901, se inauguró una gran instalación de jai alai con fines industriales, con previstas apuestas públicas oficiales, concebida por iniciativa de un grupo de personalidades vascas enriquecidas en tierra cubana. Pero en lo referido al desenvolvimiento del sport y el recreo en las sociedades españolas, no es hasta unos años después cuando le dedicaron su interés, igual que a las giras y al baile. Para esos años, los deportes de origen anglosajón habían copado el entusiasmo de la población con posibilidades económicas reales…”
¿Cómo podemos aprender la historia a través de la música? ¿Cómo la música sirve de archivo de nuestra historia? ¿Qué historias narran las músicas caribeñas, y desde qué punto de vista? Nunca había pensado en la música como recurso de aprendizaje en sí mismo. Las reflexiones que siguen buscan una respuesta para estas preguntas, al presentar cómo la música nos sirve de texto social e histórico. Pretendo ilustrar su potencial como un recurso fundamental para entender las dinámicas sociales, políticas e históricas en el Caribe.
“El objetivo de este trabajo es ofrecer una reflexión histórica, desde Cuba, de factores tanto endógenos como exógenos cuya articulación ha conformado y dotado de un carácter singular a la subregión caribeña. Desde la llegada de los europeos, el Caribe fue zona de numerosos y masivos procesos migratorios, impulsados por las diferentes potencias, resultado de los cuales se produjeron encuentros y confluencias entre múltiples etnias. La complejidad de las sociedades creadas, donde los factores unificadores se entrecruzaron con los diversificadores, solamente es posible comprenderla si son utilizadas, como marco analítico-conceptual, las categorías asincronía, similitud y diferencia…”
“El cine homoerótico tiene ya una historia. En el principio, sin embargo, no fue el verbo. La sintaxis fílmica rechazaba los abordajes directos, y ofrecía circunloquios que el buen entendedor no necesitaba descifrar demasiado. Las obras del dramaturgo norteamericano Tenessee Williams o de coterráneos suyos, llevadas a la pantalla en los años 50, resultan ejemplos elocuentes de ello. El equivalente femenino del cine gay tiene antecedentes todavía más remotos…”
Este artículo se ocupa del presente y el pasado reciente de Timor-Leste, pero tambien analiza dos factores históricos notables que contribuyen al estudio de los desafíos que debió enfrentar el país después de la independencia. Uno de ellos se refiere al legado del dominio colonial e indonesio en la organización social, la economía y la cultura nacionales. El otro tiene que ver con los acontecimientos y las consecuencias del lugar que ocupan los nacionales de Timor Oriental en el proceso de descolonización, incluida la breve guerra civil ocurrida en agosto de 1975.
Presentación del libro En busca de la cubanidad, de Eduardo Torres-Cuevas, en la Feria Internacional del Libro de La Habana, febrero de 2007. “En busca de la cubanidad es una acuciosa labor de investigación, lectura de documentos, y búsqueda de datos e información, con el conocimiento de un arsenal teórico que ha permitido explicar la significación del papel de los ideólogos y las ideologías en el devenir nación de una masa humana, y la necesidad de encontrar criterios de valoración múltiples, que permitan establecer un dictamen sopesado…”
John Womack (Oklahoma, 1937), autor del ya célebre Zapata y la Revolución mexicana, es sin dudas uno de los más eminentes historiadores de América Latina en los Estados Unidos. Por más de treinta años ha estado a cargo de la principal cátedra de Historia Latinoamericana en la Universidad de Harvard. En esta entrevista, realizada el 15 de febrero de 2007 en Cambridge, Massachussets, reflexiona sobre los usos y abusos de la historia, sobre la relación entre Historia, nación y Estado, y sobre el estudio de la historia latinoamericana en los Estados Unidos.
El propósito de este texto es hacer un breve examen de la constitución del poder revolucionario en los primeros años de la Revolución cubana. Indaga en la capacidad del régimen surgido, tras el derrocamiento del dictador Fulgencio Batista, para consolidarse y reproducirse en el tiempo. el autor sostiene que ello fue posible, en gran medida, por el carácter extraordinario del poder emanado de una revolución política que deviniera, entre los años 1959 y 1963, un poder social hegemónico al servicio de los intereses de las grandes mayorías del país. Este examen no se propone historiar un período particularmente rico en acontecimientos, sino exponer la lógica del proceso que propició la constitución de un poder revolucionario incontrastable.
“Conversando en un café de Little Havana o en la sala de su casa en Coral Gables, me ha impresionado la estructuración de su discurso, revelador de un largo oficio de periodista. Se detiene en los más arduos temas con un tono casi didáctico, sin rebuscamientos teóricos, aunque con una armazón conceptual y un orden lógico que no abandona, incluso cuando entra en digresiones. La intensidad de sus ideas y la precisión de sus argumentos, muchos de ellos altamente polémicos, se mantienen intactos...”
Muy probablemente, el lector tenga en sus manos la única entrevista que Manuel Ray haya concedido nunca a ninguna publicación, donde se aborden ciertos temas claves para entender la política del anticastrismo. Protagonizada por los Estados Unidos, con la activa participación de otros actores no tan secundarios, esta política compleja se extendería, desde 1959 y la crucial década de los 60, sobre los años posteriores, y haría sentir algunas de sus repercusiones hasta el presente. Aun con sus vericuetos, omisiones y contradicciones, este testimonio tributa al conocimiento de esa larga historia.
En el presente artículo se examinan dos asuntos: las razones por las cuales el gobierno de los Estados Unidos apoyó en forma encubierta a la contrarrevolución cubana y por qué esa política se tornó contraproducente. El gobierno toleró y, en algunos casos, pagó a los emigrados contrarrevolucionarios debido a que, a raíz de la invasión de Bahía de Cochinos, en abril de 1961, los dirigentes políticos norteamericanos no habían ideado otra política factible para derrocar el régimen comunista de Fidel Castro. Los exiliados cubanos llenaron este vacío político.
“En su primer mensaje como ministro de las FAR, Raúl Castro indicó claramente que la Revolución tomaría su defensa en serio: «Nunca estaremos satisfechos hasta que con nuestra organización, y contando siempre con la colaboración irremplazable del pueblo de Cuba, nuestro país pueda hacerse respetar militarmente por pequeños y poderosos». Hizo realidad sus palabras. Estas podían haberse aplicado igualmente a extranjeros y cubanos, porque ya se acumulaban dentro del país aquellos que se oponían, a brazo partido, al experimento revolucionario. Esa oposición ya había tomado las armas y obtenido el apoyo de elementos en los Estados Unidos. Y las relaciones con este país, antes tensas por causas políticas y económicas, esencialmente, ahora verían también la defensa como una fuente importante de conflicto…”
La entrada en Checoslovaquia de fuerzas militares de la Unión Soviética y otros países miembros del Tratado de Varsovia en 1968, así como los sucesos que se derivaron de este hecho, pusieron en grave peligro la seguridad de la nación cubana y sus logros revolucionarios. A cuarenta años de aquellos sucesos, habría que irse mucho más atrás en la historia para explicar juiciosamente lo que había ocurrido en Checoslovaquia y cómo repercutía en Cuba; pero, a los efectos de este artículo, el autor se retrotrae solo a los inicios de la década de los años 60 del siglo XX en la república socialista de Checoslovaquia, cuando el proceso llamado de desestalinización comenzaba a tomar un segundo aire en la Unión Soviética y en los países socialistas de Europa oriental.
Este ensayo pretende comentar los grandes debates de la década de los 60 en Cuba y reflexionar sobre su impacto en las políticas públicas. No se busca hacer un análisis exhaustivo de su contenido, sino más bien dar cuenta del perfil de los actores que participaron y ubicarlos a ellos y a los propios debates en el contexto nacional y la lucha dentro de la Revolución, así como relacionarlos con la situación internacional en la cual se desarrollaron. Las confrontaciones se realizan impulsadas por el propio gobierno o por ciertos actores políticos, con la intención de influir en determinadas decisiones; en este sentido resulta relevante analizar su impacto.
“El ataque sudafricano contra Cassinga es un episodio en la guerra de liberación de África austral, cuya historia ha sido generalmente ignorada por los estudiosos. Lo poco que se ha escrito depende casi exclusivamente de fuentes occidentales. Esto conduce inevitablemente a un enfoque etnocéntrico que está presente incluso en los trabajos de los investigadores escandinavos del Afrikainstitutet de Uppsala. Es la adición de las fuentes de Cuba, África y el antiguo bloque soviético lo que nos ha permitido llegar a una comprensión más exacta de esa lucha en África y, más generalmente, en el Tercer mundo. Utilizando este enfoque, analizo la contribución de Cuba a la independencia de Namibia. Solo ofrezco algunas instantáneas; un informe completo aparecerá en mi próximo libro, Misiones en conflicto,,,”
“No resulta fácil aproximarse desprejuiciadamente desde las ciencias sociales, sin condicionamientos ateizantes ni apologéticos, a una institución tan compleja y multifacética como la Iglesia católica, apostólica y romana, de larguísima historia, donde la tradición sigue pesando tanto, para analizar sus encuentros y desencuentros con un proceso político tan radical como la Revolución cubana, que arriba al medio siglo. Los desencuentros entre la Iglesia católica y el Gobierno revolucionario se iniciaron desde 1959, se acrecentaron con la proclamación socialista de la Revolución y se institucionalizaron con la Constitución de 1976, que declaró el carácter ateo del Estado. Los especialistas coinciden en que el campo religioso cubano en estos cincuenta años registra significativos cambios, caracterizándole la mayor pluralidad y acentuada movilidad…”
(Mención en el Premio Temas de Ensayo 2004, en la modalidad de Ciencias sociales) “El fin del capitalismo en Cuba tuvo causas múltiples, entrelazadas, y con una duración mayor de la que generalmente se estima. Por ello, su desaparición se ha explicado desde diversas aristas. Sin embargo, el recrudecimiento del problema por las contradicciones internas de la reacción, predominante durante el siglo XX, se ha tratado poco. Buena parte de esas discordancias se evidenciaron con la política económica aplicada entre 1952 y 1958. Entre los estudiosos de este tema predominan los economistas y, menos, los historiadores. Todos ellos, sin embargo, sistematizaron los objetivos, los mecanismos empleados y sus consecuencias…”
“En el último cuarto del siglo XX, la historiografía dedicada a los estudios sobre la mujer tuvo un desarrollo ascendente a nivel internacional. La incorporación del concepto de género en las investigaciones sobre la temática femenina ocupa un lugar destacado en el debate contemporáneo y resulta de gran utilidad, pues permite apreciar la realidad de forma diferente a como tradicionalmente se ha hecho. En Cuba, las investigaciones referidas a esta temática han ganado terreno en estos últimos años. La profundización en el estudio de fuentes documentales, publicísticas y bibliográficas, revelan la riqueza en este quehacer histórico. La labor de las parlamentarias en el Congreso de la República no ha sido investigada por la historiografía cubana, debido a que ese fondo fue catalogado recientemente. Este trabajo solo pretende un primer acercamiento a un tema, que puede sentar las bases de investigaciones futuras…”
Un siglo de jazz en Cuba es un libro fundamental, un esfuerzo intelectual inédito, obra del infatigable Leonardo Acosta, que recoge y evalúa hechos, personas, y fenómenos claves de la historia del jazz en territorio cubano. En esta reseña se repasa sucintamente un texto que es, sin dudas, una lectura obligada para estudiosos del tema y amantes del género.
Este artículo aborda el surgimiento de la historia social como nueva historia en los años 60 del pasado siglo y su devenir como historia sociocultural. A la vez establece las diferencias con la denominada historia cultural, vinculada al linguistic turn. En este contexto establece las particularidades de las denominadas historia del pensamiento e historia de las ideas, aparecidas en otros contextos, así como las características de la historia de las mentalidades, de los imaginarios y de las representaciones, vinculadas al devenir de la historia sociocultural.
Reseña del libro Cuba: el largo siglo XX, de Oscar Zanetti, publicado por Ediciones Temas en 2023.
“Cuba: el largo siglo XX avanza cronológicamente, aunque haciendo hincapié en los temas recurrentes de la estructura y el proceso, más que en las personalidades. Se basa en la extensa historiografía sobre la Isla y las etapas que la componen, pero evita las notas a pie de página y al final incluye un espléndido ensayo bibliográfico. El texto sintetiza la investigación sobre la Isla antillana, incorpora diversas versiones de la historia de la nación y de acontecimientos concretos, pero no pretende ordenar las interpretaciones enfrentadas...”
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