“La disyuntiva acerca del lugar que debe ocupar la mujer --familia o sociedad-- y su incorporación o no al trabajo asalariado --madre o trabajadora--, como elementos discordantes de un mundo dicotómico irreconciliable, ha dejado de ser en Cuba una interrogante social, decidida definitivamente por el reconocimiento de todos los derechos de las mujeres económicos, políticos, civiles, culturales, sexuales, reproductivos y sociales como parte inalienable, integrante e indivisible de los derechos humanos universales…”