Desde que José Martí observó el «Paisaje del Valle de México» de Velasco (1875); el cuadro de Lorrain, en el Museo del Prado (1879); la obra de los paisajistas de la Escuela del río Hudson —sobre todo Albert Bierstadt—, las representaciones de Marruecos y Granada, de Mariano Fortuny (1880 y 1881); los paisajistas de la escuela de Barbizon (sobre todo Jean Baptiste Camille Corot) (Martí, 2012: 93), o los pintores impresionistas (1886), existe en él una constante fijación por la luz, en especial la solar...