“La religión ha desempeñado demasiadas veces un papel negativo en la convivencia de unos pueblos con otros. En virtud de esto, muchos llegan a pensar que es antihumana y que, mientras exista, no se puede esperar de ella sino alienación y perturbación para la vida y convivencia. Por el contrario, es un hecho profundamente humano; de ahí su universalidad. Demasiadas veces ha sido utilizada para manchar la dignidad humana, explotar al hombre y emprender acciones políticas inmorales. Pero no es esta su única cara. Ha servido también, históricamente, para cuidar del ser humano, ennoblecerlo, liberarlo y llevarlo a cuotas de un humanismo ejemplar y heroico…”