“Los finales del siglo XX y comienzos del nuevo siglo XXI se han caracterizado por un inusitado auge de los extremismos políticos y religiosos. Antiguos y nuevos extremismos han aparecido en escena con manifestaciones de singular violencia. Palabras como «extremismo», «fundamentalismo», «radicalismo», «ultraortodoxia», «fanatismo», han saltado a las primeras páginas de los diarios y los noticieros televisivos. Para diversos observadores —politólogos, sociólogos, filósofos, periodistas— tales términos son parte de un universo especialmente complejo y móvil. Hay quienes estiman que las palabras mismas —«integrismo», «fundamentalismo», «fanatismo», «radicalismo»— se han vuelto locas, al igual que muchas de las ideas que les sirven de apoyo…”