“En años recientes, ha ocurrido una verdadera explosión discursiva con respecto al concepto de «identidad», en el mismo momento en que ha sido sometido a una aguda crítica. ¿Cómo se explica esta paradoja? ¿A quién le hace falta continuar el debate sobre la «identidad»? Hay dos formas de responder esta pregunta. La primera es distinguir lo que hay de característico en la crítica deconstructiva a la que han sido sometidos muchos de estos conceptos esencialistas. A diferencia de las formas de crítica enfiladas a sustituir conceptos inadecuados por otros más «verdaderos», o que aspiran a producir conocimiento positivo, el enfoque deconstructivo pone conceptos claves «bajo el borrador». Esto indica que, en su forma original y no reconstruida, ya no son útiles como «herramientas para pensar»…”