“A lo largo de los años 80, se produjo un cuadro claramente favorable para el nuevo sindicalismo en Brasil (como movimiento social laborista, con fuerte carácter clasista), que avanzaba en dirección contraria al marco de crisis sindical, ya presente en varios países capitalistas desarrollados. Ya en los últimos años de esa década comenzaban a despuntar las tendencias económicas, políticas e ideológicas causantes de que el sindicalismo brasileño se insertara en la onda regresiva, lo cual fue resultado tanto de la restructuración productiva del capital, que estaba en curso a escala global, como de la emergencia del neoliberalismo y la nueva división internacional del trabajo, que pasó a exigir, con mayor fuerza, cambios significativos a Brasil…”