“La apropiación literaria del hecho deportivo se pierde en el tiempo aunque se cite a Homero en los inicios. Sabemos que la oralidad antecede a la literatura escrita y que las hazañas de los atletas eran cantadas por los bardos antes de ser fijadas por la letra. La literatura cubana no ofrece --como lo hacen, por ejemplo, las letras de Sudamérica-- una copiosa producción en su vocación deportiva. No obstante, basta observar la muestra que ofrecemos de los textos existentes, para saber que el deporte tiene una presencia digna en nuestra escritura artística desde el siglo XIX...”