jueves, 21-11-2024
El Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación (ADPC), que Cuba y la Unión Europea (UE) vienen implementando desde noviembre de 2017, ha sobrevivido a las doscientas cuarenta medidas de coerción aplicadas por la administración de Donald Trump contra el pueblo cubano, y que la de Joe Biden aún mantiene, en contra de las reglas del Derecho internacional y en detrimento de los empresarios europeos con intereses en la Isla. En el último año, las relaciones bilaterales entre Cuba y la UE se desarrollaron bajo los efectos de la pandemia de la COVID-19, cuyos impactos globales en las esferas comercial, de inversiones, y de cooperación, son negativos. Paralelamente, en la Isla se sigue implementando trascendentales cambios que afectan el conjunto de sus relaciones sociales, vínculos interinstitucionales, relaciones de propiedad, mentalidades y cultura cívica.
“La evolución de las relaciones entre la Unión Europea y América Latina, a partir de principios de los años 90, es un asunto importante desde el punto de vista estratégico porque, en el contexto de la globalización, podría implicar una modificación potencial de las relaciones de fuerza a escala internacional. Esta es la hora de la reconquista o de la consolidación de los mercados. Los intereses económicos, financieros, comerciales de los Estados Unidos y los de la UE se oponen en el continente latinoamericano, aunque sus estrategias y su orientación neoliberal sean, en el fondo, equivalentes…”
Se examina la diversidad de modos de dominación imperial y, en especial, la de los imperialismos que han asolado en el período señalado. Se enfatiza en las semejanzas y diferencias entre el imperialismo colonial europeo y el intervencionista de los Estados Unidos hasta la cuarta década del siglo xx. Se intenta distinguir una vez más entre los imperialismos hasta la Segunda guerra mundial y el imperialismo hegemónico, o hegemonía, desde entonces.
El pasado de Europa es un pasado imperial y colonial. A menudo se presenta como un continente cosmopolita de naciones, pero en realidad los es de proyectos nacionales respaldados por esfuerzos coloniales. Estas han incluido la emigración y el asentamiento coloniales, la desposesión, la apropiación, la extracción y la esclavización. Aunque determinados gobiernos nacionales han desempeñado un papel central ―Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, por ejemplo-, también han participado poblaciones de todo el continente europeo. En este artículo se exponen las "variedades de colonialismo" que constituyen el núcleo del proyecto europeo y se plantea cómo podría ser un proyecto decolonial de Europa. Argumento que situaría sus historias coloniales en el centro de nuestra comprensión del presente y que buscaría la reparación de las injusticias asociadas a esa historia a través de la acción reparadora poscolonial.
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