domingo, 22-12-2024
Las personas negras han participado, de modo creciente, en las luchas anticapitalistas de Latinoamérica y el Caribe durante las dos primeras décadas del siglo XXI. Artículos periodísticos, publicaciones digitales de los movimientos afrodescendientes y documentos de trabajo de organismos internacionales constituyen las fuentes principales de este ensayo, cuyo propósito es caracterizar la composición social, objetivos, reivindicaciones, logros y principales desafíos de los movimientos sociales afrolatinoamericanos.
“Entre el decenio de los años 20 y principios de los 40, las presiones combinadas de la movilización de masas, la revolución, la crisis económica y la amenaza de intervención de los Estados Unidos obligaron a los políticos cubanos, de todo el espectro ideológico, a aceptar a las clases populares como un factor en la política nacional e internacional. En 1920, una pequeña y poderosa oligarquía tenía una gran ascendencia sobre la política nacional, y la idea de que el Estado pudiera ser «popular» constituía una maldición para los grupos hegemónicos. Sin embargo, a principios del decenio de los 30, la protesta social de las clases populares se hizo tan general que los mecanismos de control político y social establecidos dejaron de funcionar. En aquel momento, la forma de incorporar a «las masas» al proceso político, en modo alguno resultaba evidente. Una cosa era que las élites políticas reconocieran que los sectores populares constituían una fuerza que era menester tomar en cuenta, y otra muy distinta crear instituciones políticas y discursos nuevos capaces de utilizar esa energía…”
“El concepto de “movimientos sociales” originado en los años 60 y los 70, incluye desde los movimientos contra la opresión de la mujer, los negros, las lesbianas, los gays, hasta los relacionados con la ecología, el desarme y otros. La idea de que solo quienes sufren una forma específica de opresión son capaces de definirla o de luchar contra ella, es medular en esta estrategia para el cambio social, que recientemente ha sido llevada a sus últimas consecuencias mediante el desarrollo del concepto de «política de identidad». Según este razonamiento, se deduce que cada grupo de oprimidos debería poseer un movimiento propio, inequívoco y separado que, por tanto, tiende a organizarse sobre bases de «autonomía» e independencia, entre ellos mismos y respecto al movimiento socialista. También manifiestan la tendencia a organizarse con independencia de las diferencias de clase. Pero esta lógica es errónea…”
“Son muchos los aspectos que el tema del aborto acarrea, tales como los derechos humanos, los sociopolíticos; los bioéticos, médicos, morales, filosóficos, legales, las perspectivas feministas y las «pro-vida». Aunque este artículo no pretende entrar en el debate de si el aborto es o no moralmente justificable o si es o no justo en ciertos casos, sí desea tratar estos temas desde la perspectiva argentina. No obstante el hecho de que su autora es feminista y apoya el derecho al aborto para toda mujer que lo decide, por la razón que sea, la información aquí presentada proviene de varios estudios llevados a cabo con absoluto rigor. Por consiguiente, no será una perorata a favor del aborto, sino un cuadro de la realidad que viven las mujeres argentinas”.
Los años 68 se caracterizaron por una multitud de crisis de mayor o menor intensidad y más o menos sectorizadas. Una de las especificidades del 68 francés es su carácter de crisis generalizada y multisectorial. El artículo propone un esbozo de una situación de investigación que pueda dar información desde una perspectiva de lo específico de cada crisis y, al mismo tiempo, desde lo comparativo en una perspectiva no centrada en Occidente, más bien global.
“Raspar la leyenda dorada de las barricadas para acercarse lo más posible a las realidades multiformes de los movimientos de 1968, se convierte en una de las tareas de la historia actual. Esto pasa por la deconstrucción de las imágenes mediatizadas que sirven de marco, soporte y vector de la memoria colectiva, en la medida en que estas caricaturizan a los «rabiosos» del Barrio Latino, denuncian la reclasificación de los revolucionarios de salón en el comercio y la comunicación, como las serigrafías anónimas del Atelier des Beaux-Arts, adoquines visuales ya considerados como piezas de colección…”
“En el contexto neocolonial posterior a la guerra de Argelia y a las independencias africanas, el movimiento estudiantil francés se inspira, en primer lugar, en los temas internacionalistas, particularmente en la oposición a la intervención norteamericana en Vietnam. Los lemas coreados durante las movilizaciones revelan la importancia de este componente internacional en el período que precedió a mayo del 68…”
El presente trabajo se centra en la influencia cultural del internacionalismo cubano en la perspectiva Norte-Sur; en él, utilizo el ejemplo de los movimientos antiautoritarios de Berlín occidental ante la Revolución cubana, y formulo algunas cuestiones preliminares que considero particularmente relevantes para el tema y para comprender la relación de los jóvenes de Berlín con Cuba.
“La imagen del movimiento antibélico en la memoria pública se ha visto profundamente distorsionada y empañada. En los decenios siguientes a la guerra en Vietnam, los activistas que se pronunciaron en su contra han sido falsamente caracterizados como cobardes desertores que desdeñaron y traicionaron a los soldados y veteranos estadounidenses (estereotipados como patrióticos héroes). Ningún candidato presidencial en los Estados Unidos ha ofrecido jamás un tributo pleno a quienes se esforzaron por poner fin a la guerra. No existe sitio o tradición nacional que celebre el movimiento por la paz de los años 60, el más dinámico y diverso de la historia estadounidense …”
“El movimiento chicano de los años 60 y los 70 representó un esfuerzo masivo por parte de la descendencia mexicana en los Estados Unidos para protestar contra la discriminación, la pobreza y la falta de oportunidades educativas. Medio siglo después de sus orígenes, probablemente la memoria se reduce al nombre de César Chávez. El movimiento chicano era cultural, artístico, literario y político. Se focalizó, además, en la tierra, la salud y los derechos de las mujeres, contra la brutalidad policíaca, etc. Notablemente, la manifestación más grande que se produjo durante la existencia del movimiento chicano tuvo lugar en 1970, para protestar contra la guerra en Vietnam…”
El artículo ubica las causas profundas y la dimensión histórico-social de la rebelión juvenil de 1968 en México. El movimiento estudiantil mexicano (MEM) responde a las injusticias del régimen social y —como otras luchas estudiantiles en el mundo de entonces— a las primeras manifestaciones de una crisis histórica de las sociedades contemporáneas. El MEM no enarbola demandas meramente estudiantiles sino de los trabajadores y de otros segmentos oprimidos, y resultó un impulsor principal del movimiento popular en el México actual.
Este ensayo está centrado en los objetivos del tricontinentalismo. Sobre la base de fuentes primarias desclasificadas en Cuba, este estudio se propone clarificar los factores políticos y estratégicos de una época, a fin de poder entender las motivaciones, intereses e ideas de los actores involucrados; así como explicar la conducta de Cuba, desde su singular papel en los procesos que condujeron a la Conferencia Tricontinental en La Habana (1966). Por otra parte, utilizando documentos encontrados en los archivos de la RDA y de la República Federal Alemana (RFA), explora algunas interacciones nunca investigadas entre actores del Tercer y Segundo mundos. Estas negociaciones entre los alemanes y Cuba también demuestran la complejidad del movimiento, muy alejada del bipolarismo y el protagonismo individual en la conformación de sus estrategias y tácticas.
“¿Por qué resulta de interés revisitar y evaluar hoy los procesos de lucha armada ocurridos en América Latina y el Caribe durante los años 60? ¿Qué experiencias negativas y positivas de esas historias pueden ser útiles para las faenas y los proyectos de emancipación actuales y futuros en el continente? El ciclo insurgente de los 60 comienza en 1959, y aunque de hecho termina entre 1967 y 1968, ocurre un último intento fallido en Teoponte, Bolivia, en 1970. ¿Por qué fueron derrotadas todas esas tentativas de tomar el poder por la vía armada? ¿Cuáles fueron las causas más comunes de sus adversos desenlaces?...”
“En 1968, las relaciones entre la Revolución cubana y la Unión Soviética apenas tenían diez años. Se habían iniciado en la segunda mitad de 1958 cuando las fuerzas rebeldes, en busca de armamentos, hicieron los primeros contactos con Europa oriental. En ese breve lapso, dichos vínculos pasaron por diferentes momentos: uno inicial, de sorpresa soviética, que duró hasta finales de 1960, cuando Jruschov se percató de la trascendencia histórica de lo acontecido y decidió jugarse el todo por el todo en apoyo a la joven revolución. Además, Cuba parecía la confirmación de su hipótesis de que, en las nuevas condiciones, los trabajadores de los países capitalistas podían hacer por sí solos sus revoluciones sin ayuda externa. Por si fuera poco, los barbudos de Fidel rememoraban, para los revolucionarios soviéticos, sus propios momentos de gloria…”
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