Fragmentos de la intervención del investigador y profesor de la Universidad Autónoma de México (UAM), Jaime Ortega, en el panel América Latina y el Caribe en 2024, realizado el 21 de febrero de 2024, en el marco de la Feria Internacional de La Habana.  

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Rafael Hernández: ¿cómo ha cambiado la dinámica política en nuestros países en estos años más recientes?, ¿qué factores diferenciales la han marcado, qué tiene de distinto esa dinámica política respecto a lo que venía pasando?, ¿y en qué medida el esquema bipolar izquierda-derecha recoge su complejidad actual?

Jaime Ortega: Hay que partir en el análisis del entramado global que abordamos desde México en la revista Memoria. Es decir, hay una crisis del modelo de regulación neoliberal, que es determinante; por supuesto, su repercusión no es inmediata en nuestros países por depender de las fuerzas locales, pero existe una situación de crisis; no estamos en este momento en la apertura comercial de los años 90, los 2000, del libre mercado, de la globalización, sino que ya se empieza a ver un cuestionamiento de esa situación por la izquierda y por la derecha.

 El neoliberalismo está en crisis, no sabemos hacia dónde va, ni qué elementos van a continuar, a heredar, pero en general se ve un conjunto de fuerzas que están respondiendo ante esta realidad; en el caso argentino, de defensa del proyecto neoliberal, con Milei, en el mexicano como una crítica y una recuperación de la idea de soberanía, un tema obviamente muy importante por nuestra vecindad, al igual que Cuba, con los Estados Unidos.

 Un sociólogo boliviano, René Zavaleta, que estuvo en Cuba como jurado en el Premio Casa de las Américas, solía decir que la lucha política se jugaba entre la «lógica del mundo» y la «lógica del lugar», entre lo global y lo nacional, y que normalmente la lógica del lugar era la que terminaba primando, es decir, que puede haber una gran crisis, sin embargo al final son las fuerzas políticas las que van a dirimir cómo se conduce y hacia dónde esta va.

Desde mi punto de vista, en buena medida todos los países de América Latina están tratando de zafarse del neoliberalismo. Es que hay un conjunto de instituciones del Estado, que tienen muy poca capacidad y autonomía, o sea, la ocupación de los gobiernos por parte de fuerzas populares no está permitiendo gestionar de otra manera esta crisis. Hay algunos casos más radicales de esta falta de autonomía: el de Perú, prácticamente un Estado capturado por la oligarquía, el de Guatemala, en el que la oligarquía se negaba a abandonar, y en algunos lugares hay un nivel de autonomía un poco más grande, por ejemplo, en el mexicano, entre otros. El conjunto de la lucha política se da en torno a esta capacidad, en este caso específico, de los gobiernos populares de marcar esa autonomía.

Es importante considerar aún la dicotomía izquierda-derecha, entendida en medio de una crisis global, la del neoliberalismo, la reconfiguración del patrón de acumulación del capital por un lado, y por el otro Estados con escasa autonomía, este concepto de autonomía relativa es muy importante. Hay muy poca autonomía para gestionar de otra manera la crisis.

 En general, el neoliberalismo encadenó a nuestros Estados, de manera fiscal, y financiera, creándoles en su interior instituciones sobre las que no hay control democrático, lo cual estamos viendo en numerosos países y considerando siempre el caso de México, el de Argentina, y ahora el de Colombia, poderes de los Estados aún atrapados. Por ejemplo, en América Latina los poderes judiciales son un gran tema, lo mismo se da en Brasil, en Honduras, en México, en Colombia. ¿Por qué?, porque el neoliberalismo fragmentó los Estados, los encadenó, les puso muchas trabas, y la ocupación por parte de las fuerzas populares los deja con poca capacidad de maniobra ante el momento de crisis.