“En sus últimas dos décadas, la URSS se reinsertó en el mercado mundial de bienes con una participación en el total de las exportaciones mundiales de 4% (1970) y 4,6% (1980). Esta reinserción en el sistema-mundo encontró en el derrumbe de la URSS y en el paracapitalismo ruso su prolongación, si no inevitable, al menos lógica y en correspondencia con el carácter de los procesos internos —agotamiento del modelo económico, fragmentación e intereses de la nomenclatura— y de las determinantes influencias exógenas…”