El artículo desarrolla una crítica a la mercantilización contemporánea del yoga y otras espiritualidades orientales, analizando cómo estas prácticas son reapropiadas por el capitalismo tardío como bienes de consumo orientados al bienestar individual, la productividad y la adaptación al orden existente. Freyre sostiene que el yoga comercializado se despoja de su dimensión ética, comunitaria y transformadora, y funciona como una tecnología de gobernabilidad que promueve el individualismo, el conformismo y la despolitización del sufrimiento social. Frente a ello, el autor reivindica una comprensión integral del yoga como espiritualidad y práctica moral que articula transformación personal y compromiso social, y que no puede separarse de la crítica a las estructuras que producen desigualdad e injusticia.
Lo que se vende como yoga