El presente artículo explora algunas de las prácticas utilizadas por varias cubanas, a finales del siglo XIX, en su esfuerzo por dejar de ser una inspiración artística abstracta y convertirse en un agente escritor. Al establecer el reconocimiento, la influencia y el apoyo mutuos hacia un nuevo estatus historizado para ellas, en una era de modernización, se validaron a sí mismas y a las demás como poetas en su propio contexto histórico.