(Versión de un capítulo del libro The Pride of Havana: A History of Cuban Baseball (Oxford University Press, Nueva York, 1999), enviada especialmente por el autor para este número de Temas)
“La inquietud laboral entre los jugadores y el surgimiento de una liga rival en Cuba, que retaba al circuito profesional establecido, habían creado algo de inestabilidad, y la independencia relativa de que disfrutaba la Liga Cubana en relación con el beisbol estadounidense estaba a punto de terminar. Nunca más jugarían las figuras establecidas de las ligas mayores en la pelota cubana y las estrellas del país serían esporádicamente amonestadas por eso en el futuro. De hecho, a algunas estrellas cubanas se les prohibiría jugar en Cuba, como sanción por haber jugado en México. Otros hechos, todavía desconocidos, hijos del azar, fueron que nunca más el Habana y el Almendares se verían enfrentados en una contienda como esta y nunca los patriarcas del beisbol cubano, Miguel Ángel González y Adolfo Luque, volverían a chocar en un encuentro tan trascendental como el que se iba a producir en el Gran Stadium…”