“La decisión de emigrar y la condición de emigrado se convirtieron durante muchos años en la entrada a una zona marginal innombrable que no tenía cabida dentro de la Revolución. De hecho, ya estaba fuera, incluso geográficamente. Las circunstancias históricas nos jugaron una mala pasada y cobraron en este asunto un sentido negativo, afectando a instituciones básicas de la sociedad, como la familia, y provocando la fragmentación de la identidad cultural, la misma identidad que el proyecto cinematográfico nacional se proponía rescatar y redimensionar. Si bien varios largometrajes también se acercaron, aunque de manera anecdótica, al tema de la emigración en estos años; y algunos con implicaciones mucho más sugerentes, interesantes y de una profundidad sorprendente, en realidad, en treinta años de cine cubano revolucionario la problemática de la emigración solo aparece como tema central en una sola película de ficción…”