“Al estudiar el desarrollo psicosexual, se reconocen momentos sensitivos del desarrollo, en los cuales se producen determinadas adquisiciones fundantes de la identidad sexual. El desarrollo psicosexual no es azaroso, ni obedece a una «madurez biológica» que el psicoanálisis creyó instintivamente determinada. Son las exigencias adultas, fijadas en la cultura, las que aprovechan estos momentos sensitivos. Este proceso de socialización se entorpece cuando, como consecuencia del defecto grosero del niño, se limita la estimulación de los adultos significativos…”