El trabajo se refiere a la metrópolis como sede del proceso de fragmentación permanente que caracteriza a la modernidad. El tema se examina mediante la presentación de tres casos. En el primero se alude a la emergencia de la novela policial en el Londres victoriano como un mecanismo sublimado de articulación de esos fragmentos. En el segundo se toma uno: un cambio en la moda femenina, mostrándolo como la punta de una de las olas innumerables del océano siempre móvil del proceso de transformación. Por último se describe la aparición de un nuevo modelo de manipulación de la fragmentación —el montaje— y su influencia en una diversa aproximación a la modernidad misma.