Se plantea la necesidad de que la Salud Pública contribuya de manera sustantiva, teniendo en cuenta todas las etapas del ciclo de reducción de desastres, a iniciativas que incorporen acciones efectivas, no solo para los territorios locales sino para fortalecer las capacidades de colaboración entre los países de la región —desde una conceptualización y un enfoque integrado para la prevención de desastres en su adaptación al cambio climático.