“Cualquier caracterización de la sociedad cubana posterior a 1958 tendría que incluir, necesariamente, su extraordinaria interacción con África. Y ello no solo por el fuerte contraste con los decenios republicanos anteriores al advenimiento del poder revolucionario, cuando las políticas oficiales y los intereses de los estratos sociales dominantes ignoraban y despreciaban a un continente que ofreció a Cuba un enorme aporte demográfico y cultural, sino también por el considerable impacto renovado que este ha tenido desde entonces sobre los cubanos, y que ha contribuido a moldear nuestro perfil nacional y revolucionario de múltiples maneras…”