“Aunque los militares son de los pocos actores principales que pueden utilizar legítimamente la violencia en el contexto del Estado democrático, qué actos son legítimos y quién los considera así son objeto de debate, especialmente fuera de la guerra.
En las dos últimas décadas, las fuerzas armadas de Estados democráticos han participado cada vez más en una serie de misiones de seguridad en entornos civiles, tanto dentro como fuera de sus fronteras —que incluyen las intervenciones internacionales, la seguridad fronteriza, la lucha contra la inseguridad civil, y las misiones centradas en el socorro en casos de desastre o emergencias nacionales, como la crisis de la COVID-19…”