“En las condiciones del mundo contemporáneo, la seguridad de las naciones, e incluso de los propios individuos, rebasa el marco de su prioridad tradicional —entiéndase el problema militar— al que ha estado circunscrita desde su surgimiento y, en consecuencia, adopta una connotación global que depende no solo de la falta de violencia y la prevención eficaz o la eliminación de la agresión, sino también del mejoramiento de la capacidad para responder a las necesidades básicas del ser humano y de la sociedad. En esa extensión de las prioridades de seguridad se desenvuelve el imperialismo actual, el cual, a la par que conserva sus rasgos tradicionales como fase superior del capitalismo, incorpora, con inusual fuerza, la transnacionalización económica, en medio de un indetenible proceso de globalización dispar e insostenible para la mayoría de las naciones…”