“El mundo contemporáneo es simultáneamente uno, diverso y desigual. Es uno, nos guste o no, por la «fuerza de las cosas», es decir, por esa potencia que caracteriza al capitalismo («el mercado», para llamarlo con el término vulgar, aproximativo y ambiguo mediante el cual el discurso dominante califica al sistema-mundo), de integrar, aunque sea en la desigualdad, a todos los pueblos de todas las regiones del mundo en un sistema dominado por una misma lógica dominante. Lo que llamamos hoy «globalización», o sea, esta integración, sin ser verdaderamente un hecho nuevo, es la expresión de esta realidad…”