“Imaginar el futuro de las ciudades es un pasatiempo divertido, pero inseguro. Varias incógnitas aparecen siempre: ¿cómo conservar lo diverso que asegure vitalidad y autenticidad dentro de una inexorable homogeneización? Con el incremento de la violencia interna y la amenaza del terrorismo, ¿no llegará a perderse el atractivo de la concentración de actividades y personas en las grandes ciudades? ¿Cómo preservar la identidad sin detener el desarrollo, exacerbar el aislamiento y fomentar el chovinismo y la xenofobia, y también evitar un folklorismo vacuo que termine en una oferta turística desnaturalizada? ¿La informatización y la globalización reforzarán o debilitarán el papel de las grandes ciudades? ¿La ciudad virtual ya está aquí y todavía no la vemos?...”